Para desmentirlos, se va lanza en ristre contra el alcalde Moreno. Perfil.
Ahijado político del ex alcalde Jaime Castro, periodista de profesión, ex obrero de construcción y concejal desde hace más de una década, Hipólito Moreno, de 51 años, ahora quiere ser alcalde de Bogotá. Se trata de uno de los nombres más polémicos de la escena política capitalina. Señalado por muchos de ser uno de los poderes detrás del poder del alcalde Samuel Moreno —por supuestamente ser el cabildante con las cuotas burocráticas más importantes en la administración—, él se define como un luchador social que hace fila para obtener el título de máximo representante del uribismo en la ciudad.
Nació en la población de Purificación, Tolima, pero desde 1979 reside en Bogotá, donde obtuvo su primer cargo público durante el mandato de Augusto Ramírez Ocampo. Le siguieron: la alcaldía local de San Cristóbal, a sus 22 años de edad, cuando Andrés Pastrana era Alcalde Mayor. Y varios altos cargos con el mandatario Jaime Castro, a quien menciona como su maestro político. Por aquellas épocas, lejos, muy lejos, estaba de su vida el Partido de la U, al que se unió para su última campaña, y buena parte de sus horas se iban al estudio en el instituto Inpahu, que luego le otorgó el grado de comunicador social.
En 1996 fundó el Partido Popular, la primera colectividad por la que llegó al Concejo. Un proyecto creado gracias a firmas ciudadanas, que luego dejó para pasarse al movimiento Equipo Colombia, dirigido por el ahora gobernador de Antioquia, Luis A. Ramos.
En la corporación ha librado guerras y sorteado toda clase de tempestades, siendo en dos ocasiones su presidente. Desde allí, dice haber apoyado a los alcaldes Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y ‘Lucho’ Garzón en vitales proyectos de acuerdo, entre ellos el que autorizaba recursos para el Transmilenio (a Peñalosa). Por eso, asegura, no entiende a los que ahora le critican su respaldo a la gestión de Samuel Moreno.
Sus adversarios, sin embargo, creen que su apoyo al mandatario local, teniendo en cuenta que ambos se encuentran en partidos opuestos, se debe al clientelismo: a las cuotas con las que cuenta en el Distrito. Por los pasillos del Concejo, en voz baja se comenta que tiene una ficha clave en el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), por poner un ejemplo.
El concejal lo niega y atribuye los rumores a la “hipocresía” de los miembros de Cambio Radical, la colectividad que más lo ha criticado por estos días.
Y como para que no queden dudas de su “independencia” de Samuel Moreno, el cabildante asegura que piensa que al mandatario le ha faltado carácter para sortear la crisis por la que atraviesa su gestión. “Perdió contacto con la sociedad. Tiene un temperamento muy tranquilo. Está confiado en que va a terminar las obras. No está en el día a día comunicándose con la gente. No ha logrado sacar de su entorno a aquellos que le producen ruidos en materia de corrupción”.
Hipólito Moreno es uno de los concejales que han apoyado la posible moción de censura al secretario de Movilidad, Fernando Álvarez, debido al caos en el manejo del tráfico por las obras que se adelantan en la capital. No obstante, críticos suyos como los cabildantes Carlos Galán, Carlos Vicente de Roux y Antonio Sanguino, han afirmado que se trata de una jugada política ad portas de que se inicie un año electoral.
El hombre no cuenta sólo con adversarios. En el Concejo es bien sabido que entre sus grandes amigos y defensores están Marta Ordóñez, Fernando Rojas y Andrés Camacho Casado. Sus malquerientes en la corporación, asegura, son Carlos Vicente de Roux y Carlos Galán.
Sin estar muy seguro de que la U vaya a hacer consulta interna para escoger candidato, Hipólito Moreno se la jugará para ser mandatario. Su respaldo concreto por ahora son los 15.500 votos que sacó en la pasada elección al Concejo. La pregunta es si los electores le perdonarían su cercanía a Samuel Moreno.