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Desde 2016, Bogotá adoptó una política pública orientada a reducir las muertes y lesiones por siniestros viales. Entre las medidas implementadas se encuentran la limitación de la velocidad vehicular a 50 km/h en los corredores principales y a 30 km/h en el resto de las vías, la instalación de reductores de velocidad y puentes peatonales en cruces de alto flujo, la construcción de una extensa red de ciclorrutas separadas del tráfico vehicular y la puesta en marcha de un programa de atención prehospitalaria con más ambulancias para cubrir la ciudad en el menor tiempo posible. A esto se sumó un renovado centro coordinador de emergencias y la ampliación de cuatro centrales de urgencias médicas.
Según datos de la OMS, cada año mueren en el mundo alrededor de 1,2 millones de personas por accidentes de tránsito. Esta es la principal causa de muerte entre jóvenes de 5 a 29 años y una de las diez principales en todas las edades, lo que convierte el fenómeno en un serio problema de salud pública que requiere atención prioritaria de las autoridades.
En el contexto internacional, Colombia registra en 2024 una tasa de mortalidad por accidentes de tránsito de 13,7 por cada 100.000 habitantes. En comparación, Noruega tiene una tasa de 1,5, Francia de 4,4, Estados Unidos de 12,9, y en Latinoamérica, la más baja se presenta en Chile con 10,5. A nivel urbano, Bogotá registra una tasa de 7,1, Medellín de 9,1 y Cali de 12,5.
El panorama en Bogotá entre 2015 y 2024, según datos del SIMUR, muestra una leve disminución en la tasa de fallecidos por siniestros viales (de 7,3 a 7,2 por 100.000 habitantes), mientras que la de lesionados aumentó (de 147,7 a 155,7). Destaca la reducción en muertes de peatones (de 3,7 a 2,8), pero preocupa el incremento en fallecimientos de motociclistas, que en 2024 representaron el 56 % del total (de 3,3 a 4,9), así como un leve aumento entre ciclistas (de 0,9 a 1,0).
A pesar de los avances, los resultados han sido modestos frente a los esfuerzos realizados, especialmente en lo que respecta a los motociclistas. Por ello, la ciudad debe adoptar nuevas medidas e intensificar las ya existentes para prevenir accidentes y reducir muertes y lesiones.
Entre las acciones clave están la educación y concientización en escuelas y empresas sobre el uso del cinturón de seguridad y del casco, el respeto a las señales de tránsito y la no conducción bajo efectos del alcohol o drogas. También es necesario mejorar la infraestructura vial con más reductores de velocidad, pasos peatonales, ciclorrutas, señalización clara e iluminación adecuada, especialmente en zonas de alto riesgo.
Asimismo, deben reforzarse los controles de velocidad, consumo de alcohol y uso de casco o cinturón, complementados con radares y cámaras que permitan sanciones efectivas. Se trata de muertes evitables que exigen una acción urgente.
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