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Opinión: Endeudar y endeudar a Bogotá no es la cuestión

Compartimos las causas a las que le apuesta el cupo de endeudamiento, no compartimos el método: endeudarse es contraproducente para la ciudad, en estos momentos y para nuestros tiempos futuros.

Diego Cancino, concejal
25 de mayo de 2022 - 11:44 a. m.
En el Concejo de Bogotá discuten si aprueban o no la solicitud de un nuevo cupo de endeudamiento por $5,8 billones para proyectos sociales y obras de infraestructura.
En el Concejo de Bogotá discuten si aprueban o no la solicitud de un nuevo cupo de endeudamiento por $5,8 billones para proyectos sociales y obras de infraestructura.
Foto: Getty Images/iStockphoto - johan10
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¿Qué pasa con el nuevo cupo de endeudamiento? En los próximos días decidiremos en el Concejo Distrital si aprobamos o no la solicitud de cupo de endeudamiento para la ciudad, que radicó la Administración de Claudia López, por un valor de $5,8 billones. La decisión merece un análisis juicioso, debido a los efectos que dicha aprobación puede tener en las finanzas de la ciudad. Bogotá tiene un comportamiento tributario y fiscal admirable, históricamente una parte importante de inversión pública de la ciudad se ha financiado con los ingresos corrientes y con los retornos de los activos que tiene la ciudad. Eso nos ha dado un alto nivel de autonomía en el gasto.

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Sin embargo, esta administración es la que más se ha endeudado en la historia reciente de la ciudad y con este nuevo cupo crecería significativamente este endeudamiento, lo cual nos restaría autonomía, pues nos restringe el gasto social. Entre 2008 y 2019, el nivel de deuda nunca había superado los $2 billones anuales, pero desde el 2020 a la fecha la deuda ha crecido aceleradamente. A marzo de 2022 ya se encontraba en casi $7 billones y si se llega a aprobar el cupo en trámite, podríamos estar hablando de casi $13 billones. Es decir, pasaríamos de un máximo de $2 billones a $13 billones con esta Administración. Casi 7 veces más.

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Este nivel de deuda le implicaría a la ciudad prescindir de casi $16 billones en los próximos 10 años por concepto de servicios de deuda, incluyendo intereses. Es decir, implica una renuncia a inversiones sociales de corto y mediano plazo fundamentales, pues parte del ingreso del Distrito dejaría de ir a inversión pública y se orientaría a pagar esos $16 billones.

Y, por último, con este nuevo cupo de endeudamiento, la administración proyecta que el nivel de deuda contraída en 2023 y 2027 será igual a los ingresos corrientes que genera la ciudad, lo cual es el máximo nivel de deuda permitido para las entidades territoriales, de acuerdo con la Ley 2155 de 2021 (artículo 30), por lo que la ciudad tendría importantes restricciones para contratar nuevas operaciones de crédito. Esto le quita capacidad de maniobra a gobiernos sucesivos para manejar eventuales situaciones críticas a nivel fiscal o financiero: una nueva pandemia, por ejemplo.

Contexto: “Son inversiones que justifican endeudarse”, secretario de Hacienda

Hay apuestas que compartimos: solo para educación se tienen previstas inversiones por $2,5 billones del cupo. La pregunta que debemos resolver es si estas apuestas fundamentales las debemos resolver con endeudamiento. Parte de las inversiones en educación que saldrían del cupo están orientadas a aumentar las becas para programas de educación superior. Sin embargo, esta Administración no prevé un aumento de ingresos para sostener esa financiación, por lo cual, los próximos alcaldes no tendrán recursos propios para mantener esos gastos.

Por otro lado, casi la mitad de la financiación del cupo de endeudamiento ($2,8 billones) va para la segunda línea del metro. Sin embargo, en medio del debate, la Administración ha aceptado que en caso de no contar con esos recursos del cupo, se podría realizar la financiación con los $1,6 billones, que la ciudad ya tuvo que prescindir por cuenta de la venta de su participación en el Grupo de Energía de Bogotá y recursos propios de vigencias posteriores. Entonces, ¿para qué endeudarnos si podemos financiarnos con recursos propios?

No nos cabe duda de que Bogotá necesita seguir invirtiendo en educación y que uno de los grandes retos durante los próximos años será consolidar un sistema de transporte multimodal que conecte a Bogotá con la región; pero no podemos hacerlo sacrificando nuestra autonomía fiscal, poniendo en riesgo nuestras finanzas.

Por Diego Cancino, concejal

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