En medio de excavaciones en la parte central del Parque Arqueológico de Pompeya, un grupo de investigadores ha descubierto una pintura de grandes dimensiones que fue instalada hace más de 2.000 años.
Esta obra fue descubierta en una sala de banquetes que está siendo investigada por arqueólogos italianos. Los dibujos ocupan tres paredes de la edificación, donde se observan representaciones asociadas con Dionisio, el dios griego del vino y la locura.
Según describen los investigadores, en la megalografía —que es el término griego para describir un “gran cuadro”— se observa una procesión dedicada a este dios. Por ejemplo, se ven una serie de bacantes, que son mujeres adoradoras de Dionisio, que también es denominado como Baco. Estas están representadas como cazadoras con animales sacrificados en sus espaldas, pero también como bailarinas.
Además, también se observan jóvenes sátiros que, con orejas puntiagudas, tocan la flauta doble, mientras que otros realizan lo que se conoce como el sacrificio del vino, en el que se vierte esta bebida por detrás de la espalda para beberlo desde un cuenco poco profundo ubicado en el suelo.
En general, de acuerdo con los investigadores, todas estas imágenes representan escenas de lo que se conoce como los Misteriosos Dionisiacos, que era una serie de rituales en la antigua Grecia y Roma en la que se tomaban bebidas psicoactivas para eliminar ciertas inhibiciones sociales. Estos eran, normalmente, reservados a los iniciados en el culto de esta divinidad griega, a menudo con la promesa de una mejor vida.
En ese sentido, en el centro de la composición se halla una mujer que sostiene una antorcha, lo que indicaría que es una iniciada en este culto. Se trata, de acuerdo con los investigadores, de una mujer mortal que a través de estos rituales va a ser empezar su camino en los misterios de Dionisio.
Por estos hallazgos, los investigadores denominaron este sitio como la “Casa del Tiaso”, en referencia a las imágenes dionisiacas. Vale señalar que en la antigüedad existía una serie de cultos, entre ellos a los de Dionisio, que se conocían como “misteriosos”, pues sus secretos eran solo conocidos por los miembros del culto.
De acuerdo con los arqueólogos que realizaron el descubrimiento, se estima que estas pinturas datan del siglo I a.C, lo que significa que para el momento de la erupción del volcán Vesubio, que sepultó a Pompeya bajo toneladas de ceniza para el año 79 d.C, estas obras tenían alrededor de un siglo de antigüedad.
Se trata de un raro descubrimiento, pues solo existe otro ejemplo de otra megalografía con rituales de este tipo, la cual fue descubierta hace un siglo.
“Dentro de 100 años el día de hoy se vivirá como histórico, porque el descubrimiento que estamos mostrando es histórico. La megalografía hallada en la ínsula 10 de Regio IX abre otra mirada a los rituales de los misterios de Dioniso”, indicó el ministro de Cultura de Italia, Alessandro Giuli. “Se trata de un documento histórico excepcional que, junto con el de la Villa de los Misterios, constituye un ejemplo único en su género y convierte a Pompeya en un extraordinario testimonio de un aspecto de la vida en la época clásica mediterránea en gran parte desconocido”.
Según le explicó a El País, el director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriela Zuchtriegel, gran parte de lo que se sabe de las bacantes se debe a la obra 'Las Bacantes de Eurípides', una tragedia muy popular en la época. En esta se mostraba a estas figuras que representaban el lado más salvaje de las mujeres.
“En esta, la caza de las bacantes de Dionisio se convierte en metáfora de una vida desenfrenada y extática, que aspira a ‘algo diferente, algo grande y algo visible’, como dice el coro del texto de Eurípides”, indicó Zuchtriegel.
De esta manera, estas pinturas empiezan a mostrar nuevas facetas de la vida en la antigüedad que, hasta ahora, se había quedado sepultadas bajo la tierra y las cenizas que cayeron hace siglos sobre Pompeya.
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