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Opinión: Pedagogía para la ética de género

La sociedad de consumo en el negocio de la puericultura impuso que la parafernalia para recién nacidos fuera de color rosado si era una niña y azulito si era niño, obviamente esa distinción implicaba una ideología de género, creo que procedente de la Inglaterra victoriana.

Alberto López de Mesa

03 de octubre de 2025 - 03:02 p. m.
Bogotá - Colombia, Junio 28 de 2015: La celebración mundial del día del orgullo LGBT bajo el lema Más diversidad, más felicidad, se dió este domingo 28 de junio en la capital Colombiana, desde la carrera septima hasta la plaza de Bolivar. Uno de sus objetivos era reinvindicar el matrimonio y la adopción. Foto Revista Cromos/Daniel Álvarez. Publicada en la WEB:geType
Foto: Daniel Álvarez
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Con ese mismo criterio de distinción cromática según el género, asumimos que hay colores para el atuendo masculino diferente al de la ropa femenina, así, no será bien visto el que un hombre use un pantalón de color fucsia.

Justamente, entre las transformaciones de la ética sexista que ha logrado en sus conquistas la comunidad LGVTIQ+ es la absurda valoración moral de los colores, en respeto al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a reconocerse de uno u otro género independiente del sexo con el que se nazca, por fortuna la ciencia médica contribuye a esta pertinente libertad, con cirugías en órganos genitales, con intervenciones hormonales, todo para favorecer el albedrío en la sexualidad del sujeto.

Pero, la verdad, es que todavía somos minoría quienes aceptamos estos aportes a los modernos derechos humanos y ya es hora de que instancias estatales responsables de educar para la democracia impartan campañas pedagógicas a favor de la ética de género.

De suerte que hay artistas que asumen esta responsabilidad ética haciendo desde el arte pedagogía social pro construir la conciencia de género. Al respecto encontré este video.

‘Delfines en el cielo’ es una canción del poeta y compositor Jorge Manuel Pardo, de quien ya había citado en esta columna su tema El Robo de la Alhambra, y que ahora en tono juguetón, como dirigiéndose a la niñez, recrea el derecho a elegir la identidad sexual, desde la metáfora del cambio del color innato que decide un delfín.

“Se descubrió un delfín

en el cielo infinito

Era una nube gris

la pintaron de azul

le crearon su canción

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y él empezó a vivir.

Pero el color azul

No le gustó al delfín

de rosa él se pintó

y pudo ser feliz"

Dice la primera estrofa de esta bella cumbia, de dulce armonía y factura impecable en los arreglos, dedicada a Marcel, la hija transgénero del autor, mejor decir homenaje a su hijo y a todas las personas que trasgreden la falsa moralidad inquisidora y se realizan en la subjetividad congruente a su ser.

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Esto hace de la canción una expresión valiente del padre que respeta la homosexualidad de su hija, y amorosamente la protege de las afrentas discriminatorias de una sociedad hipócrita y moralista.

DDefinitivamente, la modernidad global nos exige comulgar con la diferencia, aun si corresponden a minorías, pues las sociedades que en verdad construyen democracia incluyente y consenso requieren prestar atención y abrir el corazón a todo grupo que aporte espíritu a favor de un devenir hacia el modo “Libertario” que idearon los prístinos anarquistas, jamás en el sentido desvirtuado en que usa la palabra el orate derechista presidente de Argentina.

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Delfines en el cielo es un video que debería estar en las bibliotecas de todas las escuelas como material didáctico para construir la nueva ética de género.

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