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Opinión: Una vejez bien atendida

El 14% de la población colombiana tiene más de 65 años, la mayoría no tiene pensión, no tienen redes familiares, muchos tienen alguna discapacidad. Están a su suerte. ¿Qué podemos hacer?

Felipe Jiménez Ángel
15 de marzo de 2024 - 02:20 p. m.
Según el Dane, un poco más de 7 millones, son personas mayores.
Según el Dane, un poco más de 7 millones, son personas mayores.
Foto: Óscar Pérez
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Una de las etapas más complicadas que tenemos en nuestras vidas ocurre cuando nuestros papás y mamás empiezan a envejecer. Es un momento en donde pasamos de ser unas personas cuidadas por ellos a ser los cuidadores de ellos. Comenzamos a ver que las visitas al médico se hacen frecuentes, los achaques se vuelven recurrentes y la fragilidad al caminar se vuelve evidente. Las llamadas con ellos giran sobre su salud, sobre sus necesidades, dolores y requerimientos. Todo termina en una situación para lo que nadie nos preparó: la vejez de nuestros seres queridos.

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Como todo en nuestro país, la maldita inequidad juega un papel en esto. Una cosa es una persona mayor con una red familiar fuerte con recursos económicos y otra, una persona mayor pobre, sola, sin una red de apoyo presente. La vejez pobre y solitaria es sobre la que me quiero concentrar.

En Colombia, como en la mayoría del mundo, la población mayor ha crecido. De acuerdo con una investigación de la Fundación Saldarriaga Concha la población mayor de 65 años representa el 14% del total de la población colombiana, hace 30 años representaban la mitad. Este crecimiento demográfico ha estado acompañado por varios fenómenos que han complejizado la situación, el crecimiento acelerado de las ciudades, la vulnerabilidad social, la desprotección de los ingresos, la baja cobertura pensional y las barreras para acceder a un buen servicio de salud.

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El reto no es menor, la misma investigación da cuenta del desafío al señalar que las personas mayores en Colombia usuarias de servicios de salud pasaron de 3 millones a 5 millones, el 50% de estas manifestó tener algún tipo de limitaciones para acceder fácilmente al sistema de salud, 7 de cada 10 personas mayores es cuidada por alguien de su red familiar, de acuerdo con el DANE el 23% tiene algún tipo de discapacidad, solamente el 27% tiene una pensión y cerca del 20% vive en pobreza.

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La adecuada atención de la vejez en sin duda alguna uno de los mayores desafíos de la política social en nuestro país. Salvo contadas excepciones, en la mayoría de las ciudades, las personas mayores pobres y vulnerables sin redes familiares no tienen ningún apoyo real, viven del cariño de los vecinos, de una u otra moneda que les dan en una esquina, en la práctica no tienen un sistema que los cuide y los proteja. Es la verdad. Están a su suerte. Tener una enfermera en casa es un lujo insostenible, lograr sortear los aparatos médicos es dificilísimo y mantener la dieta adecuada no siempre se puede.

No hay varitas mágicas. El éxito reside en abordar la problemática desde diferentes puntos de vista. Para combatir la pobreza monetaria es urgente que más ciudades implementen transferencias monetarias, para ayudar a disminuir las vulneraciones y privaciones los bonos canjeables en grandes superficies son una buena opción. No obstante, siempre tengamos en cuenta que en la vejez hay mucha diversidad, si la persona tiene dificultades para moverse, tiene una discapacidad severa y no tiene redes de apoyo, mandarle un bono no será suficiente.

La compra de ayudas técnicas para la movilidad es vital. Si queremos ganar autonomía y calidad de vida debemos invertir en más caminadores, bastones, sillas de ruedas y demás instrumentos que le faciliten el día a día a cientos de miles de personas.

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Hay muchas personas de más de 65 años que desafortunadamente presentan limitaciones serias a su movilidad y por lo tanto su atención debe ser en el hogar. En este punto hay mucho por hacer. Construir brigadas móviles que vayan a las casas, que lleven no solo la oferta y los servicios, sino capacidades reales de atención, médicos, terapeutas, psicólogos y trabajadores sociales para que desde el hogar se brinde atención.

La ida al médico no puede ser un martirio para los abuelos y abuelas pobres, obligarlos a gastar lo poco que tienen en taxi y en bus es un absurdo. Es posible implementar rutas circulares cerca a los centros médicos para llevar y traer a las personas y reducir sus gastos de transporte. La entrega de medicinas puede fácilmente hacerse a domicilio y evitarles las largas filas.

Los espacios para el encuentro, para el aprendizaje mutuo y para el intercambio de saberes son esenciales. Las ciudades deben cuanto antes ampliar sus centros de atención y permitirles a muchas más personas el uso y el disfrute de estos lugares. La vejez no solamente quiere dinero o medicinas, quiere encontrarse, aprender de sí misma, aprender de los otros, reír y llorar en comunidad y cuidarse mutuamente y por qué no, enamorarse a los 70 u 80 años.

Siempre hemos dicho que los niños y las niñas son la prioridad, es el momento para decir lo mismo de las personas mayores.

Felipe Jiménez Ángel

Por Felipe Jiménez Ángel

Es profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales, especialista en Estadística Aplicada y Magíster en Políticas Públicas. Fue secretario de Gobierno, secretario de Planeación y jefe de Gabinete entre 2020 y 2023 en la Alcaldía de Bogotá. @felipeangellfelipeangel@gmail.com
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