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Catorce años después, la trabajadora social no rebaja visita anual al parque en el que enterró, finalmente, sus temores de colegiala y el anonimato que había empezado a perder en la universidad. Las lesbianas tenían miedo de dar la cara en la televisión y, a punta de cantaleta, Manuel Velandia se convirtió en el arquitecto de ese proceso liberador que Marcela Sánchez recuerda ahora, mientras se prepara para la marcha del orgullo gay, que terminará en la Plaza de Bolívar.
Es domingo 27 de junio, una de la tarde. Los colombianos celebran el Día del Padre, observan en la pantalla chica el triunfo argentino sobre México en el Mundial de Sudáfrica o acompañan la marcha en las principales ciudades. Velandia no asiste. Tuvo que exiliarse en España debido a su trabajo como activista de los LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas). Era uno de los rostros más visibles de ese grupo poblacional y por eso las cámaras y los micrófonos lo siguieron hasta el Parque Nacional la tarde en que, tal vez sin proponérselo, empujó a Marcela hacia un liderazgo que ella prefiere no atribuirse en la comunidad.
-“No señora, uno no puede salir con la cara tapada en el día del orgullo gay”, reclamó él mientras le explicaba la importancia de que atendiera al periodista que la buscaba.
Su retahíla terminó cuando la hoy directora de la ONG Colombia Diversa concedió la entrevista al noticiero AMPM, uno de los más vistos en los fines de semana de la Colombia de 1996. Por fin Marcela contó que el día del orgullo gay se conmemora debido a que el 28 de junio de 1969 terminó en tragedia por el allanamiento sin orden judicial al bar Stonwall Inn, de Nueva York, y celebró que los gays comenzaran a abrirse espacios en la sociedad, pero lamentó que no existiese la misma apertura en el caso de las lesbianas. Hoy, sigue pensando lo mismo.
Marcela vio la nota periodística en su casa, con su pareja. Un año antes había contado a su familia sobre su orientación sexual y el poco nerviosismo que sintió al verse en televisión se desvaneció mientras comprobaba que es falso eso de que todo el mundo reconoce de inmediato a quien sale en televisión.
Catorce años después mucha gente aún la identifica, pero no por la entrevista que tantas veces dudó en conceder, sino porque a partir de ella se comprometió más con la causa. También, por su labor en grupos de investigación sobre asuntos feministas, en la división de salud sexual y reproductiva de Profamilia, en la fundación y dirección de Colombia Diversa, en la creación del primer centro comunitario para la población LGBT en América Latina, que funciona desde hace dos años en la localidad de Chapinero, en Bogotá. Hasta por su activismo en el grupo de tambores “Colectivo Lésbico”, que hace presencia en el ya tradicional Septimazo bogotano.
El Parque Nacional está más visitado que en las pasadas ediciones de la marcha. En la de 2009, 40 mil personas hicieron el recorrido desde allí hasta la Plaza de Bolívar. En esta oportunidad se ven más participantes. Hay carrozas auspiciadas por los bares LGBT más importantes de la ciudad, la Alcaldía de Chapinero, la Personería Distrital y organizaciones sociales del país.
Germán Humberto Rincón, abogado activista, calcula que se superó con creces la movilización del año anterior, mientras Marcela no quiere comprometerse con cifras, pero asegura que la céntrica plaza capitalina efectivamente se ve más llena.
—“Puede que el año pasado hayan sido los 40.000 que dijeron algunos medios. Puede que hayan sido los 70.000 que calcula Germán. Lo más importante para mí es que fueron muchos los que desfilaron, pero aún más los que salieron a los andenes”.