
Estos artefactos, utilizados para almacenar objetos, líquidos o comida, hicieron parte de la vida doméstica de las poblaciones.
Foto: Javier Gutiérrez
En la región de Montes de María, en el Caribe colombiano, en los últimos años se volvió costumbre que los habitantes locales, mientras trabajaban la tierra o caminaban por los ríos, se encontraran pedazos de cerámica e, incluso, de lo que parecían estatuillas. Los Narváez, una familia del sector, recogieron tantos que llegaron a formar un repositorio propio, por no decir un museo personal, en los que se mostraban —con orgullo— esos extraños artefactos de un recóndito y extraño pasado.
A pesar de esta riqueza arqueológica, la historia de esta...

Por Fernán Fortich
Periodista con enfoque en temas ambientales, posthumanistas y sociales.@fernanfortichrffortich@elespectador.com
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