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El déficit que enfrenta el Fondo de Estabilización Tarifario (FET) del Sistema Integrado de Transporte de la ciudad, según lo dicho por el alcalde Carlos Fernando Galán, este año asciende a 3,07 billones de pesos.
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Al enorme déficit, se le suma los retrasos en la entrega de $825.000 millones que el Gobierno Nacional se comprometió a desembolsar para alivianar la situación fiscal del FET. Sin embargo, el dinero aún no llega, la situación persiste y, una vez más, el pasaje podría subir de precio para que el recaudo sea mayor y el FET se pueda estabilizar, o al menos, frenar el déficit.
“Ese presupuesto del 2024, que contemplaba la entrega de 825 mil millones de pesos, no se ha cumplido. Lo que hemos visto hasta ahora, es que todo indica que no tienen como entregarnos eso. Entonces ahí hay un hueco que estamos viendo cómo resolver”, señaló el alcalde Carlos Fernando Galán durante un acto público el pasado mes de julio.
“La situación actual no solo afecta la sostenibilidad del sistema, sino que pone en riesgo el derecho fundamental de los bogotanos a una movilidad digna y accesible”, señaló en días pasados en el cabildo de la ciudad el concejal Armando Gutiérrez, del Partido Liberal.
“Como miembro del cabildo distrital, hago un llamado urgente al Gobierno Nacional para que cumpla con su obligación de transferir los fondos. Es inaceptable que el funcionamiento de TransMilenio esté en peligro debido a la ausencia de estos recursos. Bogotá no puede cargar sola con el peso financiero de un sistema que beneficia a toda la región”, recalca Gutiérrez.
Una de las razones que perpetúan el déficit, es el alto índice de colados que a diario ingresan de manera irregular al sistema, pues la evasión del pago, además de socavar las finanzas del sistema, genera un ambiente de impunidad que agrava la situación y, sumado a otros líos como la inseguridad, aumenta la insatisfacción del grueso de usuarios.
De acuerdo con las cifras reveladas por el concejal, la insatisfacción con el funcionamiento del sistema es el común denominador de los usuarios, pese a que los niveles de satisfacción han incrementado notablemente. En el 2016, el 57,4% de los usuarios se sentían insatisfechos, y solamente el 17,7% se sentía a gusto. En 2019, el 52% de los usuarios se sentía inconforme y el 22,6, se sentía satisfecho. Tras la pandemia, los índices cambiaron y la última medición, de 2023, señaló que el 39,8% de los usuarios estaba insatisfecho y el 38,8% se sentía a gusto.
El objetivo de que Bogotá tenga un sistema de transporte sólido, accesible en relación de costo/servicio, y que además sea sostenible, tiene que pasar, necesariamente, por su estabilización económica sin que el usuario se vea afectado pues, una disminución en la demanda aumentaría la crisis de manera notable. “El Distrito debe explorar todas las alternativas posibles para evitar que los usuarios paguen el precio de la falta de recursos, desde buscar nuevas fuentes de financiación hasta intensificar la lucha contra la evasión en el sistema”.
Entre tanto, mientras el déficit empieza a subsanarse, el debate por el aumento del pasaje continúa. “Estamos evaluando como podemos garantizar que siga operando el sistema de transporte público, sin afectar el bolsillo de los ciudadanos. Porque también parte de la razón por la que muchos ciudadanos se han bajado del transporte, ha sido el aumento de las tarifas. La gente tiene que también ayudarnos a luchar contra la evasión. A no bloquear el sistema. Si esto ocurre, podemos mantener por ahora la tarifa que está definida”, señaló Galán.
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