Venezolanos en Colombia: no se trata de caridad

Hace cuatro años nació la Asociación Central de Venezolanos en Colombia, una entidad pensada desde y para quienes huyen del vecino país en busca de un futuro mejor. Su objetivo no sólo es la integración, también le apuestan a generar calidad de vida.

Javier González Penagos (jgonzalez@elespectador.com) / @Currinche
22 de marzo de 2018 - 07:00 p. m.
 En Colombia, siete de cada 10 venezolanos están en condición de ilegalidad.  / Cristian Garavito - El Espectador
En Colombia, siete de cada 10 venezolanos están en condición de ilegalidad. / Cristian Garavito - El Espectador
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

Se calcula que de los más de 550.000 venezolanos que hay en Colombia, alrededor de 374.000 son irregulares, es decir, el 68 % aún no tiene definida su situación en el país. Esto implica que son ciudadanos en condición de ilegalidad, sin acceso a servicios básicos como la salud o educación y en riesgo de ser deportados. Su drama no es menor: huyeron de Venezuela en búsqueda de mejores oportunidades, fueron despojados de su arraigo y ahora deben sortear situaciones como la explotación laboral. Entre permanecer indiferente ante la desdicha de sus hermanos o esforzarse por un mejor futuro para ellos, Daniel Pages le apostó a mejorar la calidad de vida de quienes huyen de la crisis.

Fue precisamente bajo esa premisa que nació hace cuatro años la Asociación Central de Venezolanos en Colombia (Asocvenecol), una organización sin fines de lucro que se encarga de otorgar asistencia humanitaria, gestionar información, brindar asesoría y acompañar a quienes recién llegan a Colombia, en particular a Bogotá. Al frente de ella está Pages, quien hace 10 años llegó al país y hoy es su presidente.

“Logré, de alguna forma, tener un poco más de visión y vislumbrar no sólo lo que estaba sucediendo, sino lo que iba a ocurrir. Por eso salí de mi país y me vine a trabajar a Colombia, por todos los problemas sociales que ya se estaban presentando en Venezuela”, explica Daniel, mientras trata de evocar lo que era su vida en su natal Caracas: junto a los suyos y al mando de su propia empresa.

Hoy su realidad es diferente y sus esfuerzos, lejos de los negocios, se canalizan en lo social y humanitario. Se propuso, en compañía de varios allegados y amigos, ser la primera instancia a la que pudieran acudir los venezolanos en busca de ayuda, amparo y orientación. Y lo logró: “Hoy nos consideran el segundo Consulado de Venezuela en Colombia”, asegura con satisfacción. “Comenzamos con una suerte de blog, un foro virtual, para hacer visible la situación de los venezolanos en Colombia. A medida que se complicaban las cosas allá, acudían más y más personas, muchas desorientadas y con dudas. Nos preguntábamos qué podíamos hacer para divulgar mejor la información. Así nació la idea de hacer un grupo constituido, que tuviera presencia legal y que pudiera canalizar mejor las ayudas”.

Su labor, declara Pages, no es brindar caridad a los venezolanos. Por el contrario, busca educarlos y ofrecerles toda la información necesaria para que se puedan valer por sí mismos. “Antes la gente llegaba con la esperanza de que les resolviéramos todos los problemas y no, esa no puede ser la solución. Les inculcamos que deben valerse por sí mismos, leer, investigar y aprender. La gestión debe ser autosuficiente y que la gente conozca la dinámica del país”.

Según los cálculos de Asocvenecol, hace dos años se atendían en promedio entre 20 y 30 venezolanos por semana. Hoy, con la crisis migratoria en uno de sus puntos más álgidos, ese número puede llegar a 50. Por ello, agrega su presidente, han tenido que optimizar cada vez más la comunicación y hacer que su portal (www.asovencol.org) esté actualizado para que puedan acceder a información oportuna y de interés. “Por lo general, nos contactan por correo electrónico o por teléfono. A partir de ahí empezamos a gestionar lo que necesita esa persona. También se acercan empresas que buscan determinados perfiles y nosotros divulgamos esas ofertas de empleo”.

Daniel no cree en un aumento de la xenofobia en contra de sus compatriotas: “El venezolano y el colombiano de a pie son hermanos, se ayudan y hay una solidaridad muy grande”; sin embargo, no niega que hay conflictos que se derivan de la informalidad y del daño que ello implica para la economía local. Por eso, insiste en medidas para regular su situación. Esa es una de sus tantas luchas y aunque quisiera que fueran cada vez menos las personas para ayudar, admite que es un sueño que no se hará en el corto plazo. Mientras tanto él seguirá atento, buscando ofrecer su mano amiga.

Por Javier González Penagos (jgonzalez@elespectador.com) / @Currinche

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