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Entre residuos y dignidad: vidas detrás del trabajo de la limpieza de las calles

La recolección de basura y limpieza de las calles no es valorada. Su mayor reto: la falta de conciencia de las personas ante el oficio.

Sofía Isabel Alfonso

02 de junio de 2025 - 11:00 a. m.
Solo en abril de 2025, en el municipio de Chía, se recolectaron 3.430,43 toneladas de residuos.
Foto: Sofía Alfonso
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A las 4:50 a.m. empieza el canto de los pájaros y las labores de quienes limpian las calles. Con la oscuridad sin irse, Ricardo y Don José se ponen el uniforme, las botas e inician un recorrido de seis horas por las calles del municipio de Chía. Esta labor representa mucho más que solo mantener las calles libres de residuos.

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¿Por qué?

En época de invierno, aumentan los riesgos como las crecientes súbitas, avenidas torrenciales, caída de árboles e inundaciones que, en la región, no solo se dan por el desbordamiento de ríos y quebradas. También por la basura acumulada en los sistemas de alcantarillado, debido a la mala disposición de residuos de los ciudadanos. Todo esto hoy tiene a 19 municipios del departamento en alerta roja y a 15 en alerta naranja.

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Poca conciencia

“Para eso les pagan”, es lo que les dicen algunos ciudadanos cuando algún recolector pide respeto por su oficio, sin tener en cuenta que su labor contribuye a que sus hogares no sufran de un mal mayor. Algunos dirán que es fácil, pero la realidad es que los riesgos, el esfuerzo físico y los olores a los que se enfrentan hacen que su labor sea compleja.

En total, son 69 las personas que se encargan de la limpieza del municipio.
Foto: Sofía Alfonso

Y si a esto se suma la falta de conciencia ciudadana, la cual, no solo agudiza la problemática ambiental, sino que hace más complejo el trabajo para quienes recogen los residuos, es fácil concluir que su trabajo no es sencillo.

Peligros tan pequeños como una aguja

La frase “como buscar una aguja en un pajar” cobra sentido en el día a día de los recolectores. A diario, según narraron José y Ricardo, deben tener más cuidado para no resultar lastimados con los vidrios, las agujas y objetos que la gente tira a la basura sin pensar en quienes deben recoger los residuos.

A menudo, los operarios deben tener el doble de precaución a causa de las agujas.
Foto: Sofía Alfonso

De la misma manera, deben tener precaución ante las posibles caídas, los olores, las sustancias tóxicas o los conductores imprudentes, ya que estos también representan una amenaza constante.

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La ciudad crece, la basura también

Al mismo ritmo que viene creciendo un municipio como Chía, en los últimos años ha aumentado la producción de desechos. Para el 14 de mayo se habían recogido 1.633 toneladas de basura. Esta tarea le corresponde a un grupo de 31 operarios, 23 conductores y 15 “escobitas” o personal encargado del barrido. Según datos de la empresa Emserchía.

Esta cantidad de empleados, para algunos, puede parecer suficiente para la tarea que desempeñan, pero en realidad son pocos para el volumen de trabajo diario.

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Su jornada inicia desde las 4:00 a.m. o antes en el parque principal del municipio.
Foto: Sofía Alfonso

Como se puede evidenciar con los encargados del barrido. Samuel Parra lleva años en la empresa y su principal zona de trabajo es el parque principal de Chía, donde es cada vez más difícil mantenerlo limpio. No obstante, también ha aprendido a llenarse de paciencia, pues él, al igual que muchos, ha sacado adelante a su familia con este oficio.

Un día no es suficiente para conocer todas las historias, pero sí es para percatarse del gran trabajo y esfuerzo de estos operarios, que luchan contra la basura y la falta de cultura ciudadana.

La esperanza que guardan los operarios es que algún día las personas valoren lo que hacen y tomen conciencia. Que al ver una calle limpia, conozcan que es el resultado de horas de esfuerzo de un grupo de empleados a los que ni siquiera les agradecemos por su valiosa labor.

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Por Sofía Isabel Alfonso

Estudiante de último semestre de Comunicación Social y Periodismo. Interés en cubrir temas de política, derechos humanos, género y más.sperez@elespectador.com
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