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Aura, el primer robot humanoide en una universidad colombiana

A la Universidad de Los Andes llegó una máquina ‘autónoma’ y con forma humana con el objetivo de avanzar hacia automatización de procesos que podrían sacudir el mercado laboral y la forma en que nos relacionamos con los robots.

Fernán Fortich

03 de junio de 2025 - 07:21 p. m.
Aura, nuevo robot de la Universidad de Los Andes.
Foto: Óscar Pérez
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En las últimas semanas, en la Universidad de Los Andes empezó a caminar, entre los estudiantes, docentes, trabajadores y visitantes del campus, el primer robot humanoide implementado en un entorno universitario en Latinoamérica.

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Lo que destaca a “Aura”, que mide 130 centímetros y pesa 35 kilogramos, de otros robots es su modo de caminar. Mientras que otros suelen moverse en ruedas, el nuevo robot universitario cuenta con dos extremidades que asemejan los pies humanos para movilizarse por el mundo. El humanoide, que cuenta con una cara demarcada con luces azules, puede desplazarse con sus dos pies, calculando a cada momento sus pasos y su dirección a través de sensores de alta gama y una cámara para no chocar con humanos o muros en sus recorridos.

“Es capaz de reconocerte, hablar y responder, aprenderse tu cara y conocerte”, cuenta Rubby Casallas, decana de la Facultad de Ingeniería de la U. Los Andes. “Estos humanoides son actualmente el furor en el mundo y son una de las tecnologías más avanzadas que se tienen hasta ahora. Su llegada es solo un adelanto de lo que estamos convencidos, va a pasar muy pronto: robots cuidando a gente mayor, ayudando a los niños a estudiar o a la humanidad a llegar donde no era posible”.

Movimientos de aura en un laboratorio de robótica.
Foto: Óscar Pérez

Mientras Casallas explica sus habilidades, en el laboratorio de uno de los pisos del edificio Mario Laserna comienza a sonar la canción ‘Y.M.C.A.’. Al ritmo de la música, Aura empieza a bailar y a hacer su famosa coreografía, provocando la risa de algunos estudiantes.

Lo cierto es que la reacción no siempre fue esta. Al escuchar sus pasos mecánicos y la forma en que, de manera tosca, Aura envía besos, algunos estudiantes se mostraron asustados o sorprendidos con su interacción con el robot.

“Estos robots ya tienen características a los que la gente no le puede seguir el paso. Por ejemplo, Aura tiene la capacidad de girar más 45 º su cadera, que es el límite humano, y cuando se lo presentamos a los estudiantes, empezó a girarse en una forma que para las personas no es posible”, relata Casallas, de Los Andes. “En contraste, algunos estudiantes curiosos quisieron probar la capacidad del robot para resistir empujones. A pesar de que lo intentaron con una fuerza considerable, no lograron tumbarlo, lo que muestra el lugar en el que están estas tecnologías”.

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Aura fue adquirido por la universidad a la empresa china Unitree, una de las firmas líderes mundiales en el mercado de este tipo de robots autónomos, con el objetivo de aprender sobre el desarrollo de estas tecnologías para su desarrollo y su implementación de acuerdo con las necesidades en el país.

Robot: ¿la nueva fuerza laboral?

El desarollo de robots busca satisfacer diversos tipos de necesidades, con robots encargados de limpiar las casas de las personas, máquinas capaces de tomar decisiones con pacientes impredecibles o para explorar el universo yendo a rincones del universo inexplorados por la humanidad.

Un ejemplo de esto son los conocidos rovers que han ayudado a explorar algunos de los planetas más cercanos a la Tierra, como Venus y Marte. Así ocurre en el ‘planeta rojo’, en el que hay varios robots que recorren el planeta y toman muestras del suelo marciano a más de 225 millones de kilómetros de la Tierra en el mismo instante que usted lee estas líneas.

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Lo que hace singulares a los robots como Aura es que tienen una forma humana y, por ende, están diseñados para replicar lo que hacemos los humanos o, visto de otra forma, lo que no queremos hacer, como lo asegura Carlos Fernando Rodríguez, vicerrector académico de Los Andes.

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Aura adelante de robots de generaciones pasadas que fueron usados en Los Andes.
Foto: Óscar Pérez

“Hay una cantidad de trabajos que se hacen, pero que son cada vez son menos atractivos para las nuevas generaciones. Esto ocurre en labores como la construcción o la agricultura, en las que hay cosechas que no tienen quien las trabaje. Y estas son, valga decirlo, labores exigentes y técnicas, y eso necesita cierto grado de innovación local”, sostiene Rodríguez. “El nuevo robot permitirá a investigadores automatizar procesos que requieren de movimientos finos y en lo que hay que adaptarse a un entorno cambiante, por ejemplo, en casos de situaciones de emergencias o para visitar que normalmente le costaría a un ser humano”.

Para los investigadores de Los Andes, un elemento central en el desarrollo de robots autónomos será la inteligencia artificial, que será la encargada de dirigir estas máquinas en el terreno y en decisiones que afectan nuestras vidas.

Es hora de pensar nuestra relación con los robots

Uno de los objetivos de la presencia del robot humanoide en la universidad es investigar sobre las futuras relaciones de los humanos con las máquinas, que ha sido compleja desde el principio. Uno de los primeros usos de la palabra robot ocurrió en una obra de teatro de 1910, del escritor checo Karel Capek, “Robots Universales Rossum”, que cuenta la historia de una fabrica operada por androides. En esta se relata cómo una empresa crea“ un trabajador con el mínimo de requisitos (…). Los robots no son personas. Mecánicamente, son más perfectos que nosotros, pero no tienen alma”. La obra pone de relieve las preocupaciones éticas sociales del desarrollo de esta tecnología.

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Más de 100 años después, en Los Andes, quieren explorar cómo puede ser esta relación, hasta dónde pueden ir los robots y cuáles serían sus límites. “En cierta medida se parece un poco a la evolución que ha tenido nuestra relación con los animales, los cuales para nuestros abuelos eran una fuente de producción, y ahora para nosotros son una fuente de cariño. No deja de sorprender lo mucho que eso ha evolucionado y lo mucho que eso habla de la humanidad”, explica Rodríguez, de Los Andes. “Hay que pensar si queremos que nos sonrían, o qué nos den ánimo cuando estemos tristes, todo esto podría tener grandes implicaciones”.

Por el momento, para algunos se trata de una relación que sigue ocurriendo, mayoritariamente, en el reino del entretenimiento, como cuenta David Cuevas Alba, monitor de investigación de robótica de la universidad, quien utilizará el robot para sus investigaciones. “Muchas empresas nos contactan para que programemos un robot que salude a la gente en eventos, pero siguen siendo muy pocos los robots que se ven por fuera del área de lo investigativo”.

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Pero, ¿qué tan lejos está Colombia de poder desarrollar este tipo de tecnologías en amplia escala?, En el mundo, se estima, por ejemplo que más de cuatro millones de máquinas robóticas —equivalentes a un poco más de la población de Uruguay— ya se encuentran “trabajando” en fábricas del mundo, según cifras de la Federación Internacional de Robótica; realizando en labores que van desde el ensamblaje de vehículos, el empaque de mercancías o el monitoreo la calidad del aire. Esto, al menos, de manera oficial.

En algunos países, como Corea o Alemania, el nivel de automatización ha llegado al punto en el que, en la actualidad, registran entre 450 y 1000 robots industriales por cada 10.000 trabajadores. En Colombia, en contraste, la proporción sigue siendo baja, con un robot por cada 10.000 empleados.

“Si bien tenemos impresoras 3D que nos permiten fabricar los materiales, y los programas de IA son muy accesibles para el desarrollo, sigue siendo difícil el tema del acceso material electrónico como los chips, que son escasos pero cruciales para el desarrollo de estas tecnologías y sobre todo cuando se quiera hacer a escala”, explica Casallas. “Lo que tenemos hoy es una inspiración para todo lo que podemos hacer”.

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Por Fernán Fortich

Periodista con enfoque en temas ambientales, posthumanistas y sociales.@fernanfortichrffortich@elespectador.com
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