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La secretaria de Planeación, María Camila Uribe, habla acerca de las complejidades y alcances del Plan Zonal del Norte, que fue presentado el lunes oficialmente por el alcalde Samuel Moreno. El decreto es la culminación de un proceso de más de seis años, desde que fue propuesta por primera vez en el Plan de Ordenamiento Territorial, y que, para el equipo de Uribe, representó jornadas de trabajo de 20 horas diarias durante los últimos cuatro meses, para darle los toques finales a una iniciativa que busca desarrollar 466 hectáreas de la sabana y poblarlas con algo más de un cuarto de millón de habitantes.
¿Qué aspectos resaltaría usted del Plan Zonal del Norte (PZN)?
La sostenibilidad ambiental del Plan, que está en la misma línea de la resolución 475 del Ministerio de Ambiente, que busca conectar los cerros orientales con el río Bogotá. Pasamos de contemplar 43 hectáreas de protección a 300, además de adoptar planes para la protección de los humedales. Uno de los grandes problemas que hay hoy en el Norte es la existencia de 80 pozos sépticos que contaminan las aguas profundas. Asimismo, es muy importante destacar el papel que se le da al desarrollo de vivienda de interés social (VIS). De las 466 hectáreas destinadas para nuevos desarrollos urbanos, 116 serán para construcción de VIS.
La palabra valorización genera temor entre los ciudadanos. ¿Quiénes van a pagar este impuesto por el PZN?
Es un tema que hemos propuesto para financiar el desarrollo de nuevas vías, principalmente (como la expansión de la Low Murtra o la construcción de la avenida El Polo). Esta valorización la pagarán quienes se beneficien de la vía. Ahora, esto es algo que el Concejo debe decidir cómo implementar, de llegarse a aprobar. Lo que queremos es que nadie pague más por la valorización del PZN de lo que ya ha pagado en la ciudad y que sólo lo hagan, repito, quienes sean beneficiarios del nuevo corredor vial.
¿La factura de agua de los bogotanos no subirá por cuenta de la construcción del alcantarillado del norte?
Los costos de las obras no se van a transferir a las tarifas de los usuarios. Los mecanismos de financiación de las redes de alcantarillado no son diferentes de los que ya están establecidos en las leyes. No es vía tarifas que se construirá esta infraestructura. La Empresa de Acueducto adelanta desde el año pasado un estudio para determinar, técnicamente hablando, cómo será el alcantarillado de toda esta zona. Lo que se sabe hasta el momento es que costará alrededor de $226 mil millones.
¿Por qué era importante sacar adelante el Plan y por qué se demoró tanto su expedición?
Es importante porque necesitamos reglas claras para el desarrollo de esta zona, en la que no tenemos alcantarillado ni infraestructura. Una gran área que no cuenta con vías suficientes, sino apenas la Autopista Norte, que está completamente sobrecargada. El Plan nos permite estructurar el marco necesario para que pasen en el terreno las cosas que hemos soñado en el papel. La demora tuvo que ver con la mezcla de muchos intereses, con el balance que tocaba hacer entre lo que querían los particulares y lo que la ciudad necesita. En ese proceso nadie quedó feliz: los ambientalistas, los constructores, todos querían más.
¿Qué fue lo más difícil en la creación del PZN?
Uno de los temas más complicados fue el ambiental, que creo cumple hoy con el marco legal y con los estudios adelantados en esta materia. Algo importante es que el decreto deja abierta la posibilidad para que éste se pueda modificar y hacerle nuevas adiciones cuando la CAR expida la declaración de la reserva forestal regional. El Plan tiene un mecanismo implícito de revisión para cuando sea declarada esta reserva.
¿El PZN está del lado de la ciudad o de los constructores?
Del lado de los bogotanos, absolutamente.