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Policías y ladrones brindaron por robo exitoso y ahora están en prisión

Desplegaron todo un plan para robarles $180 millones a los dueños del restaurante El Veleño. Esta semana les formularon imputación y están en prisión. Esta es la historia.

Alexánder Marín Correa

05 de diciembre de 2024 - 06:00 p. m.
En la foto se observa (izq. a der.) a alias Juancho, Nicolás, Koko, el Boyaco y el patrullero Joiner Andrés Murcia.
Foto: Cortesía
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Amordazados en su casa. Así encontraron, en la noche del 4 de abril, a los dueños del reconocido restaurante El Veleño, ubicado en la vía a Mesitas del Colegio. Seis sujetos (entre ellos dos policías) les hicieron inteligencia y desplegaron toda una operación para robarles $188 millones. Esta semana las autoridades capturaron a los involucrados, que enfrentarán el juicio en prisión.

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La historia va más allá de un simple caso de “manzanas podridas” en la Policía. Según las autoridades, se trataría de una organización que planeó con tiempo, distribuyó tareas y esperó a que las víctimas estuvieran solas para dar el golpe. Es lo que se conoce al leer el expediente con el que la Fiscalía llevó a los sospechosos ante un juez para legalizar la captura; imputarles secuestro, hurto agravado y porte de armas, y pedir medida de aseguramiento.

La primera versión la rindió la señora Martha Elena López, de 67 años, quien narró los momentos de terror que vivió junto a su esposo, Octavio Hurtado Ruiz, de 78. Recuerda que a las 7:30 de la noche, tras un largo día de trabajo, llegaron a su vivienda, en Santandercito (Cundinamarca). Allí, adentro, ya los esperaban cuatro delincuentes. Todos se metieron por una reja, en la parte trasera de la casa.

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“Uno me agarró y me dijo: ‘No vaya a gritar’. Nos hicieron ingresar y amarraron a mi esposo con cinta gris. Lo dejaron boca abajo, sobre la cama. Mientras observaba, otro me sentó en una silla y me dijo: ‘Entrégueme la plata o matamos a su esposo’. Otro cogió un cojín, lo puso en el cañón del arma y se acercó a Octavio, como si le fuera a disparar. Me dio miedo y les dije dónde estaba: en un closet del primer piso, entre medias veladas”. Hasta allí llevaron a doña Martha, donde también la amordazaron. Mientras tanto, otros esculcaban la casa.

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“Encontré alguito”, le dijo uno de los ladrones a un interlocutor, al que llamó mientras empacaba los millones en una tula. En total fueron $188 millones, el acumulado de varios días de ventas en el restaurante familiar. Antes de irse, cogió el teléfono de la señora, miró los contactos y anotó uno: el de la sobrina Yolis. “En una hora la llamo” y se fueron”. Y cumplieron. Una hora después llamaron a la sobrina y le dijeron: “Sus tíos están amarrados y golpeados en la casa. Avise a la Policía”. Así lo hizo, pero también llamó al hijo de las víctimas. “Escuchamos bulla y era la Policía, que tuvieron que romper un vidrio y tirarnos un cuchillo para desamarrarnos”.

Con el seguimiento del dispositivo PDA del subintendente Uriel Rincón y el patrullero Andrés Murcia, se pudo verificar cómo al final del día permanecieron estacionados cerca del restaurante El Veleño.
Foto: Cortesía

La investigación

Tras el revuelo del hurto, al día siguiente empezó la investigación. Hubo un detalle que llamó la atención: los policías que estaban de turno no alertaron esa noche a la Fiscalía ni a su cuerpo técnico, pero, a medida que fueron surgiendo evidencias, ese detalle cobró sentido: dos uniformados supuestamente habrían participado en el secuestro y el asalto. Se encontró, por ejemplo, que días antes, aprovechando su turno de vigilancia, se dedicaron a recorrer las inmediaciones del negocio y de la vivienda de las víctimas, como si estuvieran patrullando. Sin embargo, su plan era para buscar puntos ciegos, cámaras de vigilancia y detallar rutinas.

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También estuvieron en el restaurante haciéndole preguntas al administrador; luego volvieron para hacer lo mismo con el que vigilaba los carros y, finalmente, al empleado de una estación de gasolina cercana. Todas apuntaban a lo mismo: que si el negocio movía mucho dinero, que a qué hora llegaban y se iban los dueños, si tenían escoltas y si andaban armados, entre otras cosas. Incluso, el robo lo planearon para el 28 de marzo, pero, gracias a la información que recaudaron, supieron que ese día las víctimas estarían acompañadas, por lo que aplazaron el delito para el 4 de abril.

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En esta foto, a la izquierda, aparece el subitendente Uriel Rincón Correa con El Boyaco, el patrullero Joiner Andrés Murcia Bolaños, y al fondo Alias Juancho Parra.
Foto: Cortesía

Los policías coordinaron todo para estar ese día de turno y apoyar la acción criminal. Para comenzar, instalaron un punto de control cerca del establecimiento, como fachada para vigilar a las víctimas y lo levantaron cuando los dueños del restaurante salieron rumbo a su casa. Y en la noche, después del robo, apoyaron, como si nada, las labores de los uniformados que llegaron a atender la denuncia. Eso sí, convenientemente omitieron alertar a la Fiscalía. Para completar, días después fueron al negocio a preguntarles a las víctimas si habían puesto la denuncia.

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Pero la investigación no fue exclusiva de los detectives. El hijo de las víctimas obtuvo detalles por su cuenta, que orientaron la búsqueda. “Cuando me avisaron del asalto, viajé a Santandercito y empecé a llamar a conocidos. Luego me entero de que, al día siguiente del robo, unas personas, reconocidas en el municipio como delincuentes, habían estado en un billar, tomando whisky, como celebrando”.

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Se refería a Andrés Hernández Montejo, alias Coco; Juan Cristóbal Parra Pérez, alias Juancho Parra; Ómar Javier Piñeros Espejo, alias el Boyaco, y Nicolás Stiven Acosta, alias Nicolás. “Me entero de que junto a ellos estaban dos policías: el subintendente Uriel Rincón Correa y el patrullero Joiner Andrés Murcia Bolaños, que se encontraban de turno el día del robo. De igual forma, me hicieron llegar unas fotos, que adjunto a las autoridades”.

A esto se sumó el testimonio de una fuente de la Fiscalía y algunos uniformados, quienes dieron más detalles. Dijo que la banda responsable del hurto se hacía llamar Los Invisibles. “Desde que el patrullero Murcia llegó al municipio les propuso a varios uniformados participar en un hurto. Solo el subintendente Rincón aceptó. Luego se reunieron en una finca de la vereda Quebrada Grande, para organizar el golpe. Otras personas estuvieron involucradas.

A medida que avanzaba la investigación, surgieron nuevos testimonios, videos, pantallazos de conversaciones y otros elementos, como pruebas técnicas, interceptaciones e, incluso, los billetes con los que, dicen, Murcia intentó comprar el silencio de otra uniformada para que no lo delatara por los movimientos que hizo días previos al delito. “Los policías usaron su investidura, actuando con dolo, organizando y determinando un hurto donde sometieron y privaron de la libertad a dos personas de la tercera edad, realizando actos preparativos, ejecutivos y consumados. Con participación de los señores Ómar Piñeros Espejo, Andrés Hernández Montejo, Nicolás Stiven Acosta Barreto y Juan Cristóbal Parra Pérez.

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Con esto, la Fiscalía, tramitó las órdenes de captura y los llevó ante la justicia. De momento, aunque ellos se declararon inocentes, tendrán que responder por secuestro y hurto agravado. Un juez definirá si son culpables o inocentes.

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Por Alexánder Marín Correa

Periodista con experiencia en periodismo judicial, investigación, local y de datos. Actualmente editor de la sección Bogotá, del diario El Espectador y asociado de Consejo de Redacción (CdR), organización que promueve el periodismo de investigación en Colombia. @alexmarin55Jamarin@elespectador.com
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