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Las lociones alteran más de lo que pensamos la química que rodea a nuestro cuerpo

¿Siente que su casa tiene un olor especial aunque esté cerrada? Eso pasa porque el aire interior contiene muchas sustancias químicas de muebles, actividades diarias y hasta de nuestro cuerpo. Usar cremas o perfumes modifica esta mezcla.

Redacción Ciencia

21 de mayo de 2025 - 07:12 p. m.
Las personas pasamos cerca del 90 % de nuestro tiempo en espacios cerrados.
Foto: cottonbro studio en Pexels - cottonbro studio en Pexels
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¿Ha sentido que al regresar después de un día de trabajo, su casa huele a algo? Incluso si usted la dejó cerrada, sin ventilación, siente que tiene un olor. No está loco. Los espacios interiores donde vivimos, trabajamos o pasamos la mayor parte del tiempo están llenos de sustancias químicas. Estas provienen de diferentes fuentes: por un lado, están los objetos del hogar como muebles, pisos o electrodomésticos que emiten gases de forma continua; por otro lado, hay actividades cotidianas como cocinar, fumar o limpiar, que liberan muchas sustancias químicas de forma más intensa, aunque sea por poco tiempo.

Además, si abre una ventana o una puerta, el aire del exterior entra. Entre esas sustancias del aire exterior está el ozono (O₃), un gas que al entrar en contacto con los productos químicos del interior puede generar nuevas reacciones y compuestos.

Esto es importante porque las personas pasamos cerca del 90 % de nuestro tiempo en espacios cerrados, y los científicos aún no saben con claridad cómo afecta nuestra salud la exposición prolongada a todos estos compuestos. Pero las personas no solo estamos expuestas a sustancias químicas, también somos una fuente de ellas. Nuestros cuerpos emiten compuestos, y además podemos modificar las sustancias presentes en el aire interior. Cuando el ozono del ambiente entra en contacto con la piel humana, ocurren reacciones químicas que generan lo que se llama un “campo de oxidación” alrededor del cuerpo. En otras palabras, se forma una especie de burbuja química invisible que rodea a cada persona.

Este campo contiene algo que se llama radicales hidroxilo (OH). Los radicales hidroxilo son moléculas muy pequeñas pero poderosas, que reaccionan con muchas otras sustancias en el aire. Son como los “limpiadores naturales” de la atmósfera: ayudan a descomponer contaminantes y gases nocivos. Pero también pueden generar reacciones que den lugar a compuestos tóxicos. Es decir, pueden ayudar o complicar las cosas, dependiendo de con qué se encuentren.

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Este “campo de oxidación personal” se observó en el pasado al exponer a personas jóvenes a ozono en condiciones de laboratorio muy controladas, sin que usaran productos cosméticos. Pero en la vida real, muchas personas usan cremas, perfumes, lociones y otros productos para el cuidado personal.

Estos productos contienen químicos como terpenos (los mismos que dan olor a los cítricos o pinos) que también reaccionan con el ozono y pueden generar radicales OH adicionales. Por eso, un grupo de investigadores decidió estudiar qué tanto cambian estos productos el campo de oxidación que se forma alrededor de una persona. En una nueva investigación publicada en Science, reportan que expusieron a cuatro personas jóvenes a ozono en una cámara especial, primero sin productos en la piel y luego después de aplicarles una loción o una fragancia común.

Así, midieron cómo cambiaba la cantidad de radicales OH y qué tan lejos se extendía ese “campo químico” alrededor del cuerpo. En palabras mucho más sencillas, querían saber si el uso de productos como cremas o perfumes hace que esa burbuja química que rodea al cuerpo sea más intensa o más grande.

Los autores encontraron que, en efecto, estos productos hacen que cambie de forma significativa la química del aire que rodea al cuerpo humano en espacios interiores. Al aplicarse lociones, perfumes, aceites esenciales o productos para la piel, no solo se liberan fragancias agradables, sino también una variedad de compuestos volátiles —es decir, sustancias que fácilmente se evaporan y pasan al aire—. Estas moléculas, al entrar en contacto con el ozono presente en el ambiente, pueden interferir en la producción de radicales hidroxilo (OH).

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Lo que muestran los investigadores es que estos productos cambian la forma en que nuestro cuerpo interactúa con el aire. No solo afectan lo que olemos, sino que también influyen en lo que respiramos y en cómo se limpia el aire alrededor nuestro. En espacios cerrados y mal ventilados, esto puede tener un impacto mayor, ya que los cambios en la química del aire podrían acumularse con el tiempo, afectando potencialmente la calidad del aire y, en algunos casos, la salud respiratoria.

Entonces… ¿esto es bueno o malo? No es tan simple. Por un lado, no hay que alarmarse: usar desodorante, perfumes o cremas no es peligroso en sí mismo ni significa que estemos dañando directamente nuestra salud.

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Sin embargo, el estudio sugiere que ciertos compuestos que liberan —aunque no los veamos ni los sintamos— pueden modificar de manera sutil la “química del aire” que nos rodea, especialmente en espacios cerrados. Imagine que a su alrededor hay una especie de “burbuja de limpieza natural”, compuesta por moléculas que ayudan a eliminar contaminantes del aire. Cuando usamos productos de cuidado personal con fragancias u otros químicos volátiles, esa burbuja puede cambiar, disminuyendo su capacidad para limpiar el entorno. Si es bueno o malo, depende de qué más haya en el aire y cómo interactúan entre sí todas esas partículas.

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