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Soacha y su SOS por los jóvenes, para alejarlos de la delincuencia

Tras el asesinato de tres adolescentes en el municipio, el alcalde cree que la falta de inversión social les facilita el trabajo a los grupos criminales. Denuncia inequidad en la repartición de recursos para educación desde la nación, lo que se traduciría en que estos, sin alternativas, se acercan al delito.

Manuela Valencia Gómez
02 de octubre de 2020 - 02:00 a. m.
El alcalde de Soacha dice que sin más inversión social es difícil rescatar a los jóvenes de la delincuencia.
El alcalde de Soacha dice que sin más inversión social es difícil rescatar a los jóvenes de la delincuencia.
Foto: Jorge Londoño

“Dejemos de aterrorizarnos por los niños muertos. Aterroricémonos por los que están vivos y van para allá si no se les respeta el derecho a la educación y equidad”. La frase, con tono de sentencia, es de Juan Carlos Saldarriaga, alcalde de Soacha, quien pide al Gobierno Nacional que convierta sus buenas intenciones en acciones para rescatar a los jóvenes de su municipio de las garras de la delincuencia. Y es que el panorama es complejo: hace una semana mataron a tres adolescentes y todo apunta a que fueron víctimas de bandas de microtráfico, que junto con las de ladrones y asesinos son los principales generadores de violencia.

A pesar de los toques de queda, de prohibir el acompañante hombre en moto, de las capturas y de fortalecer los cuadrantes de Policía, las medidas parecen insuficientes para mitigar la inseguridad. En materia de homicidios, por ejemplo, no ha terminado el año y ya se superó el registro del año pasado entre enero y agosto. Mientras en 2019 fueron 103 asesinatos, en 2020 fueron 109. Por eso, para muchos, el problema es profundo, pero con un origen claro: la falta de oportunidades en educación y empleo vuelve a los jóvenes presas fáciles de bandas, que los están reclutando o matando.

Y es que las condiciones del municipio se prestan. Soacha tiene casi un millón de habitantes, de los cuales el 70 % son de estratos 0, 1 y 2. Y si a esto se le suma su tasa de desempleo (más del 25 %), la baja calidad de la educación y que es uno de los mayores receptores de víctimas y desplazados del país, con alrededor de 56 mil familias (30 mil extranjeros), se tiene todo un caldo de cultivo que explicaría la situación.

Sus reparos

De ahí el clamor de Saldarriaga: rescatar a los jóvenes de la delincuencia sin inversión social es difícil. “El presupuesto local no alcanza y menos cuando no hay equidad en cómo la nación distribuye los recursos. El abandono se siente en temas de vías, vivienda y en subsidios para la población, pero más en educación”. Su crítica apunta al Ministerio de Educación, del que dice que pese a que los niños de Soacha tienen las mismas o más necesidades que los de otros municipios, no los tratan igual.

“No pretendo ser el alcalde cansón, que quiere que todo se lo resuelvan. No estoy pidiendo nada regalado, pero hay una desigualdad y vulneración de derechos a ‘mis niños’. La ministra no conoce la educación de Colombia, le toca salir del escritorio y recorrer Soacha, para que se dé cuenta de que no puedo brindar calidad educativa cuando, por ejemplo, tengo un computador para cada 25 niños. Llevamos un año pidiendo la ampliación del cuerpo docente, y nada. De esta manera, ¿cómo ponemos a soñar a un menor en un colegio y quitárselos a las pandillas?”, expresó.

El análisis que plantea el alcalde tiene que ver con las transferencias del presupuesto nacional. “Este año, por un niño de preescolar, la nación le gira a Bogotá $2′695.000. Si el niño está en Cundinamarca, que ya es discriminatorio, le mandan $2′433.000. Pero si es en Soacha, mandan $1′873.000. ¿Cuál es la explicación a eso?”.

Agrega que, a pesar de tener 105 mil niños escolarizados en el sector oficial, solo a 30 mil le mandan recursos para el plan de alimentación escolar, con un PAE de $2.700. “Esa plata alcanza para un huevo y un banano. Pero sumémosle que si ese niño de primaria tiene a su hermanito en secundaria y a él no le llega el PAE, no se va a comer el refrigerio solo. Entonces ambos salen con hambre y rabia, llega el jíbaro y les dice que no sufran, que vendan 10 papeletas de droga y ganan $100.000. Empiezan a consumir droga para no aguantar hambre y encima a robar y a matar”.

Contrario a la queja de Saldarriaga, para el Ministerio de Educación la realidad es otra. A través de un oficio mostraron cómo vienen creciendo las transferencias de la nación, al pasar de $4.000 millones en 2017 a $9.235 millones este año. A pesar de esto, para Saldarriaga esto sigue siendo insuficiente.

El presupuesto del municipio alcanza los $30.000 millones. “No es que sea un alcalde tacaño. He invertido $11.000 millones en educación. Me quedan $19.000 para el resto de la ciudad como los abuelos, el deporte, la recreación y la movilidad, que es un gran rubro e igual de importante”.

Educación vs. delincuencia

Independiente del debate de las cifras, lo cierto es que no solo para el alcalde existe una relación directa entre la falta de educación y la delincuencia. Según John Anzola, experto en seguridad y convivencia, hay una deuda histórica con Soacha y configura un escenario de desigualdad y ausencia de oportunidades laborales, educativas y económicas. “Esto ocasiona que se formen organizaciones criminales, porque los jóvenes no tienen alternativas. Se convierten en presa fácil para las pandillas que, cuando se desmantela una, al otro día ya hay dos más. No se trata de que las personas quieran ser delincuentes, sino que no hay de otra”, señaló Anzola.

A esta lógica se suma Andrés Nieto, experto en seguridad ciudadana, quien dice que la falta de educación convierte a los jóvenes en carne de cañón, sobre todo en los enfrentamientos entre líderes que pelean por los territorios. “Hasta que haya una política integral de garantías sociales en las que sea más viable el estudio y los procesos laborales, esto no va a cambiar. Para ponerlo en cifras, una persona que roba un teléfono al día y que trabaja de lunes a viernes puede ganar al mes hasta $2 millones”.

¿Cuál puede ser una solución? John Anzola dice que mientras la categorización territorial de municipio no cambie, las transferencias de la nación seguirán siendo insuficientes. “Soacha es visto como un pueblo, pero es más grande que muchas ciudades capitales. Esa es una problemática que se le ha dado largas y los problemas son una olla de presión desde que se desborda no solo en delincuencia, sino en desigualdades económicas y sociales”.

Para este fin, el alcalde solicita que se realice un censo real, debido a que las ayudas llegan conforme a la cantidad de habitantes. “Nos hemos cansado de insistir que Soacha no tiene 750 mil personas, somos más de un millón”, dijo el mandatario. Mientras esto ocurre, o la nación busca acuerdos con el vecino municipio, lo cierto es que la amenaza sigue latente. Buscar una solución para Soacha es urgente.

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