La materia oscura ha intrigado a los científicos durante décadas. Se cree que representa cerca del 85% de toda la materia del universo, pero más allá de ese dato, sabemos muy poco. No sabemos de qué está hecha y no emite, refleja ni absorbe luz, por lo que es totalmente invisible, incluso para los telescopios más avanzados de la humanidad.
Aun así, su presencia es innegable: la “vemos” a través de su gravedad. Los científicos dicen que las galaxias giran tan rápido que, si solo contaran con la materia visible (estrellas, planetas, gas), simplemente se desarmarían. Algo “extra” debe estar manteniéndolas unidas, y ese algo es lo que los científicos llaman materia oscura.
Gracias a su importancia, y a lo mucho que aún desconocemos de ella, su estudio se ha convertido en uno de los grandes retos de la física moderna.
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Una investigación publicada este 25 de noviembre en Journal of Cosmology and Astroparticle Physics sugiere que se encontró un posible indicio de la presencia de materia oscura en la Vía Láctea. Eso sería un hallazgo enorme, y por eso mismo, los autores y otros investigadores están llamando a la calma y a la cautela con los hallazgos.
El reciente estudio se basa en observaciones realizadas con el Telescopio de Área Grande Fermi (LAT), que durante los últimos 15 años ha estado vigilando una amplia región alrededor del halo de la Vía Láctea. El telescopio busca una señal específica: rayos gamma.
Estos rayos son el tipo de luz más energética del universo y podrían producirse si dos partículas de materia oscura chocan y se aniquilan entre sí. Como la materia oscura no emite ni refleja luz, los científicos no pueden verla directamente; necesitan buscar estos efectos secundarios para detectarla. Los investigadores construyeron entonces mapas de rayos gamma de esa región del cielo y eliminaron, uno por uno, los fenómenos conocidos que también pueden producir este tipo de luz: fuentes puntuales como estrellas de neutrones o agujeros negros, la interacción de rayos cósmicos con el gas de la galaxia, el brillo isotrópico de fondo o incluso estructuras gigantes como las burbujas de Fermi.
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Solo después de descontar todo esto pudieron analizar si quedaba algún “residuo” extraño. Y, efectivamente, reportan que encontraron un exceso de rayos gamma que no encaja bien con las fuentes conocidas hasta ahora, pero sí con lo que se esperaría si hubiera partículas de materia oscura aniquilándose. Sin embargo, no es tan sencillo como eso.
Aunque el exceso detectado es consistente con la señal que generaría la materia oscura, los autores señalan que la incertidumbre sobre qué es lo que se detectó sigue siendo grande: deben considerar otras posibilidades, por ejemplo, errores en los modelos utilizados, fuentes astrofísicas aún no catalogadas o procesos que no entendemos bien.
La mejor manera de resumir esto la hizo en The Guardian el profesor Kinwah Wu, astrofísico teórico de la University College London: “Agradezco el arduo trabajo y la dedicación del autor, pero necesitamos pruebas extraordinarias para una afirmación extraordinaria”, declaró. “Este análisis aún no ha alcanzado este nivel. Es un trabajo que anima a quienes trabajan en este campo a seguir adelante”.
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