Alrededor de las 10:00 de la noche del pasado 17 de agosto, la vereda Naranjal, del municipio de Quetame, en Cundinamarca, fue epicentro de una de las mayores tragedias invernales de los últimos años en el departamento. Las fuertes lluvias, que azotaron ese día la región, provocaron un represamiento en los afluentes aledaños, que luego desató una avenida torrencial, que arrasó todo a su paso: el caserío, la escuela, dos puentes, camiones y carros. Y así fue como la vereda prácticamente desapareció por cuenta de la naturaleza, que ese día cobró la vida de 29 habitantes.
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La magnitud de los destrozos se apreció con plenitud al día siguiente, cuando los organismos de socorro reforzaron las tareas de búsqueda de los desaparecidos, en medio de los cultivos afectados y las casas destruidas. Al luto y a la angustia, se sumó el cierre del principal corredor, que conecta al centro con el oriente del país, no solo por los escombros que llegaron hasta el peaje Naranjal, sino por la destrucción del puente en el kilómetro 50, de la vía Bogotá-Villavicencio.
Una de las carreteras más importantes de Colombia quedó cerrada por más de 20 días, situación que se superó tras el trabajo coordinado del Gobierno Nacional, las gobernaciones de Cundinamarca y del Meta, y las alcaldías de los municipios de la zona, que impulsaron la instalación de dos puentes provisionales para habilitar la vía en la primera semana de agosto.
Hoy, después de un mes de la tragedia, el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, informó que la administración departamental ha venido haciendo presencia en el municipio de Quetame todos los días. “Continúa el puesto de mando unificado, la entrega de más de 1.000 ayudas, el pago de arrendamientos y el acompañamiento a las familias damnificadas. La maquinaria de Gestión de Riesgo departamental siguen trabajando en las diferentes vías terciarias”, indicó.
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Por otra parte, las autoridades del departamento también han venido trabajando en obras hidráulicas en los ríos Negro y Contador, y de la quebrada Estaquecá. Incluso, García confirmó que se está trabajando en la reubicación de 30 familias afectadas, todo esto, a través de la construcción de viviendas “para quienes quieran la reubicación en el mismo sector”.
En cuanto a los comerciantes de la zona, el mandatario también prometió que no va a parar hasta que hayan recibido “la ayuda por el tiempo que no tuvieron la oportunidad de vender sus productos. Lo mismo hará con las familias, que no solo perdieron sus viviendas, sino sus bienes, para ejercer una actividad económica. El acompañamiento irá hasta que todos tengan nuevamente las herramientas que perdieron. No descansaremos y no pararemos nuestra tarea desde la gobernación”, mencionó.
Otras de las acciones puntuales que han adelantado la Gobernación y otras entidades ha sido la entrega de 741 ayudas humanitarias (mercados, kit de aseo, ropa y agua) a las familias; acompañamiento psicosocial a las víctimas y comunidad de los albergues, así como la entrega de cobijas, colchonetas y mercados a la Alcaldía de Quetame. A esto se suma la recuperación de la vía Quetame-Fómeque, así como la limpieza de escombros y derrumbes en las veredas Guamal Alto, Chilcal Bajo, Curruco y Ficalito.
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En cuanto al suministro de agua potable, este se viene haciendo con carrotanques de las Empresas Públicas de Cundinamarca (EPC), la cual se ha dedicado a la reparación de las redes de acueducto, alcantarillado y la planta de tratamiento de la región, que también se vio afectada. El plan es restablecer el servicio en el sector Algodonal lo antes posible.
“Gestionamos ayudas de concentrados para ganado (sorgo, fruto de palma y maní forrajero) y pollo de engorde; comercializamos productos agropecuarios; entregamos alivios financieros para deudores de Banco Agrario, y líneas de crédito con tasas preferenciales”, afirmó el gobernador García.
También se hizo la entrega de 598 kilogramos de alimentos para los animales que resultaron afectados y 57 se atendieron en urgencias veterinarias. Después de la tragedia, un total de 117 personas sufrieron las consecuencias de la avalancha torrencial. Sin embargo, ahora las autoridades y los habitantes de la zona no solo se deben concentrar en recuperarse y seguir adelante, a pesar del dolor de las pérdidas de sus familiares y vecinos, sino en prepararse ante una eventual tragedia.
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Emergencias constantes
El presidente, Gustavo Petro, ya había explicado que la avalancha torrencial que se presentó “es uno de los eventos que ya son propios de una cordillera que aún tiene una vida muy joven y es inestable, y que en esa zona específica ha ocasionado centenares de muertos”. Y señaló que este territorio podría tener mejor estabilidad si “se pudiese sembrar más árboles y si hubiese allí una reserva forestal de filo a filo. Lo cual implica reubicar actividades”.
Cabe recordar que Quetame es una de las zonas de Cundinamarca en la que más se registran emergencias por crecientes súbitas y deslizamientos. Incluso, este 2023, ha sido uno de los municipios en los que más se han presentado estos fenómenos, dejando 150 familias afectadas.
Para, Alfonso Ramos, del departamento de ingeniería civil de la Pontificia Universidad Javeriana, no es difícil predecir en qué partes de Colombia puede ocurrir otra tragedia como la del pasado 17 de julio. Para él, “repasar los sitios en los que ya hubo avenidas torrenciales es suficiente, pues son fenómenos que se repiten en los mismos puntos”.
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Y es que precisamente, tras el temblor del mediodía de este 17 de junio, en Quetame se registraron deslizamientos y daños en algunas casas, provocando “afectaciones en tres viviendas, una rural y dos urbanas.
Asimismo, en el casco urbano”, señaló el alcalde de Quetame, Camilo Parrado, quien agregó: “gracias a Dios no hubo pérdidas humanas, pero sí sintió muy fuerte, porque estamos cerca al epicentro. Se sintió similar al de la vez pasada. En los negocios se cayeron los estantes, y no hemos podido avanzar en el censo, porque la gente entró en pánico y la mayoría de las personas no están en sus casas, sino en el parque principal”.
Esta situación apunta directamente a que el desafío actual para los habitantes del municipio y las autoridades es doble: no solo resarcir los daños de una tragedia, sino preparar físicamente una zona que es propensa sufrir este tipo de acontecimientos naturales.
Y aunque la prioridad actual es reubicar familias y recuperar la económica de las personas afectadas para la pasada avenida torrencial, el Gobierno Nacional debe invertir en soluciones como conocer de primera mano las amenazas naturales; estudiar sus probabilidades, y tomar decisiones urgentes para disminuir el riesgo y que una fatal emergencia, como la que se vivió el pasado 17 de julio no se vuela a repetir en esta zona del país.
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