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Desde el día en que la primera línea del metro fue noticia, su definición no ha cesado de generar opiniones, explicaciones y preguntas. En el foro sobre movilidad organizado por El Espectador el lunes pasado, la intervención del contralor distrital, Miguel Ángel Moralesrussi, le añadió al tema una serie de observaciones que de una u otra forma revistieron de dudas el primer tramo del metro.
Ya alejado del auditorio, un día después de su intervención, el contralor dedicó un poco de su tiempo a explicar, de manera un poco más profunda, los cuestionamientos que dejó entrever.
La principal preocupación de Moralesrussi radica en que aún no existe claridad en el esquema de financiación que hasta el momento se ha expuesto. Ambos gobiernos, el nacional y el distrital, han aclarado que financiarán la obra del siguiente modo: 70 y 30%, respectivamente. La Nación cumplirá con su cuota gracias a vigencias futuras por $250.000 millones a partir de 2016. Sin embargo, la pregunta que se hace el contralor es qué va a suceder en estos siete años venideros, cuando sea la administración distrital la que tenga que invertir.
“El espacio fiscal que tiene el Distrito alcanza para pagar el 30% de las obras, pero habrá que definir si eso implicaría que la ciudad sea la que cargue con la responsabilidad del endeudamiento, del posterior pago de intereses, de algún costo extra que se origine durante la ejecución de los trabajos o de un clima cambiario desfavorable, justamente porque será la encargada de costear el inicio de las obras”. Para el funcionario, las reglas tienen que estar claras entre los dos gobiernos y así definir cómo se va a asumir la etapa inicial de la financiación para que no ocurra lo mismo que le sucedió a Medellín con el metro, que afectado por problemas como los arriba nombrados, tuvo que ser costeado por los bolsillos de todos los colombianos. “Repetirlo sería una vergüenza”, puntualizó.
Otra de la grandes preocupaciones que le genera el tema a Moralesrussi es que con los altos costos del proyecto podría verse comprometido el futuro de la carrera séptima (a definirse esta semana, de acuerdo con declaraciones del alcalde Samuel Moreno), que según fuentes extraoficiales consistirá en la construcción de una nueva línea de Transmilenio. “En ese caso, esos costos deberán recaer en las finanzas distritales, pues los aportes del Gobierno Nacional para la fase III sólo abarcan las obras de la calle 26 y la carrera décima. De ser así, sumando las obligaciones financieras del metro y de la carrera séptima, no habrá espacio fiscal para la financiación del proyecto del tren de cercanías que le corresponde a la capital”, puntualizó el contralor.
Para el funcionario distrital, lo que se ha logrado hasta el momento es un buen “diseño conceptual” del metro que se ha forjado en los compromisos políticos adquiridos por los gobiernos. Ahora viene la parte más escabrosa del camino, la de llevar el proyecto a la realidad con todos sus bemoles, sus facilidades y complicaciones. “Yo le diría al Alcalde: la historia le reconoce que usted fue el padre de la creatura, el metro, pero permita que nazca por parto natural y no por cesárea”.