Veeduría a los Objetivos de Desarrollo Sostenible: hay menos pobreza, pero más desempleo

La Veeduría Distrital estudió el cumplimiento de la actual administración en la materia. Este es su balance.

Alexánder Marín Correa - jamarin@elespectador.com
09 de septiembre de 2019 - 12:51 p. m.
Jaime Torres Melo, Veedor Distrital. / Cristian Garavito- El Espectador
Jaime Torres Melo, Veedor Distrital. / Cristian Garavito- El Espectador

En medio de la polarización de la ciudad, que se agudiza en la contienda electoral, tener datos para saber cómo va Bogotá es un insumo que mejora la calidad del debate. Eso lo sabe Jaime Torres, veedor distrital, quien junto a su equipo analizó qué tanto ha cumplido el Distrito los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), indicadores de la ONU, que miden la calidad de vida en los países. Pero su idea, más allá de hacerle un corte de cuentas a la administración, apunta a que la ciudadanía esté informada y que el próximo alcalde conozca las necesidades de la capital. Pobreza, desempleo, seguridad y salud, algunos de los datos a destacar. 

¿Qué miden los ODS?

Los 17 objetivos los integran 169 indicadores en salud, educación pobreza, calidad de las instituciones y justicia, entre otros. Son los mismos para todos los países. De estos, a Bogotá le aplican 110 y permiten tener una mirada amplia sobre la calidad de vida. 

¿Y cómo va Bogotá?

Es la ciudad con más desarrollo en el país en lo social, ambiental, económico e institucional. No es que no tenga problemas, pero tiene mejores indicadores. Al comparar nos ha tocado hacerlo con otras ciudades de América Latina, porque con los municipios del país siempre le va bien. 

¿Eso a qué obedece?

Que tiene un músculo más grande, más información y una política pública más desarrollada. Cuando el país empezó a aplicar los Objetivos del Milenio, que estuvieron hasta 2015, Bogotá jalonó fuerte las cifras del país. La pasada administración, por ejemplo, disminuyó la pobreza por ingresos y esto jalonó el dato nacional. Pero al analizar en detalle, hubo zonas marginales que no cumplieron. Algunos de esos Objetivos del Milenio hoy hacen parte de los ODS, lo que hace que sigan bien. Sin embargo, hay indicadores nuevos que no se están cumpliendo y es ahí donde queremos hacer el llamado de atención.

¿En cuáles de los ODS se destaca?

En varios. El primero es pobreza. Aunque la monetaria (que hace referencia al ingreso de los ciudadanos) está estancada hace dos años en 14 % (en el país es 28 %), la pobreza multidimensional, que corresponde a las políticas efectivas de una ciudad y a la posibilidad que tienen los ciudadanos de acceder a servicios, viene mejorando. Entre 2016 y 2018 bajamos de 5,9 % a 4,3 % (-1,6 %), es decir 114.000 personas salieron de ese indicador. No es solo el dinero, sino lo que el Estado le puede dar, como tener acceso a una buena vivienda, servicios públicos, educación, salud, etc.

¿En qué más ha mejorado la ciudad?

Uno muy importante: la reducción de la maternidad temprana, entre 10 y 19 años. Desde 2015 a 2018 la tasa pasó de 48,6 embarazos por cada 1.000 mujeres a 34,6. Este es un indicador difícil de bajar, pero disminuyó 14 puntos. Eso es un gran logro, porque eso afecta las oportunidades de las mujeres para el resto de la vida y la calidad de vida de la familia alrededor de ese embarazo. En el mismo período se redujo también la mortalidad materna, al bajar la tasa de 34,1 muertes de madres por cada 100.000 nacidos vivos a 27,3. 

Y en otros indicadores...

Uno para destacar es la disminución de la brecha de ingresos entre hombres y mujeres. Mientras en el mundo es del 20 % y en el país llega al 26 %, en Bogotá bajó a 14 %. Nos gusta resaltarlo, porque las últimas administraciones se la jugaron por una institucionalidad con la Secretaría de la Mujer, que se refleja en la mejora de la calidad de vida. A esto podríamos sumar que la participación del PIB turístico en el PIB total de la ciudad viene creciendo; la reducción importante en la tasa de homicidios, que entre 2015 y 2018 pasó de 17 casos por cada 100.000 habitantes a 12,7, y la mejoría en la atención de la ciudad a la población que está en zonas de riesgo. 

¿Cómo se evidencia este último? 

La tasa de personas afectadas por efectos recurrentes (por ejemplo inundaciones) pasó de 26,8 por cada 100.000 habitantes en 2015 a 16,7 por cada 100.000 habitantes en 2018. Eso quiere decir que obras en zonas como el río Tunjuelo sí han servido. Parte del llamado de atención que hacemos es que la gestión del riesgo requiere de grandes inversiones estructurales y que vayan más allá de una administración. En eso hay un avance importante. Eso salva vidas y calculamos que en los últimos cuatro años se salvaron 754 vidas.
Se podría atribuir a esta alcaldía o viene de políticas anteriores.

Hay que ser honestos y ayudar al debate, reconociéndole a cada uno lo que le corresponde. El logro en homicidios, mortalidad materna y maternidad temprana corresponde a programas de esta administración. Pero el logro de gestión de desastres o en temas de mujer es de la pasada administración. Es una institucionalidad que se ha fortalecido.

¿En qué se raja la ciudad?

Pese a tener una Secretaría de Desarrollo Económico, en una ciudad que aporta el 20 % del Producto Interno Bruto del país y es la que tiene más empresas y emprendimiento, hay dos datos que preocupan. Uno es el desempleo. Comparando el cuarto trimestre de 2015 y el cuarto trimestre de 2018, pasó de 8,9 % a 11,7 %, superando de nuevo la barrera de un dígito. El otro es la tasa de ocupación, que pasó del 65 % en 2015 al 60 % en 2018. Eso evidencia que faltan políticas proactivas para aumentar el empleo y reducir la informalidad, que es muy alta. 

¿Qué otros reparos?

Un paso que se debe dar es convertir a Bogotá en una ciudad digital. Sin embargo, la matrícula oficial con acceso a internet bajó del 99 % al 95 %. Es decir, de todos los estudiantes matriculados en colegios oficiales, hay un 5 % que no tiene acceso a internet. Eso genera una brecha digital que no deberíamos permitir, porque en un estudiante podría tener repercusiones más adelante. De otro lado, a pesar de que hubo reducción en homicidios y mejoras en la infraestructura de seguridad, vemos que hay un aumento en la violencia intrapersonal. Llamamos la atención frente a esto, porque pasó de 168 lesionados por cada 100.000 habitantes en 2015 a 310 en 2018, casi el doble. Lo que refleja problemas de convivencia, algo que se debe atender.

¿Y en educación?

La ciudad tuvo una reducción en la cobertura bruta en transición. Bajó del 73,8 % en 2015 al 70 % en 2018. Si un niño no entra ahí, después va a ser más difícil integrarse al ciclo educativo. Eso nos llevó a ver que la discusión de los jardines infantiles no podía ser cuántos construyó cada administración, sino cuántos acceden a ellos. Nos hace falta más infraestructura para jardines, porque todavía hay baja cobertura.

¿Qué debe hacer el próximo alcalde?

Si bien hay indicadores de los ODS que son los mismos para todo el mundo, es importante aclarar que las metas las fija cada país. La primera, como lo hizo esta administración, sería articular su Plan de Desarrollo con los ODS, para que se vuelvan eje estructurador. Pero ojalá los ordenara para establecer cada meta a qué objetivo corresponde. Lo otro es aclarar que los ODS no son solo son de desarrollo social, también hay otros como acceso a la justicia, buen gobierno, capacidad de las instituciones, etc. Hay que incluirlos también. Creo que como vimos en este repaso, faltan cosas por hacer en salud y educación, que tienen retos importantes. 

¿Cómo hacer un mejor seguimiento? 

La semana pasada lanzaron el Plan Estadístico del Distrito, que debe empezar a dar información sobre el avance de los ODS. Hay brechas en información en cada uno de los objetivos. Bogotá tiene buena información, pero le falta hacerla más pública. Esto debería ser un sistema en el que la gente pueda ver los avances. Eso es información que a la ciudadanía le dice mucho más que si los gobiernos se ponen a hablar de lo que prometieron en campaña. Eso nos permitiría ver cómo vamos como ciudad. Estoy seguro de que la ciudad va mejor de lo que la gente cree en algunas cosas y en otras está muy mal, pero con estas herramientas seguro vamos a tener una conversación que no va a estar medida por la “opinionitis”, sino basada en información oportuna y real. Hay que pedirle a la próxima administración que le facilite a la gente su acceso.
 

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Por Alexánder Marín Correa - jamarin@elespectador.com

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