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Por la conquista del voto de opinión

La llegada de Enrique Peñalosa y Carlos V. de Roux a la contienda revive las diferencias internas de los partidos por consolidar candidaturas que vayan hasta el día de los comicios.

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Natalia Herrera Durán
10 de mayo de 2015 - 02:00 a. m.
Por la conquista del voto de opinión
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Dos hechos políticos se dieron esta semana, que aclararon más el panorama de la contienda por llegar al Palacio Liévano. Enrique Peñalosa hizo oficial su intención de aspirar por quinta vez a la Alcaldía de Bogotá y a Carlos Vicente de Roux lo eligieron candidato único de la Alianza Verde.
 
La baraja la completan Rafael Pardo, por el Partido Liberal; Clara López, por el Polo Democrático, y Francisco Santos, por el Centro Democrático. Falta definir el candidato progresista, que saldrá entre Hollman Morris y María Mercedes Maldonado, y cómo termine la recolección de firmas de Daniel Raisbeck, con su llamado Movimiento Libertario, y el del movimiento Libres de Ricardo Arias, exdirector del Fondo Nacional del Ahorro.
 
La llegada de Peñalosa revivió al menos dos fracturas: la de la Unidad Nacional y la de la Alianza Verde. La primera por cuenta del apoyo que Carlos Fernando Galán, director de Cambio Radical, le ha dado a Peñalosa con su Equipo por Bogotá, al igual que el de David Luna, con el Partido Liberal, que puso en duda la coalición de partidos en torno a la candidatura de Rafael Pardo.
 
Por el peso de Galán en el partido, cuyo jefe político es el vicepresidente Germán Vargas Lleras, nadie cree que su actitud sea la de un simple disidente, pese a decir que Cambio Radical “no ha definido a qué candidato apoyará, pues las bases trabajan en la construcción de una propuesta integral” y que la decisión la tomarán en una convención distrital, que harán próximamente. 
 
Sobre el tema, desde la Unidad Nacional,  los escuderos de Pardo han sido los senadores Armando Benedetti, su  jefe de debate, y Roy Barreras. Este último ratificó el respaldo del Partido de la U y aseguró que Peñalosa, como “eterno candidato”, divide y, por lo tanto,  “es la garantía del triunfo de la izquierda, que tanto teme”.  Esto refiriéndose a la victoria que logró Gustavo Petro en la pasada elección, frente a candidatos como el mismo Peñalosa, Gina Parody, Carlos Fernando Galán y David Luna, que pese a representar un electorado de centro derecha, nunca se pusieron de acuerdo y perdieron divididos.
 
Benedetti, a su turno, ha sembrado las dudas de la legalidad de la candidatura de Peñalosa diciendo que por haber recibido “una millonaria cuantía por reposición de votos como candidato presidencial de la Alianza Verde” esto lo “une indiscutiblemente a ese partido”. Pero la posibilidad de que una demanda prospere contra la candidatura de Enrique Peñalosa es casi nula.
 
Consultado el magistrado Alexánder Vega, del Consejo Nacional Electoral, explica que la inhabilidad puede estar asociada con dos factores: la violación del régimen de inhabilidad y la doble militancia. La primera se viola si el candidato no renuncia un año antes a cualquier cargo de elección popular. Y la segunda, si el candidato no renuncia un año antes de las inscripciones formales (que empiezan el 25 de junio), y ha ocupado cargos directivos dentro del partido. Ninguno de los casos aplica para Peñalosa.
 
Con éste en la carrera por la Alcaldía, en la Alianza Verde revivieron viejas tensiones que existen desde 2012, cuando el Partido Verde se fusionó con el movimiento de izquierda Progresistas, entre quienes desde ya le piden a Carlos Vicente de Roux que busque alianzas con otros partidos, en especial con Peñalosa, y quienes creen que es la oportunidad de fortalecer un programa y candidatura nuevos, que muevan el voto de opinión y se posicionen mejor en las encuestas.
Y es que la mecánica política para la Alcaldía en Bogotá parece funcionar distinto a cómo se mueve a nivel nacional. La fuerza de votación de las bases, es decir, de los ediles y los concejales, no ha sido decisiva en la elección de alcalde. Por ejemplo, en la campaña pasada, el Partido de la U fue mayoría en 15 de las 20 Juntas Administradoras Locales, pero el alcalde fue, por tercer período, un candidato de izquierda.
 
En cambio, el recién elegido alcalde Gustavo Petro jalonó a ocho concejales del recién nacido movimiento Progresistas, la misma cantidad que jalonó Lucho Garzón con la primera aparición del Polo Democrático en la capital. Los ediles no son el paradigma de la fidelidad política y no hay una disciplina de partido consolidada. Ese es uno de los grandes desafíos que enfrentan los candidatos, que necesitan organizar las bases, para que los disidentes, que nunca faltan, sean pocos.
 
Sobre todo, deberán conquistar el voto de opinión bogotano con propuestas de ciudad y con la capacidad de mover y consolidar fuerzas políticas, como carta de negociación a futuras alianzas.  Por ahora, al mejor estilo de Peñalosa, que dice que Rafael Pardo “debe pensar más en Bogotá que en sus ambiciones personales”, todos buscan alianzas, pero alrededor de cada uno. Con seguridad, el vaivén nacional, de la guerra o la paz, con la música de fondo del uribismo, el santismo y el petrismo, que desde ya se mueven para las elecciones presidenciales de 2018, no dejarán de meter la cucharada en la elección del segundo cargo más importante del país. 

Por Natalia Herrera Durán

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