China está lista para convertirse en el primer país en traer a la Tierra muestras del suelo marciano en una única misión. El ambicioso proyecto, conocido como Tianwen-3, se lanzará alrededor de 2028 y tendrá una duración total de poco más de tres años. La misión busca responder algunas de las preguntas más profundas sobre el planeta rojo: ¿Hubo alguna vez vida en Marte? ¿Cómo ha cambiado su habitabilidad con el tiempo? ¿Qué nos dice su geología sobre la historia del sistema solar?
Por primera vez, la Academia China de Ciencias ha revelado detalles completos del plan y los objetivos científicos de Tianwen-3, a través de un artículo publicado en la revista Nature Astronomy. El texto, firmado por Hou Zengqian, científico jefe de la misión, describe cómo China planea recoger no menos de 500 gramos de material marciano utilizando un sistema inédito: un dron autónomo que se desplazará varios cientos de metros desde el punto de aterrizaje para seleccionar muestras.
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La misión será técnicamente compleja. Se dividirá en dos lanzamientos y tomará entre siete y ocho meses llegar a Marte. Después de aproximadamente un año de operaciones en la superficie del planeta, la nave iniciará el trayecto de regreso a la Tierra, con una llegada prevista para inicios de la década de 2030. A diferencia de la NASA, cuya misión Perseverance depende de futuras operaciones para traer las muestras a casa, China apuesta por realizar todo el ciclo –recolección, preservación y retorno– en una sola misión.
Tianwen-3 tiene tres objetivos principales. El primero es la búsqueda de señales de vida pasada o presente en Marte, como biomarcadores, fósiles microbianos o la presencia de arqueas. El segundo, estudiar cómo ha evolucionado la habitabilidad del planeta, con especial atención a los cambios en el agua, la atmósfera y posibles antiguos océanos. Y el tercero, reconstruir la historia geológica marciana, desde sus capas superficiales hasta su actividad interna. “Estos objetivos están interrelacionados: la vida requiere un entorno habitable, y ese entorno está ligado a procesos geológicos”, explicó Hou.
Para cumplir con esos fines, el equipo científico ha definido nueve líneas de investigación que integran estudios de química, condiciones ambientales, biología y geología. A esto se suma el diseño de un sistema de muestreo robusto que incluye excavaciones superficiales, perforaciones de hasta dos metros (una primicia a nivel mundial) y el uso del dron recolector. Según los investigadores, este enfoque garantizará la diversidad y el valor científico de las muestras seleccionadas.
Una vez en la Tierra, el material marciano no se analizará de inmediato. China está construyendo un laboratorio especializado en muestras extraterrestres que incluirá áreas de bioseguridad y cámaras ultralimpias. Allí se realizará un riguroso proceso de esterilización, apertura, procesamiento y análisis del contenido, con énfasis en la detección de posibles riesgos biológicos.
El lugar exacto donde aterrizará Tianwen-3 aún no ha sido definido, pero ya se ha reducido la lista de posibles sitios de más de 80 a 19. Para finales de 2026, se elegirán tres finalistas. El criterio de selección no es únicamente científico: debido a restricciones técnicas, el lugar deberá estar ubicado entre los 17 y los 30 grados de latitud norte del planeta. Pero más allá de lo técnico, el equipo priorizará zonas con potencial para preservar indicios de vida, como antiguos deltas, depósitos sedimentarios o regiones con actividad hidrotermal pasada.
Con Tianwen-3, China entra a competir de lleno en la exploración interplanetaria. Ya lo hizo antes con la Luna, trayendo exitosamente muestras con la misión Chang’e 5. Pero Marte representa un desafío completamente distinto, no solo por la distancia, sino también por la precisión tecnológica que requiere operar en su delgado ambiente atmosférico.
Si tiene éxito, esta será la primera vez que la humanidad cuente con material marciano recolectado directamente y traído a la Tierra sin depender de misiones futuras. Y con ello, se abrirá un nuevo capítulo en nuestra comprensión del planeta que alguna vez fue, quizás, un poco parecido al nuestro.
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