De camino a la universidad, Transmicable le ahorra casi 30 minutos de recorrido a Javier Monsalve, residente del barrio Nueva Colombia, uno de los más beneficiados de este sistema de transporte por cable. Cinco años atrás, cuando no existía el cable, Monsalve debía recurrir a otros medios de transporte, como el alimentador, o simplemente caminar, para llegar al Portal Tunal.
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La fluidez de su recorrido, que siempre se equiparó con la del viento que sopla por estas montañas periféricas, se vio interrumpida súbitamente en julio, cuando el movimiento de las cabinas del cable comenzó a interrumpirse cada vez más seguido. Ahora, esos 30 minutos que Javier ganaba en su recorrido, se han vuelto 20, y hasta en ocasiones 10, lo que paulatinamente le ha hecho recordar las viejas rutinas, llenas de madrugadas a plena luz del alba, y desayunos relámpago.
Junto a él, otros usuarios del sistema se han venido quejando de la intermitencia en el funcionamiento del cable durante los últimos 3 meses. Algunos aseguran ver como los técnicos encargados del mantenimiento “aprietan algunas tuercas para luego reanudar el sistema como si nada” tras una parálisis repentina. La combinación de estas escenas, sumada al pánico de quedarse suspendidos en el aire por algunos minutos, han hecho que ciertos vecinos del sector le pierdan algo de confianza al Transmicable. Esto, sin embargo, no tiene que ser así, según los técnicos que operan el sistema.
Así se lo aseguro Rafael Salas a El Espectador, vocero del equipo técnico que se encarga de operar y revisar que todo funcione bien en el cable. Aunque el funcionario admite que el sistema ha presentado “ciertos inconvenientes” debido a “anomalías técnicas”, defiende a capa y espada la seguridad de este medio de transporte.
Salas explica que esas parálisis repentinas del Transmicable, se deben a un sistema de alerta del mecanismo, que decide detener su operación para alertarle al operador que algo no funciona bien. “El sistema nos está arrojando una información que hace que el sistema se pare. Entonces el cable se para, por motivos seguridad”, explicó.
Luego de las fallas que se presentaron, Rafael, junto al otro equipo de técnicos asesorado por Doppelmayr — fabricante del cable que también se encargó de la instalación del funicular de Monserrate—, revisan todos los días, engranaje por engranaje, al complejo sistema de poleas y cables que hace posible el recorrido de Transmicable.
Las primeras hipótesis, luego de realizar una calibración del Transmicable, arrojaron un problema de desgaste en el tren de arrastre. Este componente, que se alimenta de energía solar, es el encargado de que las poleas del cable giren y muevan las cabinas de un extremo a otro. El posible desgaste, dice el técnico, podría estar precisamente en las poleas.
Estas piezas, cuya vida útil se mide en horas de operación, están destinadas para durar aproximadamente 6 meses. No obstante, los técnicos han ido reemplazándolas a pesar de que algunos de estos repuestos no han llegado a ese límite. Esto se debe, dice Rafael, a que el incremento en el uso del cable ha ido aumentando durante los últimos años. Esto, sumado al paso del tiempo, ha influido en ese desgaste. “El sistema es como una persona, que envejece, y obvio sufre un desgaste. Pero para eso estamos nosotros, para que ese impacto sea reduzca lo más posible”, le explicó el operario a este diario.
En medio del reemplazo de estos componentes, Rafael y su equipo han notado avances, lo que les hace pensar que el final de estos inconvenientes está cerca. Ya hay, por ejemplo, algunas mejorías respecto al periodo entre una falla y otra. Mientras tanto, él y su equipo piden a los usuarios un poco de paciencia. Pero, sobre todo, resaltan que el sistema sigue siendo seguro.
“En el momento en que Transmicable no sea seguro, nosotros seremos los primeros en notificarlo y en detener la operación. Somos confiables, y seguimos siendo confiables. La disponibilidad del sistema se ha mantenido por encima del 90%, y por eso vamos a seguir moviendo a los usuarios. Transmicable sigue siendo seguro”, sentenció Rafael Salas.
Mientras el Transmicable sigue volando por las montañas de Ciudad Bolívar, con sus alas un poco heridas, los usuarios como Javier deberán seguir esperando pacientes a la normalidad de su medio de transporte predilecto para conectarse con la ciudad. “Es cierto que a veces me demoro más, pero esto sigue siendo mejor que lo que teníamos antes. Yo creo que hay que tener un poquito de paciencia y esperar”, relató Javier.
Transmicable mueve actualmente 25.000 personas diarias en promedio y ha registrado en sus 5 años de uso 29,6 millones de validaciones. Tiene la capacidad de mover 3.600 personas en hora - sentido, y está compuesto de 163 cabinas, Su velocidad promedio es de 5.5 kilómetros por hora, lo que le permite hacer su recorrido, desde la estación Mirador del Paraíso —la más alta—, hasta el Portal Tunal.
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