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Robo de autopartes en aumento: el círculo vicioso de comprar y vender robado

Aunque las autoridades saben cuáles son los lugares enquistados en donde se negocian autopartes robadas, las cifras siguen en aumento. ¿Qué está fallando?

Camilo Tovar Puentes

06 de abril de 2025 - 08:33 p. m.
196 motores, 17 chasis y más de 200 autopartes de vehículos de alta gama fueron recuperados por las autoridades
Foto: Secretaría de Seguridad
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Decir que el robo de autopartes en Bogotá está disparado, a estas alturas, ya resulta una obviedad. Los robos de espejos, llantas, partes eléctricas y farolas, entre otras autopartes, son paisaje de la cotidianidad de la ciudad. Quienes conducen saben, desde hace años, que si se descuidan en un semáforo en rojo o en un trancón, o si estacionan en la calle, es probable que resulten con el carro desvalijado.

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Y para completar el panorama, también es una verdad a voces que hay puntos de la ciudad en donde el mercado de compra y venta de autopartes robadas no solo está normalizado, sino que tiene una demanda creciente, que, como sucede con celulares y bicicletas robados, responde a una evidente crisis en materia de atención por parte de las autoridades, pero también a una práctica social y cultural normalizada: comprar y vender robado.

Pese a las intervenciones policiales en desguazaderos que han derivado en la desarticulación de bandas, capturas y condenas, la incidencia de este delito se siente a diario y las cifras, en 2024, aumentaron en relación con 2023.

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Seguridad, el año pasado se reportaron 4.549 casos, cifra que representa un aumento del 7,4 % frente a los 4.239 casos que señala el reporte global del 2023. El aumento, como se ve, es notable, y con un agravante: el subregistro. Muchos de los robos “pequeños” como de un espejo, una farola o una llanta no se denuncian.

Como indican las cifras, en 2024, en Bogotá se robaron, en promedio, 10 carros al día. “Son muchos los ciudadanos que han sido afectados por este delito y sus vehículos terminan en el comercio ilegal de autopartes, el cual está disparado. La rapidez con la que los talleres desguazan los vehículos es alarmante”, advirtió la concejala Diana Diago (Centro Democrático), quien recientemente volvió a poner el tema sobre la mesa en el cabildo distrital ante el aumento de casos. Según ella, las localidades más afectadas por este delito son Kennedy (1.064 casos), Engativá (467), Puente Aranda (465), Ciudad Bolívar (367) y Suba (281).

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Pero ¿a dónde van a parar los carros robados? Autoridades y expertos lo tienen claro: su destino final son los desguazaderos de vehículos, que alimentan el mercado ilícito de la venta de autopartes robadas, que es como los delincuentes se lucran con estos hurtos. Sitios como La Estanzuela, en el centro; el Siete de Agosto, en la localidad de Barrios Unidos, y puntos enquistados en el sur de Bogotá en localidades como Ciudad Bolívar y Bosa son sitios neurálgicos en donde además, de desguazar los vehículos hurtados o vender las autopartes de manera individual, buena parte de la ciudadanía acude a comprar repuestos de segunda, muchos de ellos hurtados. Cabe aclarar que en estos puntos de la ciudad la generalidad es la legalidad; sin embargo, hay que mencionar que la venta y compra de autopartes está normalizada desde hace años.

Lo barato sale caro

Andrés Macías Tolosa, investigador de la Universidad Externado de Colombia, comenta que “el mercado ilegal de autopartes es un negocio que involucra estructuras criminales altamente organizadas, con la capacidad de mover las partes dentro de Bogotá o también por fuera de la ciudad y del país. Estas estructuras han logrado alterar números de series del motor y de chasis, entre otros, para venderlas fácilmente”.

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Entonces, una vez los vehículos hurtados son desarmados, sus partes se esparcen en los mercados negros de los puntos críticos ya mencionados de acuerdo con la demanda de partes y terminan a la venta en estantes donde los hacen pasar por elementos de segunda o como réplicas. En otros casos, dependiendo del modelo, partes como el motor, elementos electrónicos propios de la marca y otras autopartes que tienen un mayor rastreo a través de códigos únicos, son enviados a otras ciudades e incluso al exterior.

Las autopartes más apetecidas

Los espejos y las llantas, que aunque sí son de los elementos más comunes en ser hurtados, no son los más apetecidos. El grueso de la delincuencia va por las placas. De acuerdo con la Policía Nacional y Autopartes, el 29 % de los robos de autopartes del país corresponde al robo de placas, seguido del robo de espejos laterales (en semáforos y trancones casi siempre), rines, llantas, unidades electrónicas y el motor.

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Como pasa con el mercado de partes de bicicletas y celulares hurtados, con tanta demanda de autopartes, los robos son cotidianos. Ante ello, las autoridades han fortalecido las estrategias para quitarles espacio a estas bandas; sin embargo, la percepción de inseguridad entre conductores crece cada día. Este año, en operativos realizados a sitios con fachada de talleres, bodegas y viviendas, la Mebog ha recuperado 196 motores, 17 chasises y más de 200 autopartes de carros de alta gama cuyo valor comercial se acerca a los $5.000 millones. Estos resultados, en parte, se deben a las denuncias de las víctimas, de ahí su importancia.

“La mayoría de casos de vehículos recuperados y devueltos por las autoridades a sus dueños se lograron gracias a que las víctimas interpusieron la denuncia en las siguientes seis horas. Eso es importante resaltarlo, porque si no se hace la denuncia en ese tiempo, o máximo en 10 horas, se pierde hasta un 72 % de posibilidad de recuperar el vehículo”, resalta Andrés Nieto, exsubsecretario de Seguridad de Bogotá y docente e investigador en seguridad de la Universidad Central.

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Debido a que una gran parte de las autopartes robadas tiene dos caminos: mercado local de bajos precios o mercados fuera de la ciudad o incluso del país, en donde las partes de vehículos de lujo se pagan mejor, el enfoque territorial en las zonas neurálgicas y los controles aduaneros y de salida de mercancía nacional son fundamentales.

Por otro lado, según denunció la concejala Diago, la administración distrital “se ha demorado más de un año para instalar las cámaras LPR, de identificación en tiempo real”, y señala, además, que 697 cámaras de videovigilancia no funcionan y 1.000 patrullas están fuera de servicio. En ese sentido, los cambios en las estrategias de mitigación deben incluir también por la inversión en infraestructura.

Entre tanto, si no se instaura la cultura de no comprar elementos robados y se logra una mejor trazabilidad del destino de las partes, dar con el centro de poder de las bandas organizadas y no quedarse en los pequeños tentáculos locales, el delito seguirá al alza.

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