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Las pérdidas que dejan cuatro años de obras inconclusas en la Plaza de Usaquén

Las obras que debían revitalizar el entorno urbano de la Plaza de Usaquén se convirtieron en una pesadilla para comerciantes y visitantes. Tras cuatro años de retrasos y afectaciones económicas, el IDU realizó una intervención para mitigar los daños y abrir la vía para una nueva licitación. Comerciantes se encuentran en plena reactivación y listos para recibir de nuevo a los bogotanos.

Miguel Ángel Vivas Tróchez

01 de agosto de 2025 - 08:00 a. m.
Calle en donde se evidencia el parche, con el cual el IDU habilitó el paso para mitigar las afectaciones al comercio, y un tramo de la fallida obra que si alcanzó a materializar.
Foto: Jose Vargas Esguerra
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Lozana y señorial, como sus otros siete pares en la ciudad, la Plaza Fundacional de Usaquén es un faro de tradición, arte y cultura en donde el pasado se integra de manera excepcional con el presente. Por años, este icónico centro de la localidad más septentrional de Bogotá es el epicentro de visitas y paseos domingueros, para los bogotanos. Sin embargo, desde el comienzo de unas obras, que no llegaron a buen puerto, tanto comerciantes como visitantes encontraron entorpecida su actividad debido a la urdimbre de polisombras, escombros y huecos que dejó el caótico proyecto.

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Aunque la obra debió entregarse el 12 de marzo, solo alcanzó un avance del 36 % y tuvo que ser intervenida por el IDU, tras múltiples sanciones por incumplimientos del contratista. La imagen pasó a ser similar a las de los comerciantes de la Calle 72, por las obras del metro: viene una obra, se demora, deja afectaciones y, al final, es el comerciante quien asume las perdidas.

Con la toma del Distrito a la obra se implementó un plan de mitigación, con el cual se busca cortar el torniquete de desorden estructural que asfixiaba económicamente a los comerciales. Varios de ellos, reunidos en grupos y en asociaciones, pasaron hasta una docena de derechos de petición, para solicitar el despeje de sus fachadas y recibir de nuevo a los clientes, que no volvieron por las incomodidades de acceso e inseguridad.

Dicho plan consistió en dos obras de mitigación para tapar los huecos que dejó la obra sin terminar, con el fin de que peatones, ciclistas y conductores puedan transitar por la zona. Y en efecto, tras un mes y medio de labores encaminadas esencialmente a tapar el desastre, el IDU logró habilitar las calles.

Como resultado, quienes caminan por el lugar se pueden percatar de los contrastes entre la malla vial intervenida por el IDU y los escasos metros de adoquines que alcanzó a instalar el contratista, sobre todo, en el costado oriental de la plaza y en la calle 119. En ese trozo es fácilmente perceptible, entre lozas grises y el parche de asfalto, la desidia y la mala planificación de las obras.

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Tramo de la obra que si alcanzó a entregarse, y el cual luce un deterioro con tan solo un par de meses de haber sido entregado.
Foto: Jose Vargas Esguerra

Gracias a este nuevo aire, los comerciantes de los restaurantes y bares realizan esfuerzos para reactivar el sector y remontar el pique en los estados financieros de sus comercios. Mientras tanto, el tema de las obras y su futuro revivió en el Concejo de Bogotá, cuando concejales como Jesús David Araque y Juan David Quintero expusieron las dificultades de los comercios y la necesidad de concluir los trabajos, para revitalizar este corazón cultural de la ciudad.

“Decenas de comerciantes de Usaquén tuvieron caídas en sus ventas del 93,5 % durante 2024. Además, según cifras de la Secretaría de Desarrollo Económico, el 91,3 % de los comerciantes dijeron que su clientela disminuyó, mientras que el 73,6 % agregaron que tienen problemas de flujo de caja”, indicó el concejal Araque.

Comercio de fachada negra en donde funcionaba un restaurante que quebró como consecuencia de los retrasos y la mala planificación de las obras.
Foto: Jose Vargas Esguerra

Mientras tanto, en ese mismo debate se dio a conocer que el IDU adelanta una nueva licitación para adjudicar lo que quedó pendiente de la obra. Los lineamientos del nuevo concurso público, así como la apertura a los consorcios interesados, estarían listos en lo corrido del próximo semestre y, según informó el IDU, incluirán parámetros de la Agencia Nacional de Contratación Pública, para reiniciar los trabajos bajo mejores controles.

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Contexto y afectaciones

Uno de los restaurantes con mayor tradición del lugar es Tasca Puerta de Alcalá, un negocio familiar con más de 30 años, que está entre los mejores calificados de su nicho: la comida española. Este hace parte de la constelación gastronómica, con la cual la plaza de Usaquén consolida su prestigio como una de las joyas turísticas de la ciudad.

Cada fin de semana, con el levantamiento de las carpas del mercado de las pulgas, las calles se impregnaban del aroma inconfundible de la alta cocina y un hilo de bombillos amarillos, que le dan un toque cosmopolita a la experiencia, iluminaba los pasos de miles de capitalinos que llegan al sector.

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Sin embargo, durante los últimos cuatro años, la actividad se entorpeció por cuenta de las obras. Camilo Siple Pineda, administrador de este restaurante, narra que el primer impacto fue la disminución del 30 % en los ingresos de su restaurante.

En 2021, cuando la obra se adjudicó al consorcio RGH 2021, conformado por Germán Torres Salgado (34 %), Héctor Henry Cuadrado González (33 %) y Rex Ingeniería S.A. en reorganización (33 %), los comerciantes y vecinos del sector lo vieron como una oportunidad, para mejorar y darle un nuevo aire a la plaza.

Camilo Siple Pineda en su restaurante, Tasca Puerta de Alcalá, uno de los más afectados por los retrasos en las obras.
Foto: Jose Vargas Esguerra

Si bien, hubo dudas de algunos restauranteros, por la planeación de la obra, al ser esta una iniciativa de valorización, decidieron dar el beneficio de la duda y esperar a que los trabajos salieran bien y, sobre todo, cumplieran con su objetivo: incrementar el valor de sus predios.

Sin embargo, ocurrió lo contrario. Alirio Ardila, dueño del restaurante 48paellas, explica como la fachada de su restaurante se convirtió en una escombrera al aire libre, que impedía el paso de los vehículos de sus clientes, proveedores y hasta de los peatones. “Nunca tuvieron en cuenta el componente social y eso fue a causa de la improvisación de la anterior alcaldía”, señala.

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Pero, incluso la miopía social del contratista fue el menor de los males. Ambos restauranteros, tanto Alirio como Camilo, señalan que rara vez veían a uno o dos trabajadores en el frente. Por el contrario, dicen, el contratista se limitó a abrir huecos por doquier y a avanzar lo menos posible. Luego, en las noches, el desorden y las polisombras quedaban, trayendo consigo inseguridad e incomodidades para sus clientes.

De repente, las sillas de los comensales se comenzaron a vaciar y, en contraste, sus fachadas y muebles sucumbieron a la invasión paulatina del polvo. Alirio perdía cerca de $20 millones al mes, mientras la familia de Camilo hacía malabares para pagar la nómina de 60 empleados.

Lo que viene

Al final, hasta 2024, la obra solo avanzó 4 %, lo cual resultó una infamia y un claro incumplimiento del contratista, el cual, para la fecha límite, marzo de 2023, solo tenía unos escasos metros de calles adoquinadas para mostrar. Con el cambio de administración comenzó un fuerte proceso sancionatorio, dividido en cuatro multas: $5.043 millones por incumplimientos técnicos y de calidad.; $1.858 millones por ejecución de obras sin PMT aprobado; $625 millones por no entregar informes de seguridad y arqueología, y $39 millones por no pagar salarios en agosto de 2024, para un total de $7.347 millones.

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Vale la pena resaltar que el valor del proyecto fue de $44. 018 millones, de los cuales el contratista recibió $12.117 millones, con lo cual quedan en el aire $4.830 millones que, parecen en toda regla, un claro detrimento al erario distrital. Producto de las sanciones y la presión, el contratista avanzó un 26 % en un solo año y, al no recibir más prórrogas del IDU, tuvo que entregar el contrato con un 30 % de ejecución.

En este proceso, el IDU realizó las labores de mitigación y anunció la formulación de una nueva licitación, con la cual se deberán pagar los desastres anteriores y el nuevo mobiliario público para Usaquén. Ya sin los rezagos de la obra, la invitación de Alirio, Camilo, y los comerciantes de la plaza de Usaquén a los bogotanos es a que regresen.

Alirio Ardila, dueño de 48 Paellas, otro comercio afectado por las obras de Usaquén.
Foto: Jose Vargas Esguerra

Pese a las incomodidades de años anteriores, en su visita al lugar, El Espectador comprobó que las vías se encuentran despejadas y listas para recibir a sibaritas, familias ociosas y público en general. Los restaurantes tienen convenios con parqueaderos, para facilitar la llegada de familias con vehículo, y una lista con buenas promociones y ofertas imposibles de ignorar.

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Aunque la gestión de lo público dio mucho que desear, y ahora los restauranteros deben recuperar lo perdido por su cuenta, solo la asistencia masiva de los bogotanos puede revertir y salvar este valuarte del turismo y la tradición capitalina.

Así lucen las calles de Usaquén tras la intervención y mitigación del IDU. Hay paso vehicular y peatonal, por lo cual los visitantes pueden visitar la plaza y los comercios sin problema.
Foto: Jose Vargas Esguerra

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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez

Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com
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