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Hace unas semanas, al referirse a la agresividad que ha tenido el virus en la tercera ola de la pandemia, la alcaldesa Claudia López dijo que los bogotanos vivirían las dos semanas más difíciles de sus vidas. Hoy su discurso es diferente, pues ya no serán dos sino por lo menos cuatro las semanas complejas, debido al agravante que, en esta materia, han significado las movilizaciones de los últimos días.
Es así como, el lunes, la capital cerró con una ocupación del 96 % en camas UCI para pacientes COVID-19, y una general del 95 %. Las estimaciones manejadas por la alcaldesa, con base en lo analizado por el Comité Epidemiológico, le permiten prever que en dos días la ciudad podría alcanzar el 98 % de ocupación y que el tercer pico de la pandemia se extendería hasta finales de mayo.
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En suma, y como lo dijo textualmente, la ciudad está al borde de un colapso hospitalario. El más reciente reporte de Salud Data muestra que la capital tiene 610,5 casos activos de COVID-19 por cada 100.000 habitantes, registrando una tasa de mortalidad que en los hombres es de 283,9 por cada 100.000 y, en las mujeres, de 147,3 por cada 100.000. “No importa cuántas camas pongamos, porque sigue creciendo la ocupación”, manifestó la mandataria.
Paralelamente ocurre algo que muchos pueden considerar contradictorio y es que el Distrito, en vez de reforzar las medidas para contener la propagación del virus, aflojó las restricciones al acordar que desde el martes 11 de mayo todo establecimiento debe cerrar a las diez de la noche, para así dar paso al toque de queda que inicia a las once de la noche y va hasta las cuatro de la mañana. Del mismo modo se anunció ley seca desde las diez de la noche y hasta las cuatro de la mañana, además de la libertad que tienen las instituciones educativas para retornar a la presencialidad.
Tampoco hay cuarentenas (generales o por localidades), ni la medida de pico y cédula, como sí lo hubo en otros momentos complejos de la pandemia, donde incluso la situación era mejor que la actual. Según palabras de la alcaldesa, esto se convirtió en un “sálvese quien pueda”.
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La razón por la cual decidió mantenerse al margen y depositar a la ciudadanía casi que enteramente la responsabilidad de lo que pueda ocurrir con la pandemia, es porque asegura que no puede ir en contra del derecho constitucional a la protesta.
“¿Cómo le decimos a una localidad que se encierre cuando el resto sale a movilizarse? ¿Con qué cara le decimos a los niños que se sacrifiquen cuando los adultos no lo están haciendo?”, son parte de sus argumentos.
Haciendo un recorrido de lo que lleva la pandemia en la capital, López asegura que no ha sido la Policía ni ninguna otra autoridad la que ha hecho que los ciudadanos respeten las medidas dictadas por el Distrito (aunque esto no implica que no se hayan impuesto comparendos por acatarlas, como ha sido el caso de las fiestas clandestinas), sino un pacto colectivo de cuidado, el cual ha llevado a que millones sean conscientes de la importancia del uso del tapabocas, el distanciamiento social, el no hacer reuniones con personas diferentes al núcleo familias y permanecer en casa en momentos críticos.
No obstante, dice que ese pacto se rompió. “Si cada quien decide que su interés particular prevalece sobre el otro, se quiebra ese pacto”, asegura.
En la misma línea, López pide que su discurso no se malentienda, pues de ninguna forma quiere que los manifestantes se vean estigmatizados, ya que reconoce que muchas de las razones por las que se han movilizado son legítimas.
También hay que recordar que muchos manifestantes no se ven así mismo como personas inconscientes ante la situación de salud por la que atraviesa el mundo, pero ven las manifestaciones enmarcadas en el paro como necesarias al argumentarlas con frases como “si no nos mata el covid no va a matar el hambre”.
Es por lo anterior que hace un llamado para que se consolide lo que considera la mejor medida de autocuidado en estos momentos, la concertación. En suma, que tanto el Gobierno Nacional como los representantes del Paro Nacional entiendan la gravedad de la situación por la que atraviesa el país en estos momentos y se llegue a unos acuerdos.
Hay que recordar que el lunes el presidente Iván Duque se reunió con el Comité Nacional del Paro. Sobre esto dijo: “reiteramos nuestra voluntad de diseñar acuerdos y soluciones en beneficio del país y lograremos, en consenso, respuestas rápidas y necesarias para el beneficio de los colombianos.
El resultado de este primer acercamiento no concluyó en ‘humo blanco’, pues no se logró un acuerdo significativo, razón por la cual se convocó una nueva jornada de movilizaciones para el miércoles 12 de mayo. Al parecer, hay confusión entre ambas partes, pues mientras para el Gobierno esto se trató de una “reunión exploratoria”, para los representantes del paro esta debió ser más una negociación.
Retomando la previsión de Claudia López, Bogotá podría alcanzar el colapso hospitalario en los próximos días, lo que implicaría la realización del denominado triaje ético, que no es más que la penosa obligación de los médicos de decidir a quién se le da una cama y a quién se le niega. Una concertación, según la alcaldesa, sería la esperanza de que la ciudad encuentre un salvavidas.