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En contexto: Nueva política de SPA en Bogotá, ¿por qué urge superar el prohibicionismo?
Para los 70s, el país se convenció de que el problema social y económico era solo el narcotráfico, dejando de prestarle atención a la corrupción, las venganzas ideológicas, la descomposición del tejido social y el abandono estatal en la Colombia profunda. La herencia en lo urbano de ese nefasto cóctel fue el estigma sobre el consumo, que enfiló ojos y acciones contra el eslabón más débil de la cadena: el consumidor y no contra el delincuente: quien vende la droga.
Separar el consumo de la venta de droga, siendo esta última la categoría delictiva y no la primera como lo ha indicado en varias oportunidades la Corte Constitucional, no es una tarea fácil, entre otras, por imaginarios sociales y discursos populistas politiqueros que no solo usan el tema en cada elección, sino que desinforman para ganar votos a partir de reforzar imaginarios nefastos.
Pero hablemos del consumo (es decir lo que no es delito); en la última encuesta de consumo de sustancias psicoactivas del Ministerio de Salud, quedó claro que el acceso y predilección por la marihuana y la cocaína han bajado hasta 0,8 puntos porcentuales por año en los últimos años.
Entre las nuevas sustancias está el Tusi, una mezcla de ingredientes artificiales y que a diferencia de la marihuana o la cocaína, su mirada no debería imitar la lucha contra las sustancias de los años 90s que se centraba en querer encontrar una ruta de ingreso de la sustancia pura o ya hecha a las ciudades; ahora, se trata de entender las fórmulas de mezclas que pueden hacerse desde en una cocina casera en adelante.
Los componentes del Tusi no tienen una fórmula exacta, sino unos mínimos, es decir elementos que debe llevar. El problema es que en Colombia, las mezclas están incluyendo otros insumos para hacer rendir las dosis, como cemento, arena, alimentos veterinarios triturados, cal o polvo de algún tipo que permita mayor dosis por preparación, es decir “rendir” la mercancía.
Es por eso de “rendir” las mezclas, que el riesgo aumenta de manera ostentosa para la salud y efectos de la misma, pues la certeza sobre lo que se está consumiendo no es posible y con ello es imposible saber su real efecto.
Ahora, este no solo es el caso del Tusi, el Ministerio de Salud ha identificado 65 nuevas sustancias psicoactivas en el país. Pero más allá de buscar “nuevos demonios para pelear”, es importante traer datos que deberían importar por encima de los estigmas populares alrededor del “consumidor en el parque”, como que por ejemplo, entre los principales motivantes para el inicio del consumo de sustancias psicoactivas están los problemas familiares o económicos y que la primera sustancia a la que los niños se enfrentan es el alcohol, con una edad promedio de siete años, en donde ese primer consumo es impulsado por los mismos familiares.
Quizás es hora de dejar la doble moral y empezar a tener debates serios sobre este tema mirando más que el parque, la sala de la casa.
