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Entre semana el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis parece un parque desierto a donde sólo llegan grupos de estudiantes e indígenas huitotos. Por donde se mire hay avisos de reparación; ni la cascada, ni el lago, ni el páramo están en funcionamiento. La preocupación de los visitantes se ha agudizado, pues han pasado nueve meses y el paisaje sigue siendo el mismo: paneles deteriorados, cascadas sin agua y cintas de sellamiento.
Los visitantes del jardín han denunciado que obras como la del lago y la del páramo llevan 10 años y aún no tienen solución. Sobre este problema, el concejal Diego García se pregunta a dónde ha ido a parar el dinero que la Alcaldía ha destinado para el jardín, además de lo ganado por la venta de tiquetes: “Este año no hemos visto ninguna mejora. No nos dicen cuándo harán los arreglos ni cómo invertirán los recursos que les han sido asignados”.
Aunque el Jardín Botánico tiene espacios deteriorados en la mayoría de áreas, las reparaciones más urgentes son las del lago, la cascada y el páramo, sin contar los paneles dañados, las especies invasoras y las plantas en mal estado del vivero. En el caso del lago y la cascada, las filtraciones de agua no han permitido que se mantengan estables, y si bien en el páramo también hay problemas hídricos, preocupa principalmente su deterioro y el crecimiento de especies invasoras.
El director del Jardín Botánico, Luis Olmedo Martínez, comenta que, a su llegada en marzo, heredó una institución mal gerenciada por las pasadas administraciones. Agrega que lo más complejo de todo son las tres grandes reparaciones: “El lago presenta una fractura interna profunda, la cascada tiene filtraciones en el tubo y en la base, y el páramo se encuentra en estado de abandono”.
Respecto al retraso de las mejoras luego de seis meses, el director dice que esta vez es necesario tener cautela con las decisiones que se tomen, teniendo en cuenta que en enero de este año la Contraloría Distrital encontró un detrimento patrimonial de $498 millones en el Jardín Botánico.
Martínez asegura que su idea es crear un jardín de humedales. El problema es que primero tiene que pensar en temas como el suelo del lago y la estructura de los ecosistemas que hoy están deteriorados. “En la cascada estamos haciendo obras de ingeniería y en el lago estamos estudiando el suelo para realizar una impermeabilización”. Añade que en diciembre los visitantes verán agua en las dos zonas.
Cuando faltan tres meses para la entrega de estas obras, todavía no se ha definido el presupuesto destinado a las reparaciones. Martínez explica que tan sólo la impermeabilización del lago puede costar $320 millones.
Sobre el presupuesto en general, el director dice que es incierto. “Por ahora tenemos muchas ganas, porque el dinero exacto aún no lo tenemos y estamos a la espera de lo que nos digan en la Secretaría de Planeación”.
Debido a fracasos como la implementación de un sistema de nebulización en el páramo, Martínez es enfático en la necesidad de trabajar con expertos de la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes. “A raíz del abandono proliferaron especies invasoras difíciles de eliminar. Por eso contratamos más botánicos y buscamos la ayuda de universidades y centros de investigación”.
Hoy, el deterioro del jardín también se puede ver en los paneles rotos, en algunas plantas en mal estado y en la cafetería, que se encuentra cerrada. En el páramo hay algunos brotes de frailejón y los ingenieros siguen caminando por el lecho del lago. “Para diciembre ya verán la cafetería, los paneles y el agua”, dice el director.