Hemos escuchado que la educación es la base para construir sociedad, pero no todos acceden a este derecho o no culminan sus estudios. Por ejemplo, en 2023, la deserción escolar en la educación básica (de primero a noveno grado) fue la segunda más alta en la última década en el país. En ese período, el 3,7 % de los menores de edad vinculados dejaron el colegio, lo que equivale a 335.364 estudiantes de casi 10 millones que se matricularon.
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Lejos de ser algo esporádico, la deserción tiene múltiples causas marcadas por factores intraescolares y extraescolares, según la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. En el primer factor, los estudiantes se ven expuestos a violencia escolar, repitencia, dificultades para el aprendizaje, bajas expectativas sobre la educación basados en los gustos, condiciones de infraestructura, carencias de insumos, extraedad, entre otros. En los extraescolares están la pobreza, el trabajo infantil, el déficit de oferta educativa, embarazo adolescente, la distancia entre el hogar y la escuela, la valoración subjetiva de los rendimientos de la educación, entre otros factores.
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Datos recientes de los equipos de Ciudad Niñez, de la Secretaría de Integración Social, muestran que entre diciembre de 2024 y junio de 2025 identificaron 1.658 gestantes, niñas, niños y adolescentes en trabajos infantiles. La mayoría tenían entre 6 y 12 años (751), entre 0 y 5 (685) y entre 13 y 17 (203) registrándose más en las localidades de Santa Fe (220) Chapinero (2015) y Kennedy (165). “No sé en qué trabaja mi compañero, pero lo hace dos viernes al mes. La mamá trabaja, pero no le alcanza el dinero. Entonces, él trata de ayudarle”, cuenta un estudiante en la localidad de Santa Fe para una investigación de la Universidad de los Andes.
Solo el 77 % logra graduarse
Desde la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de los Andes, 10 investigadores analizaron las causas de la deserción en Bogotá y las estrategias para enfrentarlo, en un contexto con cifras preocupantes. Según la Secretaría de Educación, en 2023 hubo un abandono escolar del 2,8 % en el sector oficial y del 2,5 % en el privado. En total, 30.000 estudiantes desertaron en 2023 y 20.000 no se matricularon en 2024.
Además, el 77 % de los que llegan a 9° se gradúan a tiempo y en el paso de 8° a 9° se retiran el 6 % de los alumnos. “Esto tiene impacto negativo, pues afecta el desarrollo individual y social del joven, limita su acceso a un empleo digno, de mejorar su calidad de vida y de contribuir al desarrollo del país, secuelas que podemos prevenir”, dice la organización United Way Colombia, dedicada a mejorar la educación de los niños y jóvenes del país.
Para el análisis, la Escuela de Gobierno seleccionó dos colegios oficiales de las localidades de Santa Fe y Engativá, marcados por muy alta y baja graduación. Allí encontraron que el fenómeno lo marcan factores extraescolares, como el entorno familiar (ser hijo de madre cabeza de hogar, violencia intrafamiliar, familias desintegradas y la falta de apoyo emocional); económico (complican el acceso a la educación posmedia, desde los 15 años priorizan el trabajo para contribuir a la familia y altas cargas de labores domésticas); y social (ser migrante frustración de brechas académicas, problemas de convivencia y la discriminación).
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Descubrieron, además, que repetir año o ser estudiante nuevo incrementa el riesgo, así como no estar en jornada única o la maternidad o paternidad temprana, fenómeno que validan datos del Registro Único de Afiliados (RUAF), que indican que para agosto de 2024 se reportaron 2.946 nacimientos de madres, entre los 15 y 19 años, 528 menos que el reporte del mismo corte del año 2023.
¿Qué hacer?
Ante este panorama, los investigadores resaltaron que la clave para mitigar la deserción está en la estrategia que implemente cada colegio. Entre esas destacan el acceso a clases electivas dentro del currículo (por ejemplo, en expresión artística, deportes y formación técnico-laboral Cisco), implementar encuestas de intereses y promover seminarios de investigación con enfoque en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en inglés). En otra orilla está el trabajo con los padres. Los investigadores destacan planes para trabajar en proyectos de vida, valores, relaciones interpersonales y hasta actividades de yoga y “mindfulness”.
Con la evidencia recopilada, recomendaron al Distrito ahondar en los esfuerzos por ampliar el número de colegios con jornada única, “donde los estudiantes tienen menor probabilidad de desertar en su tránsito al grado décimo”, robustecer los semilleros de investigación, generar oportunidades de formación para el trabajo y planes institucionales de psico orientación y prevención a la deserción, basados en el trabajo entre padres y estudiantes. Todo, agregaron, podría resultar aplicando encuestas de intereses a estudiantes, así como de percepción sobre el aprendizaje y la metodología docente, para conocer sus intereses y generar un incentivo para la permanencia escolar.
Según datos de la Secretaría de Educación, entre 2024 y 2025 aumentaron en un 8% la cantidad de estudiantes que ahora están en jornada completa (más de 404.000 estudiantes). La meta del cuatrienio, acotaron, es que 447.560 niñas, niños y jóvenes reciban su educación bajo esta jornada. “Para lograrlo, trabajaremos de la mano con la comunidad educativa y avanzaremos en la reorganización del sistema y el desarrollo de infraestructura escolar que incluye la entrega de 28 infraestructuras, donde 16 son colegios nuevos y 12 restituidos”, explicaron.
¿Qué se está haciendo?
Bogotá cuenta con un Índice de Riesgo de Deserción (IRD) para identificar estudiantes con alta probabilidad de abandonar sus estudios y brindarles apoyo a tiempo. Según la Secretaría de Educación, en lo corrido de este año, han identificado que el 9,5% de la matrícula del sector oficial (más de 708 mil estudiantes) presenta un nivel de riesgo alto. “Hemos priorizado 33 Instituciones Educativas Distritales (IED), seleccionadas con base en la proporción de estudiantes que logran culminar la educación media después de llegar a noveno grado. Allí hacemos acompañamiento individual con estudiantes, se realizan sesiones de trabajo con estudiantes de 10° y 11°, orientadas a la identificación de habilidades, definición de metas personales y conocimiento de la oferta educativa postsecundaria del Distrito, con el fin de apoyar decisiones informadas y conscientes sobre sus trayectorias educativas", añadieron.
En paralelo, la entidad distrital detalló que avanzan en acciones generales, por ejemplo, con los jóvenes con potencial (mal llamados “Ninis”), que se concentran en estratos económicos bajos, ofreciéndoles modelos flexibles para culminar el bachillerato y cursos certificables, en articulación con Atenea y las secretarías de Integración Social y Desarrollo Económico, para acompañarlos con transferencias monetarias condicionadas y ruta de empleabilidad.
Mientras tanto, para garantizar su permanencia, ofrecen cursos de formación técnica y tecnológica en el Sena durante el último grado, acompañamiento socio ocupacional a los estudiantes desde grado 8°, subsidios de transporte, PAE, focos de nivelación, la ampliación de la jornada complementaria junto a cajas de compensación y el sector cultural, entre otras. “La deserción escolar, al ser un problema multivariable, debe atacarse al tiempo y toda la capacidad del Distrito debe volcarse a ello”, sentencia Sebastián Calixto, uno de los investigadores del documento de la U. de los Andes.
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Este fenómeno en los colegios de Bogotá no es solo una cifra alarmante, sino el reflejo de una realidad que afecta a miles de familias. Factores como la pobreza, el trabajo infantil o las dificultades en el aprendizaje siguen empujando a niños y jóvenes fuera del sistema educativo. Aunque el Distrito ha implementado programas de retención y reintegración, revertir esta tendencia exigirá una respuesta articulada entre instituciones, comunidad y escuela, que garantice no solo el acceso a la enseñanza, sino también las condiciones para permanecer en ella.
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