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Suba, territorio muisca

En este sector, donde lo rural trata de sobrevivir a la expansión hacia el noroccidente de la ciudad, más de cinco mil muiscas luchan para preservar el legado de sus antepasados.

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Daniel Salgar Antolínez
03 de marzo de 2011 - 10:28 p. m.
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El colectivo Pueblo Nación Muisca de Suba, compuesto por 40 indígenas, desarrolla programas de educación ambiental y ayuda a jóvenes de esa localidad a salir de la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia. Además, trabaja por la preservación de la tradición, usos y costumbres de sus antepasados que habitaban allí antes de la conquista española.

‘Suaga Gua Engativá Neusa’ significa en muisca ‘el hijo del rayo del sol que nace sobre la montaña’ y es el nombre de quien guía al Pueblo Nación Muisca, el rostro vivo de esa histórica comunidad en medio de la urbe desde hace ocho años. Es fácil confundir a este indio con un mamo de la Sierra Nevada de Santa Marta. Sentado junto a un árbol, con atuendos blancos, mochilas cruzadas, cachetes llenos de coca y poporo (recipiente) en mano, él habló pausadamente a un círculo de jóvenes que, también mascando coca y rotando un tabaco, lo escucharon intrigados. Por momentos, este hombre, al que sus seguidores llaman abuelo, soltó un chiste para romper el misterio que lo ronda.

Así se reunió el Pueblo Nación Muisca el domingo pasado en el Parque Mirador de Los Nevados. Algunos de sus integrantes, quienes venían preparándose desde hace cuatro años para ese encuentro, realizaron los primeros ritos para recibir sus respectivos poporos muiscas. Contrario al imaginario bogotano, el abuelo Suaga Gua dice que el poporo fue llevado a la Sierra Nevada de Santa Marta cuando los muiscas huyeron de Bacatá (Bogotá, en muisca) con la llegada de los españoles. “Esto lo saben los mamos y quieren devolverle al muisca lo que es del muisca, dos de ellos vendrán a la entrega de poporos”, aseguró el abuelo.

Además de estos rituales, el Pueblo Nación Muisca, junto con el cabildo indígena de la localidad, compuesto por más de cinco mil habitantes declarados por su linaje como muiscas, trabajan para que los cuatro humedales de Suba no sean devorados por el crecimiento urbano de Bogotá hacia esta zona.

El abuelo Suaga Gua encabeza programas de educación ambiental muisca en diversas localidades y asimismo en ciudades del país. En el caso de Suba, él ha trabajado por la resignificación de los territorios, devolviéndoles a éstos sus nombres originales y descolonizando la toponimia de cada lugar. Así, han descubierto que el verdadero nombre de Suba es Tuna, que significa flor de oro sobre la montaña. Y que el sector llamado humedal de La Conejera es, en realidad, la tierra del cui, “porque en Suba no había conejos”. Este trabajo busca rescatar la memoria de los territorios y lograr un cambio de mentalidad de la comunidad respecto a éstos.

El abuelo también ha ido a colegios de la localidad para hablar sobre la no violencia, la preservación de la tierra y la memoria ancestral. Y jóvenes de Suba con problemas de drogas, alcoholismo y delincuencia se han integrado a la labor muisca y han logrado reformar sus vidas. “Lo primero que les enseñamos es a cuidar a la mamá que los parió, que es la regla fundamental de nuestra labor, ellos cambian su mentalidad y esto se refleja en hechos”.

Por Daniel Salgar Antolínez

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