Un intercambio cultural en Bogotá para acabar los estigmas

El cómic fue el vehículo elegido para que un grupo de jóvenes de Colombia y Bélgica reflexionara sobre los estigmas que tiene el mundo sobre su barrio. Una revista, que se presentará en septiembre, será el resultado de un trabajo paralelo que busca transformar vidas y estrategias diplomáticas.

Felipe García Altamar / @FelipeAltamar
07 de abril de 2019 - 02:00 a. m.
En Ciudad Bolívar trabajan con jóvenes de 11 a 18 años. / Gustavo Torrijos - El Espectador.
En Ciudad Bolívar trabajan con jóvenes de 11 a 18 años. / Gustavo Torrijos - El Espectador.

Mateo Mata Segura tiene 11 años y vive en el barrio Casa Grande, de Ciudad Bolívar. Julieth Pérez, de 16, es del barrio Minuto de Dios, de la misma localidad. Ambos pasan su tiempo libre en los parques del sector, practicando danzas y deportes; sin embargo, el pasatiempo que más los ocupa en las últimas semanas es dibujar historietas, con una particularidad: hacen parte de un mismo cómic, del que Ciudad Bolívar es coprotagonista, junto a un territorio llamado Molenbeek, a más de 8.800 kilómetros de distancia de Bogotá, en Bruselas, capital de Bélgica.

Cuando a Mateo, Julieth y otros ocho jóvenes bogotanos les pidieron imaginar y dibujar ese barrio europeo, todos coincidieron en pintar un metro, personas rubias y blancas, y otros estereotipos sobre el llamado “primer mundo”. El ejercicio ya se había hecho en la capital belga, donde los adolescentes dibujaron a Ciudad Bolívar como una selva, con mucho sol e indígenas.

La segunda parte de la actividad consistió en hacer un cómic para representar cómo creían que los veían los jóvenes del otro país. Ahí llegó la sorpresa: mientras los adolescentes de Molenbeek pintaron unas calles sucias, con terroristas, jíbaros y muchas personas con burka, los de Ciudad Bolívar dibujaron inseguridad, pobreza y tráfico de drogas.

El tercer paso fue mostrarles cómo era realmente cada zona. Así todos se dieron cuenta de que había algo que los unía. A partir de este punto, los promotores del proyecto entendieron que, como imaginaban, había forma de abordar ambas problemáticas desde una misma estrategia. La líder de la iniciativa es la sueca Johanna Suo, estratega cultural de Ifa Laboratory, quien explica que lo que une a las zonas elegidas para el experimento es el estigma que recae sobre ellas, no solo desde los habitantes de su país, sino del resto del mundo.

“Molenbeek es un vecindario del que se habla mucho en los medios europeos, por los ataques terroristas en Francia y Bélgica, de 2016 y 2017. Allí residen descendientes de musulmanes, así que la gente piensa que ir a este barrio es imposible y que es inseguro. Por supuesto, hay personas que se radicalizaron, pero no se trata de todos los habitantes. Cuando busqué sobre Ciudad Bolívar, todo lo que encontré fueron notas que describían una zona pobre y con muchas problemáticas. Lo que sucede es que los jóvenes crecen pensando eso mismo. Lo que queremos ahora es que todos reflexionen sobre esos prejuicios”, afirma Suo.

Una experiencia de intercambio

La historia de este proyecto inició en 2017. Suo, quien llevaba algunos años trabajando en Bélgica, conoció a Andrea Alfonso Rodríguez, funcionaria de la Embajada de Colombia en Bélgica. Ambas compartían la pasión por los temas culturales, así que decidieron sacar adelante una iniciativa basada en la experiencia y el intercambio entre los dos países. La idea era no solo representar cada cultura, sino diseñar algo que tuviera movimiento y un impacto en la sociedad. “La diplomacia cultural hoy en día se basa en mostrar lo maravilloso de cada país y se queda ahí”, manifiesta Suo.

Para darle forma al proyecto, Alfonso contactó a Sindy Elefante, una ilustradora y docente bogotana con amplio recorrido en la literatura infantil y juvenil. Elefante es experta en arte para niños: cuenta con una maestría de Cambridge School of Art en ilustración de libros infantiles, por lo que el grupo sugirió que la forma de hacer el acercamiento entre ambos grupos sociales podía ser a través del cómic y la ilustración.

Pensaron que lo ideal era hacerlo por este medio, dado que Bélgica tiene una tradición muy grande de historietas y en Colombia es una industria en auge. En este punto apareció Xavier Löwenthal, diseñador gráfico belga, de madre argentina, quien trabaja como profesor de adolescentes de origen musulmán. Él facilitó las cosas para el trabajo con los jóvenes de Molenbeek, mientras en Colombia se gestionaban acercamientos con War Child, una organización holandesa que trabaja en Bogotá en asocio con la Fundación Pepaso, un colectivo que nació en la década del 80, con la idea de realizar proyectos en pro de jóvenes de localidades como Ciudad Bolívar, Usme y San Cristóbal.

Así llegaron a los jóvenes de Ciudad Bolívar, a quienes les expusieron el proyecto y de inmediato aceptaron. La única condición era que el cómic que iban a empezar no tuviera final, sino que este lo realizaran los jóvenes de Molenbeek. A cambio, ellos pintarían el final de la historieta que les llegara desde Bélgica. Así se concertó y, por estos días, todo el equipo se encuentra en Bogotá trabajando con los jóvenes de Ciudad Bolívar y presentándoles los dibujos que hicieron sus pares europeos.

Esta fue una segunda etapa de todo el proceso. La primera se surtió en noviembre de 2018, cuando Elefante viajó a Bélgica, donde la ilustradora bogotana realizó talleres y diferentes actividades con los jóvenes de Molenbeek, a quienes introdujo en la atmósfera de la localidad capitalina. Junto a Löwenthal, Elefante guió a los adolescentes belgas para que completaran el primer ejercicio de ilustrar a Ciudad Bolívar y cómo creían que los veían. Ella regresó a Bogotá con los resultados y Löwenthal siguió trabajando con los jóvenes, hasta ahora que se da el intercambio y se replica ese ejercicio con los jóvenes bogotanos.

Con el proyecto no esperan que todos los jóvenes se vuelvan amantes del cómic. Más bien, la idea es brindarles una buena experiencia. Eventualmente, buscarán que este modelo se replique y otras organizaciones culturales le apuesten a este tipo de intercambios. Por otra parte, la iniciativa espera incidir para que las relaciones exteriores trabajen proyectos que combinen experiencias con un fuerte contenido social. Todo con el punto extra de que es muy posible que se obtengan resultados artísticos valiosos; algo que, según los promotores, transformaría la visión sobre un lugar.

“Con las historietas se puede cambiar una imagen. Si se cuenta la vida en el barrio, otros van a aprender cosas que no caben en sus prejuicios sobre ese lugar. Con el arte se puede aumentar la capacidad sensitiva. No sé si se puede cambiar el mundo, pero se puede dar felicidad y orgullo. Hay que ir a Molenbeek para darse cuenta de que es un lugar calmado, con un montón de gente que convive, y hay que ir a Ciudad Bolívar para darse cuenta de lo mismo”, afirma Löwenthal.

Los objetivos sociales (prevención del crimen y de los conflictos) son intangibles y esperan que se vean a largo plazo. Sin embargo, los líderes del proyecto quieren dejarles a los jóvenes, a las localidades y a ambos países un elemento tangible: una revista de la que los jóvenes se sientan orgullosos. La revista con las historias que crearon se imprimirá a mitad de año y el lanzamiento será en septiembre. También habrá una revista impresa de cómics y una versión electrónica en línea.

De esta forma buscan cumplir con una premisa de Suo, quien cree que, incluso estando a kilómetros de distancia y en marcos sociales diferentes, hay problemas que existen en muchas partes del mundo que pueden ser tratados desde una misma perspectiva. “Esta iniciativa está basada en intercambio, porque estamos tratando de resolver problemas universales con soluciones universales. Es un intercambio entre jóvenes de barrios de diferentes contextos, pero con problemas similares. Hay barrios que tienen los mismos problemas, pero algo muy claro es que ambas son localidades estigmatizadas. No queremos revictimizarlos y continuar esa estigmatización, pues la idea es entender cada espacio y las repercusiones que tienen las decisiones que allí se toman”, concluye Suo.

Molenbeek y Ciudad Bolívar comparten realidades como segregación, bajos recursos y desempleo. En ambos lugares, los jóvenes son expuestos a la violencia y la estigmatización, por lo que este tipo de iniciativas aparecen como un bálsamo contra los pensamientos radicales respecto a ambos territorios. Como describe Mateo con sus escasos 11 años: “El cómic es una forma de transformar el pensamiento de mucha gente de mi barrio, que solo quiere violencia. Con estos dibujos podemos expresar lo contrario”. Ahora, el deseo de los promotores es obtener fondos para que el grupo de Molenbeek viaje a Ciudad Bolívar y viceversa, completando así el intercambio sociocultural.

¿Qué tienen en común Molenbeek y Ciudad Bolívar?

A más de 8.000 kilómetros de distancia, las localidades de Bogotá y Bruselas comparten una cruz impuesta por el resto de la sociedad y el mundo. Según cientos de artículos de la prensa europea, Molenbeek es un barrio deprimido de musulmanes radicales, del que salieron los responsables de los ataques terroristas de París y Bruselas. Sin embargo, según Suo y Löwenthal, el barrio de Bruselas, en efecto es un gueto, pero es una mezcla de pueblos. Muchos de los que viven en los barrios de la localidad son de origen musulmán, pero en otras zonas hay gente de todas las nacionalidades.

“Tal como en Ciudad Bolívar, hay problemas de violencia y tráfico de drogas, pero más del 98 % de la población son personas honestas. Evidentemente se notan más los que provocan líos”, dice Löwenthal, quien cree que, igual que lo que han notado en Ciudad Bolívar, la vida normal y los buenos proyectos nunca son noticia, pero un robo o un muerto sí.

Por Felipe García Altamar / @FelipeAltamar

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