
“Yo me metí de lleno en esta vaina cuando nos fuimos de la casa de mi mamá con mi hermano. Antes lo había probado y ya. Pero ya luego de verme sin casa y sin nada, las fumadas se volvieron diarias. A mí me han cargado a varios sitios en donde se supone que a uno lo obligan a rehabilitarse, pero eso no funciona así. Yo quiero dejar el demonio, pero con mi proceso, a mi manera, no obligado por una gente a la que ni siquiera le importo”, cuenta Santiago, de 21 años, quien, tras irse de su casa por problemas de violencia intrafamiliar, desde hace...
Conoce más
