
“Me gritaban y yo me les alcé: ‘a mí no me griten’. Porque ustedes tienen un arma, no piensen que me pueden humillar”, Natalia*
Foto: Mauricio Alvarado
José*, de 30 años, y su esposa Natalia*, de 27, alzan la mirada para responder cómo era su hogar. Ese que construyeron con trabajo y esfuerzo, en donde las montañas de una de las veredas de Hacarí (Norte de Santander), los cobijaba. Allá no había paredes que limitaran a los niños en dónde correr o jugar y el sonido de la cascada, sumado al canto de un gallo, acompañaba cada amanecer. Esa libertad, ahora, se ve reducida a una habitación de hotel en Bogotá, donde duermen junto a sus tres hijos de 2, 7 y 11 años.
“Era una vista hermosa. Se...

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