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Científicos descubren al “príncipe dragón”, un antepasado del Tyrannosaurus rex

Hace más de 50 años, un paleontólogo encontró unos huesos en el desierto de Mongolia y creyó que eran de un dinosaurio ya conocido y poco estudiado. Pero un nuevo y reciente estudio revela que en realidad pertenecen a una especie nunca antes vista: Khankhuuluu mongoliensis, el “príncipe dragón”. Este dinosaurio carnívoro de tamaño mediano ayuda a entender cómo los temidos tiranosaurios, como el T. rex, pasaron de ser depredadores ágiles y pequeños a convertirse en los gigantes que dominaron su mundo.

Redacción Ciencia

15 de junio de 2025 - 09:39 a. m.
La paleontóloga de la U. Calgary, Darla Zelenitsky y el candidato a doctorado Jared Voris, a la izquierda, ayudaron a identificar la especie de dinosaurio utilizando fósiles encontrados en Mongolia. Foto: Riley Brandt, Universidad de Calgary
Foto: Riley Brandt, Universidad de Calgary
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A inicios de la década de 1970, dos esqueletos parciales de tiranosauroideos fueron hallados en Mongolia. El paleontólogo mongol Altangerel Perle fue quien encontró esos restos y los identificó como Alectrosaurus olseni, una especie de tiranosauroideo enigmática y poco estudiada. Sin embargo, más de 50 años después, un nuevo grupo de investigadores ha reexaminado esos restos y ha concluido que Perle estaba equivocado y que este animal, que ha sido protagonista de películas y relatos que lo pintan como el rey, tiene una historia evolutiva mucho más compleja: no siempre fue gigante ni invencible.

En una nueva investigación publicada en la revista científica Nature, un grupo de científicos señala que los restos que Perle encontró pertenecen en realidad a una nueva especie de dinosaurio carnívoro, bautizada como Khankhuuluu mongoliensis. Khankhuuluu proviene de la latinización de dos palabras mongolas: “khankhüü”, que significa príncipe, y “luu”, que significa dragón. De esta manera, el nombre podría traducirse en español como “príncipe dragón”. Esta especie, hasta ahora desconocida, representa un eslabón perdido en la evolución de los grandes tiranosaurios como el Tyrannosaurus rex, y su hallazgo reconfigura lo que sabíamos sobre los orígenes de estos grandes depredadores.

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“Identificamos una nueva especie de tiranosáuroide, un ancestro de los tiranosaurios superdepredadores”, resume Jared Voris, primer autor del artículo y doctorando en el Departamento de Tierra, Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Calgary, citado por esa institución. Lejos de ser un gigante desde el inicio, Khankhuuluu muestra, según los autores del estudio, que los antepasados del T. rex eran más pequeños, esbeltos y que su ascenso al dominio como superdepredadores fue gradual y más complejo de lo que se creía. “Básicamente, justo antes de convertirse en superdepredadores, los tiranosaurios eran depredadores de tamaño mediano y ágiles que vivían a la sombra de otros”, dice Voris.

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Khankhuuluu mongoliensis fue un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano que vivió en lo que hoy es Mongolia, durante el periodo Cretácico Superior, hace unos 86 millones de años.

Los científicos lo identificaron gracias a una combinación de características óseas que lo diferencian de otros tiranosauroideos. Una de sus principales particularidades es que tenía una cresta poco elevada y rugosa en el centro de los huesos nasales, que recorría casi toda su longitud. Además, presentaba una pequeña cavidad neumática —una especie de espacio vacío dentro del hueso— en la parte del cráneo donde se unen los huesos lacrimal y nasal.

El hueso cuadrado del cráneo (que ayuda a formar la mandíbula) tenía una forma y un encaje únicos, lo que indica que el animal tenía una estructura del cráneo diferente a la de otros parientes cercanos. Pesaba 750 kilogramos, aproximadamente el tamaño de un caballo, lo que la hacía dos o tres veces más pequeña que sus enormes descendientes. Poseía diminutos cuernos que evolucionarían hasta ser prominentes en especies posteriores para exhibiciones de apareamiento e intimidación. Khankhuuluu tenía un cráneo largo y poco profundo, lo que demuestra que no podía triturar huesos como un T. Rex.

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La especie Khankhuuluu pesaba 750 kilogramos, aproximadamente el tamaño de un caballo. /Julio Csotonyi
Foto: Julio Csotonyi

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Todas estas características indican, según los científicos, que Khankhuuluu ocupa un lugar importante en la historia evolutiva de los tiranosaurios, ya que representa una etapa intermedia entre los pequeños ancestros del grupo y los grandes depredadores como Tyrannosaurus rex. Algo les ocurrió a los demás superdepredadores no tiranosaurios que los llevó a la extinción. Esto abrió una puerta para que Khankhuuluu evolucionara y se convirtiera en los gigantes que aparecen en películas como Jurassic Park. “Nunca hemos tenido una buena representación de esa transición”, explica Voris en el artículo de la Universida de Calgary. “Esta nueva especie nos ofrece una ventana a la etapa de ascenso de los tiranosaurios, justo cuando están en transición a la forma de superdepredador”.

Los resultados cambian lo que se pensaba sobre cómo estos dinosaurios se dispersaron entre Asia y América del Norte durante el Cretácico Superior. Asia fue el lugar de origen de los tiranosauroideos intermedios, incluido Khankhuuluu. Los análisis muestran una probabilidad del 73,2 % de que el ancestro común más reciente de Khankhuuluu y los eutiranosaurios viviera en Asia. Luego, algunos de esos tiranosauroideos migraron desde Asia a América del Norte, donde surgieron y se diversificaron los Eutyrannosauria (como T. rex) hacia hace unos 86 millones de años. El ancestro común de este grupo tiene un 73,6 % de probabilidad de haber vivido en América del Norte. Finalmente, hubo una sola migración de vuelta desde América del Norte a Asia, pero más tarde de lo que se pensaba.

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“Esto demuestra que estos animales se desplazaban entre Norteamérica y Asia”, dice Voris. “Eso no ha cambiado. Tenemos muchísima evidencia de patrones como este en lobos, ciervos y humanos, lo que demuestra que muchos de los patrones que observamos en la actualidad se dieron en la época de los dinosaurios”. Para Voris, el trabajo es una manera de involucrar al público en las ciencias. “Los dinosaurios son geniales, ¿verdad?”, dice. “Les demuestra a las personas que esto es lo que hace la ciencia. Usamos los mismos métodos que los científicos del clima y los profesionales de la medicina para intentar comprender cómo funciona el mundo y por qué las cosas funcionan como lo hacen”.

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