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En medio de tanta turbulencia política a nivel nacional, los amantes del fútbol hemos tenido durante estas semanas un bálsamo con la Eurocopa, la Copa América y especialmente, con nuestra selección que nos ha hecho ilusionar con la segunda. Aprovecho este pequeño oasis y me tomo el atrevimiento de escribir sobre una pasión: el fútbol. Y es que no nos digamos mentiras la noticia más importante en Bogotá ha sido la llegada de Radamel Falcao Garcia Zárate.
No soy hincha de Millonarios -tampoco de ninguno de Bogotá- pero muero de envidia con la llegada del, sin ninguna duda, mejor delantero de la historia del fútbol colombiano. En clubes ha hecho la bobadita de más de 300 goles en su carrera; ha sido el único colombiano que se ha metido en el once ideal de la FIFA, en plena época dorada de Messi y Cristiano en España; fue el único que se puso a su altura en el número de goles, y si algo faltara, es el goleador histórico de la selección Colombia.
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Radamel Falcao, además, es un líder natural, un verdadero ejemplo de disciplina, perseverancia, resistencia y resiliencia. Esos referentes que las sociedades deben tener. El más grande tomó la decisión de no hacer un partido de despedida, sino una gira -de al menos 6 meses- por todos los estadios del país para agradecer su carrera. Los colombianos debemos estar a la altura. Se podrá no hinchar por Millonarios pero Falcao merece que domingo a domingo le rindamos un homenaje a su vida, trayectoria y a cada alegría que nos dio.
Bogotá tiene una oportunidad única para aprovechar este ánimo futbolero para demostrar y reconfirmar que es una ciudad que puede vivir el fútbol sin violencia. Durante los últimos años, el programa Goles en Paz demostró que las administraciones pueden y deben trabajar de la mano de las barras tanto tradicionales como populares. Son estas las que le dan el color, la alegría, la música y gran parte de la emoción a los estadios. Pero estos tienen la enorme responsabilidad de que el fútbol sea una fiesta y no un espectáculo al que muchos no quieren asistir por medio.
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El trabajo con los hinchas no es sólo en el estadio, es fundamental que se dé en los barrios, en las localidades. Miles de jóvenes viven el fútbol no sólo durante el partido, sino en su día a día. Eso lo deben entender las autoridades para poder hacer proyectos con resultados claros. El fútbol es una herramienta de transformación social, no sólo para los exitosos futbolistas, sino también para muchos territorios y sus comunidades.
Bogotá ha sido pionera en el ejercicio y manejo de las comisiones distritales del fútbol donde trabajan la administración distrital, la policía, los equipos y los hinchas. Como cualquier relación ha tenido sus momentos complejos, tensos y con errores, pero ha sido un ejemplo por seguir para todas las ciudades de país. Bogotá es la única ciudad de Colombia que logra que en su clásico pueda haber presencia de hinchas de ambos equipos. El programa Goles en Paz 2.0 es el único en el país que incluye el enfoque de mujer y género para fortalecer, visibilizar e incluir el liderazgo de las mujeres en el fútbol. Esto solo se logra con años de trabajo que debe trascender administraciones.
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Esta semana el saliente ministro del Interior expidió el Reglamento de la Comisión Nacional de Fútbol. Esperemos que sea el primer paso para que ésta, por fin, sea el escenario donde de verdad se logren acuerdos para disminuir las conflictividades en los estadios. La aplicación de la ley del fútbol, en donde Bogotá también ha mostrado el camino, imponiendo sanciones severas tanto colectivas como individuales, tiene que ser un objetivo claro de esta Comisión.
Tener en Bogotá un referente de la talla de Falcao, una persona que une sin importar equipos, que siempre manda un mensaje de tranquilidad, de respeto por el rival, es un ejemplo necesario para seguir construyendo un fútbol en paz.
¡Gracias Radamel por darnos el privilegio de verte jugar en Colombia! Nos corresponderá a todos aplaudirte en cada estadio.

Por José David Riveros Namen
