Dos años después de que el Distrito, la comunidad y el desarrollador urbano llegaran a un acuerdo para destrabar la ejecución del plan parcial Bosque Bavaria, todavía no hay nada que apunte a un pronto comienzo de las obras. En su lugar, bordeado de una extensión de bosque de 70 hectáreas, yacen las ruinas de la antigua fábrica de Bavaria, la cual fue trasladada a Tocancipá en 2010.
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Desde ese año las instalaciones en desuso, ubicada en Kennedy, en la Av. Boyacá entre la calle 12, al norte, y la calle 7, al sur, ha sido objeto de varias ideas urbanísticas para aprovechar su tamaño, así como la ubicación estratégica del terreno: desde la construcción de un colegio o una universidad pública hasta un parque similar al Simón Bolívar.
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Sin embargo, dado que el predio está en manos privadas, en 2017 se llegó a la conclusión de que la mejor forma de desarrollar las 78,5 hectáreas de bosque era la de un plan parcial de renovación urbana. Ese año la administración distrital adoptó el plan bajo la fórmula planteada por desarrolladores que se vincularon al proyecto Bavaria, Constructora Bolívar, Marval, Cusezar y Prodesa, bajo la gerencia de Master Plan.
En esa oportunidad, la tala del 97 % del bosque, proyectada para llevar a cabo la iniciativa urbanística, hizo que colectivos ambientalistas y los vecinos de la fábrica abandonada ejercieran presión y, a través de una acción popular, consiguieron frenar parcialmente su ejecución. No obstante, a pesar de la dificultad para llegar a consensos sociales con el instrumento de renovación urbana, la comunidad y el desarrollador llegaron a un acuerdo que permitió, en 2023, desatascar la iniciativa. Lo hicieron plantando 20.000 árboles nuevos en compensación y destinando del 70 % del predio a la conformación de un corredor verde y espacio público, así como la conservación del 85 % del bosque. Nunca se había evidenciado, en la historia de los planes parciales de renovación urbana, una concertación semejante, por lo que la iniciativa se convirtió en un hito para quienes creen en el instrumento y su potencial para desarrollar la ciudad sin necesidad de expandirla hacia las periferias.
Aun con lo anterior, voces disonantes de los diálogos de concertación continuaron su oposición al plan parcial, pero esta vez bajo argumentos distintos al de la conservación del arbolado. Tal fue el caso de Éricsson Mena, del colectivo Primera Línea Ambiental de Colombia, quien efectuó una demanda de nulidad simple contra el plan parcial, y la cual fue aceptada la semana pasada por el Juzgado 45 Administrativo de Bogotá. El documento de la acción judicial, al cual tuvo acceso El Espectador, sostiene la oposición al plan parcial en dos ejes: la falta de estudios sobre los contaminantes de la antigua fábrica y la presencia de cinco pozos de agua subterránea en el terreno.
Los nuevos reparos
Con el asunto de los árboles zanjado, los nuevos reparos al plan parcial apuntan hacia dos temas que son intrínsecos al contexto del Bosque Bavaria. Durante casi cuatro décadas, en el terreno sobre el cual se proyecta la construcción de 14.000 unidades de vivienda, espacio público y un corredor verde, operó una de las fábricas para la fabricación de cerveza más grandes del país. A lo largo de ese período, explica el demandante, la actividad industrial empleó varias sustancias químicas nocivas durante el proceso de fermentación y embotellado de las bebidas comercializadas.
Entre las sustancias, dice la demanda, figuran agentes con potencial contaminante e incluso cancerígeno, como asbestos, bifenilos, sustancias potencialmente bioacumulables, etc. Si bien, como ya se mencionó, no hay actividad industrial en el complejo desde hace 15 años, para el demandante es necesaria la aplicación de estudios en terreno que descarten la presencia de algunos vestigios de estos agentes químicos. Lo anterior con el fin de que dichos rezagos no afecten a la comunidad colindante con el plan, ni a los futuros residentes de las viviendas proyectadas en el terreno. Tampoco existe un plan de gestión para el tratamiento de estos posibles rastros durante la construcción y disposición de las hectáreas que conforman el plan parcial, lo cual está estipulado, según Éricsson Mena, con la legislación colombiana.
Bajo esta misma línea, Mena, en la redacción de la demanda, señala que los desarrolladores del plan parcial ignoran la presencia de cinco pozos de agua subterránea en el predio. Ahora que el uso industrial de este recurso está en el centro del debate, la presencia de estos cinco puntos de captación no es un asunto menor. Sin embargo, es importante resaltar que desde el cierre de la fábrica los pozos se encuentran sellados e imposibilitados para su explotación. De hecho, los últimos estudios de pozo indican que su sostenibilidad hídrica ha mejorado considerablemente. Ahora bien, el potencial uso de los pozos subterráneos de agua no es la preocupación principal de los opositores.
Para este caso, el demandante menciona que los terrenos del Bosque Bavaria pueden estar en riesgo de subsidencia, esto es, de un posible hundimiento asociado a la sobreexplotación de los pozos de agua durante el funcionamiento de la fábrica. De acuerdo con estudios hidrogeológicos, parece haber una relación directa entre la explotación del agua subterránea y la subsidencia de los terrenos aledaños. Puntualmente, durante la actividad industrial de Bavaria, el demandante cita estudios que dan cuenta del volumen de extracción de los pozos de la compañía durante los 40 años en los que ocupó el predio.
Y es que con base en los estudios más recientes sobre subsidencia en la ciudad, la localidad de Kennedy tiene registros de 20 mm de hundimiento, lo que equivale a tres monedas de quinientos apiladas. Este margen de hundimiento, explica a El Espectador el arquitecto Daniel Aldana, no representa un riesgo significativo para la construcción de viviendas en altura, “pero es necesario verificar que la subsidencia no sea diferencial, es decir, que haya partes del terreno más hundidas que las otras. En este caso si habría un problema para la edificación y hasta para la construcción de aceras y espacio público, porque se podrían agrietar con el tiempo”.
Con estos argumentos, la demanda pide la nulidad simple del plan parcial. Frente a esto, en peticiones pasadas hechas por el demandante al Distrito, a través de la Secretaría de Ambiente y de Planeación, han indicado que para la aprobación de un plan parcial no es necesaria la obtención de una licencia ambiental. Pero que, en todo caso, el desarrollador, durante las diligencias para la adopción del plan parcial, ha demostrado tener toda la documentación técnica necesaria para soportar la viabilidad de la renovación urbana en el terreno.
Asimismo, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi aseveró que no existe una relación directa entre la subsidencia y su riesgo en la edificación en alturas. El Espectador contactó al desarrollador del plan parcial para conocer su opinión ante la nueva demanda, pero no fue posible obtener una respuesta.
En las entrañas de los frondosos árboles de eucalipto que rodean la fábrica en ruinas hay una oportunidad única de reutilizar un espacio abandonado y dotarlo para el disfrute de la ciudadanía. Se espera que la determinación de un juez sea lo suficientemente clara y contundente para desatascar el plan parcial, siempre y cuando se den las condiciones ambientales y del riesgo para llevarlo a cabo.
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