“Los panfletos han tirado, me siento amenazado. Me pregunto cuál será el próximo finado. Como en el juego de la ruleta rusa, me pueden dejar con la mirada hacia el suelo. Estoy en un encierro, triste entierro, la muerte ya se acerca… La lista ha rotado y a muchos parceros han amenazado…”. Con cada rima de la canción de Chita una nueva risotada se suma al ambiente exaltado, de cabezas y manos impetuosas que se mueven al ritmo del beat. Por momentos, en el salón repleto de hombres y mujeres que no superan los 30 años, los brazos se detienen para aplaudir. El rapero sonríe. De manera teatral se toca la cabeza, se ajusta la chaqueta que parece de cuero y continúa el espectáculo. Son las siete de la noche de un miércoles cualquiera y la clase acaba de empezar.
En la jornada de hoy, que durará tres horas exactas, los cerca de cincuenta raperos de la escuela de hip hop de Sierra Morena, en Ciudad Bolívar, discutirán acerca del video artesanal que acaban de grabar. —La canción se llama Rescatando almas y la compuso Mr Black, un delgadísimo tumaqueño de 23 años que hace cinco llegó al sector—. Coordinarán una visita a una emisora de la localidad para promocionar el cd, también artesanal, que sacaron. Y cantarán, cantarán mucho.
Chita volverá a robarse el show con el tema que escribió sobre las amenazas, que en enero de este año invadieron su barrio y afectaron a varios de sus amigos. Navy, chocoano, líder del grupo Comando Lirical, rapeará sobre la guerra que lo desplazó a él y a su familia de Quibdó. Entonces Bhustak, el director, aprovechará para proponerles organizar otra actividad de desarme.
La primera la realizaron el pasado 23 de diciembre, frente al llamado monumento a la vida y el desarme en el parque Tercer Milenio, acompañados del alcalde Samuel Moreno, entre otros altos funcionarios del Distrito. Los músicos de la escuela, cuyo nombre oficial es Fundación Juvenil Artística y Cultural Bhustak Récords, ayudaron a liderar el proceso gracias al cual más de cien jóvenes de Ciudad Bolívar se animaron a entregar sus armas.
Lo hicieron de la mano de Fabián Rojas, Bhustak, fundador del proyecto que nació en 2007 y busca, como él mismo dice, “que los pelaos sean raperos y no rateros”, ofreciéndoles sonreír con ellos en clases de música e involucrándolos en temas de Derechos Humanos, actividades que no tienen ningún costo.
Fabián no sólo los recibe en la sede del sector Santa Rosita Las Vegas, en la que además de la escuela funciona un negocio de internet con el que financia su empresa, sino que en ocasiones sale a las esquinas a invitarlos a que se enamoren del rap.
“Jóvenes nocturnos, cojan beneficio. Entren al colegio, sálganse del vicio”, cantan desde hace dos años en la academia del hombre de 32 años, que vivió entre pandillas y drogas, y hoy tiene que padecer las amenazas de quienes no quieren ver desarmada a Ciudad Bolívar.
“El pasado 16 de abril, a las 11:30 de la noche, saliendo de las clases —que son miércoles y sábados— me encañonaron unos tipos... me preguntaron que si yo era el de los desarmes”, dice Bhustak, quien cuenta que los muchachos de la escuela también tienen que padecer la misma violencia. Por causa de los dichosos panfletos las clases ahora se acaban más temprano. Hay rumores de que algunos aparecen en las listas negras. El miedo a veces es absoluto. “No son marihuaneros, no son pandilleros, sólo tuvieron tiempos difíciles”, concluye. Por eso intentan ahuyentar el terror a punta de rap.