Bogotá y los municipios vecinos están “ad portas” de cumplir un año con racionamiento de agua, y el cuestionamiento: ¿hasta cuándo irá?, resuena con frecuencia. La noticia es que, al parecer, el fin estaría cerca. Al menos es lo que se intuye tras las declaraciones del alcalde Carlos Fernando Galán y la gerente del Acueducto, Natasha Avendaño, quienes señalaron que en abril se podría poner fin a la restricción, gracias a la recuperación de los embalses de Chingaza.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Hoy Chuza y San Rafael están al 39 % de su nivel y cuentan con 44 millones de m3 más que en 2024. “La decisión de suspender el racionamiento se tomará con la información que nos permita garantizar la consolidación del nuevo año hidrológico, para tener la tranquilidad de que, una vez lo levantemos, no volveremos a él”, dijo el Acueducto. Pero, ¿será momento de hacerlo?
Para el análisis es clave conocer el ciclo de vaciado y llenado de los embalses, que entre marzo y abril reporta sus niveles más bajos, y en agosto, los más altos. Sin embargo, ese ciclo se ha visto alterado por el cambio climático. En agosto de 2021 fue el último año en el que Chingaza llegó al 98 %. A partir de ahí el sistema viene en declive: en 2022 su nivel mínimo fue del 43 % y el máximo, 82 %; en 2023 fue 39 y 65 %, y en 2024 (cuando empezó el racionamiento) 16 y 50 %. Hoy, un año después, si bien Chingaza está en 39,1 %, no parece suficiente para levantar la restricción. Pese a ello, el Acueducto señala que el porcentaje es “aceptable” si se tiene en cuenta que esta época aún es seca y el período de lluvias empezará en abril.
Lea más: ¿Por qué Bogotá depende de Chingaza para abastecerse de agua?
Y aquí hay que hacer un paréntesis. Si bien las esperanzas están puestas en las “buenas precipitaciones”, uno de los factores a evaluar para levantar el racionamiento, es que estas se deben registrar en Chingaza, donde aún no cae la suficiente agua como para tener tranquilidad. “Las lluvias en Bogotá van a parar al alcantarillado. Que los embalses suban depende de que llueva en zonas de páramo”, explicó Alfred Ballesteros, director de la CAR.
Tibitoc, la otra clave
Si bien es cierto que hoy el nivel Chingaza duplica el registro del año pasado y está cerca del 47% de 2022 y 2023 (últimos años con normalidad), es clave recordar que es gracias a que la planta de Tibitoc trabaja a toda marcha. Esta fue la última carta que se jugó el Distrito para mermar la presión sobre Chingaza, que bajó su producción del 70% al 50%.
Para ello fue clave la autorización de la CAR para aprovechar 1 m3/s más del agua del río Bogotá y los embalses Neusa y Tominé, que integran el Sistema Agregado Norte. Pero esta alternativa, no parece permanente. Según el director de la CAR, el embalse de Tominé ha perdido 75 millones m3 de su nivel en el último año. De seguir así, dijo Ballesteros, “el Acueducto no podría seguir obteniendo el 50 % del agua del agregado norte, sino que tendría que volver a Chingaza”.
No obstante, el Acueducto señaló que el aumento en la producción de la planta Tibitoc se mantendrá a largo plazo. “No es que una vez se supere la crisis bajaremos su producción de manera drástica”. Y a la pregunta de si el Agregado Norte tienen capacidad para mantener ese ritmo, respondieron: “Si la CAR nos otorga la licencia, para aprovechar 9,5 metros cúbicos por segundo, es que el río Bogotá, junto con sus embalses reguladores, tiene la capacidad”.
Le puede interesar: “Sí nos podemos bañar en 5 minutos”: así se vivió el primer día de racionamiento
Pero hay un factor a tener en cuenta. Según Luis Alejandro Camacho, profesor del área de recursos hídricos y de modelación ambiental de la U. de los Andes, los eventuales años de hidrologías secas terminarán por “sobrecargar el Agregado Norte y los embalses van a tener menos capacidad”. A pesar de ello, mencionó que algunos estudios han concluido que “la cuenca de Guachenequé, donde nace el río Bogotá, tendrá más producción de agua que la de Chingaza, por el cambio climático. En ese sentido, tiene lógica usar más Tibitoc, que no se había hecho, por costos”.
¿Levantar la medida?
El racionamiento ha sido incómodo. Los bogotanos han tenido que adaptarse, pero que sea parte de la normalidad es lo que menos esperan. A pesar de las expectativas, tres expertos coinciden en que no es momento de levantar la medida. “Con los datos que tenemos de Chingaza no sería aconsejable. Hay un incremento en el consumo del agua y no hemos aprendido a evitar desperdicios. Lo ideal es mantener el racionamiento hasta que Chingaza y los otros embalses alcancen un 60 % con tendencia ascendente sostenida. Ahí vamos a estar más tranquilos con el abastecimiento y se puede iniciar por flexibilizar la medida de manera progresiva”, dijo María del Pilar García, profesora de la U Externado y experta en temas de derecho de agua.
Por su parte, Jaime Guillermo Plazas, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la U. de los Andes, señaló que la decisión debe basarse en un “análisis técnico sólido, que contemple factores como los niveles actuales y proyectados de los embalses; la evolución del consumo, y las previsiones climáticas. Es clave garantizar que el suministro sea sostenible en el largo plazo. Sin datos claros, es complejo decidir”.
Conozca más: Más allá del racionamiento: restauración para los embalses del agregado norte
Para el docente Camacho Botero, es prematuro tomar esta decisión e instó al Acueducto y al Distrito a mejorar el mensaje, que le permita a las personas acercarse y entender qué es un uso responsable del agua. “Hay que tener una conversación franca con los usuarios. Hablándoles del consumo per cápita y no general, que lo hace más abstracto. Que recorran los barrios y con recibo en mano, le expliquen a la gente que lo ideal es consumir ojalá 90 o 110 litros de agua”.
Por ahora, todo parece indicar que la brújula apunta a continuar con un nuevo ciclo de racionamiento a un recurso que es finito, completamente vulnerable y al que dependemos 100 %. Eso sí, paralelo a planificaciones a largo plazo que no nos hagan depender de Chingaza.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.