
A través del diálogo, el Distrito busca solucionar los efectos negativos de la circulación de volquetas en la capital.
Foto: Jose Vargas Esguerra
Por más surreal que resulte, un hombre, de 60 años, perdió un ojo tras un particular accidente, en el que se vio involucrado un vehículo de carga. Una volqueta, que transitaba por Bosa cargada de arena, perdió un tornillo de la llanta izquierda. Por la presión de expulsión, la pieza fue un proyectil que impactó en el rostro del transeúnte. Si bien, en esta historia en algo juega el azar, la realidad es más compleja: es la evidencia de uno de los tantos riesgos asociados a la circulación de vehículos viejos o sin mantenimiento por Bogotá.
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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez
Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com

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