La explosión de una granada la noche del martes, en el barrio San Bernardo, reavivó el debate sobre la situación social y de seguridad que hace décadas sufre este sector, la cual, vale recordar, se recrudeció tras desmantelar el Bronx y que muchos traficantes migraran a este barrio.
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Hoy, pese a las constantes operaciones, el conocido “Samber” lidia con los flagelos asociados al microtráfico, entre ellos, las guerras por el territorio, como la que protagonizan hoy bandas como “Los Venezolanos” y “Los Costeños”. Lo paradójico es que todo esto ocurre, en el corazón de una zona rodeada de instituciones, que parecen darle la espalda al problema.
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Puntualmente San Bernardo está entre la Avenida Caracas y la Carrera 10, y entre las calles 1 y 6, en pleno centro de Bogotá. Al lado queda el parque Tercer Milenio; en diagonal está la seccional de investigación criminal de la Policía de Bogotá, y a escasas calles, el Palacio de Nariño y un batallón. A pesar de esto, San Bernardo es sede de múltiples de delitos, que van desde el asesinato hasta el tráfico de drogas y trata de personas.
A finales de 2020, por ejemplo, ocurrió un escabroso crimen que se resolvió hace poco con la condena de sus autores: el homicidio de Lynda Michelle Amaya, de 15 años, quien fue a preguntar por su celular robado y la mataron. Según la Fiscalía, los responsables fueron miembros del grupo Tazmania, que operaba igual a como lo hacían las estructuras del tenebroso Bronx. O el que se descubrió en abril del año, cuando rescataron a una joven, de 22 años, que estaba siendo explotada por las bandas del sector para diversas acciones.
Un ambiente como esté propicia las fricciones y guerras entre las bandas, que se disputan el control del mercado de estupefacientes del sector. De ahí, que el uso de artefactos explosivos, como el detonado ayer, no sean algo exclusivamente nuevo o coyuntural. En julio del año pasado, por ejemplo, otro individuo arrojó una granada en pleno corazón del sector. No obstante, en aquella oportunidad las autoridades lograron interceptar el artefacto y realizar la detonación controlada.
Mercado de estupefacientes
La Secretaría de Seguridad reconoce que en la zona se mantiene la problemática de venta de droga, en especial entre las calles 2 y 6 y las carreras 11 y 12. Esto ha derivado en la presencia de habitante de calle, que son instrumentalizados por las bandas criminales, para llevar a cabo actividades de menudeo. Si bien el sector ha sido intervenido y gran parte de las ollas que allí funcionaban fueron demolidas, a la fecha, continúa siendo un sector controlado por bandas ilegales.
Una de las intervenciones más notarios se llevó a cabo el 3 de mayo del año pasado, cuando la Secretaría de Seguridad y la Policía Metropolitana de Bogotá llevaron a cabo un operativo con el fin de hacerle frente a delitos como el hurto, la extorsión, el homicidio y el microtráfico. Alrededor de 250 policías se tomaron la zona. Las inspecciones dejaron 13 capturados, nueve de ellos por orden judicial y cuatro en flagrancia. Se incautaron, además, más de 20.000 dosis de diferentes sustancias, que estaban listas para la venta, $11 millones en efectivo, dos máquinas contadoras de dinero, siete celulares y un arma de fuego.
Las capturas se llevaron a cabo mediante 11 órdenes de allanamiento y la inspección a varios pagadiarios del sector, algunos de los cuales funcionaban como fachadas para facilitar la comisión de delitos. La operación sirvió para desarticular una de las bandas que ostentaba el poder en la zona, conocida como Marduk. Sin embargo, como es habitual, se desató una guerra por el ocupar ese espacio y tener control, con lo que se reinicia el ciclo.
Así lo confirmó en su momento a El Espectador, el mayor Yilmar Joaquín López, jefe de la línea investigativa contra el tráfico de estupefacientes. “Es un problema estructural. Este año hemos intervenido varias veces la zona de San Bernardo, históricamente azotada por el consumo y el microtráfico. En abril sacamos a 11 personas, entre proveedores y distribuidores. Hay zonas que impactamos con regularidad cada mes, pero eso no significa que vaya a terminar el tráfico ni que tengamos que dejar de intervenirlas. Más nos demoramos en sacarlos de la zona, que otros estar tomando el control”.
Renovación urbana en veremos
Además de los operativos, la esperanza de acabar por completo con lo que ocurre en estos barrios del centro de Bogotá está en un proyecto de la Empresa de Renovación Urbana (Renobo), que pretende transformar 9,3 hectáreas, para recuperar la vocación residencial y comercial del sector, mediante la construcción de 3.946 viviendas de Interés Social (VIS). En este proyecto se invirtieron $132.000 millones, sobre todo para la compra de 341 predios necesarios para la intervención.
Sin embargo, el plan parcial, que contempla esa renovación, se encuentra en formulación. De momento, Renobo ha logrado lanzar por novena vez una licitación para la construcción de un centro comercial, casi del mismo tamaño del Unicentro, pero en San Victorino. Este proyecto, junto al parque del Tercer Milenio y el plan parcial San Bernardo, completan un anillo urbanístico con el que pretenden cambiarle la cara a este deprimido sector.
A pesar de ello, el cambio no se verá si no se concreta la construcción de viviendas. La idea es edificar 4.000 apartamentos, un centro de la felicidad CEFE, nuevas hectáreas de espacio público y una alameda, a través del puente de la calle sexta, que conecte al vecindario con el parque Tercer Milenio y el complejo comercial de San Victorino.
No obstante, San Bernardo ha tenido obstáculos de socialización y líos prediales, para lograr llevarlo a cabo. Los propietarios de los predios en la zona dicen que los precios ofertados están por debajo de los avalúos comerciales. Mencionan ofertas por metro cuadrado que no superan los $700.000, mientras que el valor estimado, dicen, es de $1′000.000. Asimismo, existe el temor por el fenómeno de gentrificación, en un sector que ha sido históricamente popular.
El trabajo en la zona es interinstitucional y, además del proyecto de renovación y las intervenciones en materia de seguridad, la alcaldía de la localidad de Santa Fe y la Secretaría de Integración Social vienen liderando la entrega de ayudas y difusión de la alerta institucional.
El problema de San Bernardo, que vuelva por los cielos de la opinión pública cada vez que estalla una granada, se encuentra enquistado y a la espera de soluciones sostenibles. Aunque los operativos deben seguir siendo una prioridad para golpear a las bandas delictivas, está claro que el barrio no dejará su cruz de delincuencia a cuestas, hasta que no haya un plan de intervención integral.
En el armario de evidencia yacen experiencias como las del Bronx, que, si bien tardaron en materializarse, lograron un impacto significativo en zonas en las que antes reinaba el mismo terror delictivo que hoy es hegemónico en el barrio San Bernardo.
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