Aunque no tuvo el poder de afluencia masiva que se esperaba -teniendo en cuenta la cantidad de gremios participantes y actores convocados- la manifestación de inconformes con la gestión de la movilidad en la ciudad se desarrolló sin inconveniente.
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Desde las 8:00 A.M. del martes, cerca de 2.000 ciudadanos pertenecientes a asociaciones y colectivos de movilidad, que iban desde los moteros, hasta los conductores de rutas escolares, transporte de carga y grúas, salieron a las calles. Si bien, los líderes de los gremios tuvieron que esperar algunas horas en inmediaciones del Palacio del Liévano, se logró la convocatoria de una mesa de diálogo para el próximo jueves 18 de septiembre.
Los manifestantes se replegaron en seis puntos de concentración: Avenida Ciudad de Cali con Avenida Suba, Calle 95 con carrera 15, Biblioteca Virgilio Barco, Carrera 11 con calle 69, Plaza de Bolívar, Centro Mayor y Autopista sur con Avenida Villavicencio.
Esos seis escenarios, posteriormente, se redujeron a tres puntos de concentración que realizaron bloqueos intermitentes en la Av. Boyacá, la Glorieta de Bosa y la Carrera 8 con calle 12. No obstante, todas las novedades se diluyeron a las 4:00 P.M. gracias a un acuerdo de palabra y buena voluntad entre la Secretaría de Gobierno.
De todas formas, pese a que no fue posible movilizar la cantidad de gente esperada para una movilización inédita como esta, la convocatoria de esta mesa representa un triunfo para la movilización y deja las puertas abiertas para una discusión intensa entre el Distrito y un grupo de presión cada vez más organizado.
Inconformidades latentes
El buen clima de esta semana auguraba buen presagio para las expectativas de convocatoria de más de diez gremios y asociaciones de transporte, que pese a tener intereses dispersos, optaron por reunirse al mismo tiempo para darle todavía más fuerza a un descontento común.
Un pliego de 18 inconformidades de toda índole, con el cual pretendían unificar la causa, reclamaba al Distrito por problemáticas asociadas a la calidad de la malla vial, el manejo irregular de las grúas, las inmovilizaciones y multas a los conductores de aplicaciones y vehículos de carga, además del caos del tráfico habitual cuyo origen, asocian los inconformes, radican en la planeación equívoca del Distrito para los desvíos y cierres producto de las obras.
Antes de su salida a las calles, los líderes, utilizando el altavoz del concejal representante de los moteros, Julián Forero, intentaron convocar al alcalde para una reunión. Sin embargo, ante la negativa del Distrito, decidieron convocar la movilización de este martes.
De los seis puntos seleccionados, el de la Virgilio Barco fue el epicentro de los líderes para reunirse y avanzar, en plan tortuga, a la Plaza de Bolívar, en donde se daría la concentración final de todos los frentes. La reunión se dio sin sobresaltos, salvo por una aparición en la marcha, al parecer no planificada, de Santiago Botero, polémico empresario que intenta incursionar en la política de manera independiente.
Botero y su equipo salieron abucheados por el grueso de los manifestantes y líderes, quienes antes de salir en plan tortuga hasta el centro de la ciudad, desligaron la movilización de cualquier figura política.
A su llegada a la plaza, los ocupantes de vehículos, que por obvias razones estaban en motos y carros, debieron esperar en la calle 12, a pocos metros de la Plaza, dado que el Distrito impidió el ingreso de cualquier automotor por razones logísticas y de la instalación de un mercado de comercios en el histórico lugar.
En ese lugar, los líderes y 600 moteros esperaron a los emisarios de la Secretaría de Gobierno para concretar un espacio de diálogo que fue finalmente programado para el jueves 18 de septiembre. Mientras tanto, los líderes permanecerán en asamblea pertinente y comunicaron a El Espectador que saldrán a las calles nuevamente ante cualquier incumplimiento.
Las quejas
No hay en la historia reciente de movilizaciones en Bogotá un precedente como el que se vivió hoy. Usualmente, cuando de salir a reivindicar demandas se trataba, los gremios de transporte salían por su cuenta y realizaban acciones aisladas.
Para el caso de Bogotá, los sectores de los taxis, los motociclistas, y los conductores por aplicación, encabezan siempre las manifestaciones programadas y han llegado a poner en jaque el funcionamiento de la ciudad, taponando accesos clave como la calle 13, la entrada al aeropuerto por la 26 y la calle 80.
Pero en esta oportunidad, se unieron para expresar sus inconformidades que, según Diana Cristiales, líder del proyecto Conductoras Púrpura, “son bastantes. Primero que todo, con la malla vial que está en total deterioro; con el abuso de la autoridad y de la Secretaría de Movilidad, que no hace absolutamente nada por nosotros. Participamos conductores de carga pesada, conductoras púrpura, de todos los gremios”.
Bajo esta misma línea, César Gil, líder del gremio de vehículos de carga, se quejó de una constante persecución en contra de los suyos. En especial, los propietarios de automotores con más de 10 años de antigüedad. “Lo que abundan son puestos de control para sacar de circulación a vehículos con más años de uso. Nos sentimos perseguidos. Los precios de las grúas son excesivos, para una van cobran como camión. Los vehículos más pesados viven multados y los robos siguen incrementando”.
César Celis, de la veeduría de motociclistas, cerró diciendo que estas manifestaciones son “una oportunidad esta administración de escuchar a la ciudadanía y trabajar mancomunadamente con ella. Pero si no la escucha es muy complicado que la ciudadanía quiera y pueda seguir trabajando con la administración. Esa está la mejor prueba de que moteros, conductores de rutas, conductores de carga se pueden unir bajo un solo propósito”.
La primera reunión entre los líderes de transporte y el Distrito medirá las bazas de ambos bandos, pero, sobre todo, hasta qué punto son realizables y sujetas de una incorporación a las directrices de tránsito y quiénes las dirigen. La capacidad de ceder y sensatez en el intercambio resultan claves para el hallazgo de soluciones tangibles y puentes de acercamiento.
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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez
