Si usted viajara al lugar más remoto del mundo a ver las estrellas, lo más seguro es que entre las infinitas luces también esté viendo basura espacial o satélites. Así lo reveló un reciente estudio que será publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society y que analizó las decenas de miles de objetos que orbitaban en el 2020. (Le sugerimos: La basura espacial supera ya los 19.500 fragmentos en órbita)
Segun le explicó John Barentine, uno de los autores del estudio a la revista Science, las “mega constelaciones de satélites”, como ha sido apodado el fenómeno, lleva un tiempo preocupando a los expertos. De hecho, solo en 2019, la empresa Space X, fundada por Elon Musk, lanzó más de 1000 satélites de comunicaciones Starlink para internet. La compañía, al igual que otras como Amazon, ya tienen miles de otras licencias para lanzar dispositivos similares en los próximos años.
Aunque aún no se sabe con claridad el efecto que la polución satelital puede tener sobre la Tierra, incluidos sus habitantes, un grupo de astrónomos conocidos como Barentine ha empezado a explorar las consecuencias. Hay tres cosas que les preocupan. Una es que el brillo de los satélites interrumpe la observación espacial a simple vista y que, aún peor, podrían estar afectando los estudios astronómicos que son sensibles a cualquier luz.
Además, y, en tercer lugar, el equipo, liderado por el astrónomo Miroslav Kocifaj, encontró que la nube colectiva de satélites y escombros sobre la Tierra podría dispersar la luz hacia la atmósfera de manera más general. La revista Science explica que, normalmente, el cielo tiene un brillo natural en la atmosfera superior que es generado, principalmente, por partículas ionizadas. Sin embargo, los objetos que orbitan la Tierra podrían estar aumentando esta luz en un 10%. (Le puede interesar: La primera misión para retirar basura espacial )
Aunque se trata de un cálculo preliminar, que según los mismos autores necesita más estudios, el trabajo que han realizado para estimarlo es bastante asombroso. Para llegar a la cifra el equipo dedujo el número y distribución del tamaño de todos los objetos que orbitaban la tierra en la década de 1990, Luego, extrapoló esa información teniendo en cuenta el “hacinamiento” espacial que se ha dado desde entonces.
“Espero una confirmación independiente del resultado”, dijo Pat Seitzer, astrónomo emérito de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, al la revista Science. Seitzer ha modelado el brillo de satélites individuales y está colaborando con SpaceX para atenuar la luz de versiones futuras. (Lea también: Basura espacial, ¿una contaminación lejana?)