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Por ello, las autoridades locales y nacionales deben tener un mínimo de sinceridad con los colombianos y decir con claridad cuál es la situación real que enfrenta el país en esta materia.
De esta manera, estaríamos mejor preparados y no tendríamos que someternos a la incertidumbre que generan revelaciones como la que hizo Noticias RCN días atrás, cuando divulgó un audio en el que, supuestamente, se planea atentar contra el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán.
Ya tenemos suficiente con ver al senador Miguel Uribe Turbay luchar por su vida, luego de que un menor de edad atentara contra él siguiendo órdenes no se sabe quién, y de ser testigos de cómo miles de ciudadanos deben defenderse a diario de la delincuencia urbana, que busca a toda costa despojarlos de sus vehículos, celulares y demás pertenencias.
Bogotá es el centro del poder económico y político del país; por tanto, cualquier intento por desestabilizar la seguridad de la capital mediante hechos relacionados con violencia política resulta profundamente preocupante, pues evidencia que no estamos haciendo lo necesario para garantizar el normal desarrollo de la vida nacional.
El alcalde Carlos Fernando Galán, por la naturaleza de su labor, debe recorrer la ciudad de norte a sur, muchas veces en caminatas largas que exponen su vida y la de sus funcionarios más cercanos. Por ello, resulta cuanto menos inquietante que la Fiscalía afirme que una conversación entre dos delincuentes, donde supuestamente se habla de un atentado, es solo una broma.
Otra cosa es que se nos pida a quienes ejercemos la labor de informar sobre temas nacionales y locales, mayor cuidado al tratar asuntos tan sensibles como este. Sin embargo, en un país que enfrenta múltiples modalidades delictivas, no se puede —ni se debe— desestimar una amenaza, por pequeña que parezca.
