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Opinión: Los profundos cambios en la familia bogotana

La composición de los hogares bogotanos está cambiando de forma abismal, generando cambios en la sociedad. ¿Cuáles son las causas?

Carlos Roberto Pombo Urdaneta
25 de mayo de 2024 - 12:18 a. m.
Así cambia la familia bogotana.
Así cambia la familia bogotana.
Foto: Freepik

La composición de los hogares bogotanos se está modificando de manera abismal. Estamos enfrentando un cambio demográfico de efectos monumentales en la conformación de la familia y la integración de la sociedad misma. El hogar bogotano es cada vez más pequeño, lo componen menos personas. Este es un hecho insoslayable.

Hay dos elementos que explican esto de manera preponderante. El primero es la tasa de fecundidad, es decir, en el número de hijos que una mujer tiene en promedio durante los años en que es fértil. Las ciudadanas bogotanas están decidiendo tener cada vez menos hijos.

¿Por qué lo hacen? Porque están trabajando. Están ante la búsqueda de ingresos para subsistir en un mundo en el que cada vez a edad más temprana, dejan la casa “paterna”. Y tienen la justa ambición de competir y tener éxito profesionalmente, para eso se han preparado desde la educación universitaria o técnica. Y todo esto las aleja de la maternidad y muchas veces, además, la impulsa a la conformación de hogares unipersonales.

Así mismo, hoy en día las mujeres prefieren tener hijos a una mayor edad. Quieren cumplir con metas, con sueños, con retos que se trazan en la vida, y la maternidad es desplazada a una etapa posterior. Saben, conscientemente, que tendrán una vida fértil más corta y están en paz con eso. Eso no las desvela.

Igualmente, hoy en día las parejas se rompen más fácilmente. Las mujeres no están atadas irremediablemente a sus parejas como sucedió en el pasado. Las mujeres son móviles, independientes, autónomas, y si la pareja no funciona, si no hay ternura, si no hay unas manos mutuas que preserven, se van de la pareja. Entonces, se crean nuevos hogares, monoparentales, con frecuencia con uno o con dos hijos, o sencillamente, estas mujeres renuncian a la maternidad.

Y hay más razones. Por ejemplo, la degradación del planeta y el medio ambiente no animan a muchas parejas a tener hijos. El embarazo adolescente es menor, por lo menos en algunos períodos y en algunos contextos. La contracepción es mucho más efectiva y su práctica se ha librado de los tabús religiosos y se ha extendido a la sociedad entera. Incluso la opción homosexual, que pesa demográficamente. O la violencia y el crimen, que son mayormente masculinos. En fin.

La segunda razón más importante, es el aumento de la expectativa de vida. El sistema de salud, la salubridad pública, la alimentación y el estilo de vida, hacen que, al nacer una persona en Bogotá, tenga una expectativa de vida mucho mayor que la que tuvieron, durante siglos, nuestros antepasados. Mucho mayor.

Por lógica, entonces, si nacen menos niños y vivimos más tiempo, somos una población más vieja. Sobrevivimos más años a los hijos que se van de la casa y ya mayores, no consideramos tener nuevos hijos. Y después enviudamos y nos quedamos viviendo solos.

Las consecuencias de todo esto son sobrecogedoras. Todo está cambiando. Nuestra manera de vivir, de consumir bienes y servicios, de transmitir las tradiciones familiares, de elegir el tipo de vivienda. En fin. Se trata, no hay duda, de un cambio de inmensas proporciones en la vida familiar y social y en la manera en que habitamos la ciudad.

Carlos Roberto Pombo Urdaneta

Por Carlos Roberto Pombo Urdaneta

Presidente de la SMOB. Arquitecto y urbanista experto en el desarrollo histórico, físico y demográfico de Bogotá. carlospombourdaneta@gmail.com

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