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Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Estados Unidos, encontraron evidencia para resolver una de las preguntas que más ha inquietado a la ciencia durante años: ¿cuándo y por qué surgió la capacidad de hablar de los seres humanos? Un nuevo artículo, publicado en la revista Frontiers in Psychology sugiere que esta compleja habilidad, que es la base de nuestra civilización, pudo surgir mucho antes de lo que se creía, al menos hace 135.000 años, teniendo en cuenta que la aparición de nuestros antepasados, los Homo sapiens, se estima hace 230.000 años.
El equipo, liderado por el lingüista Shigeru Miyagawa, revisó 15 estudios genéticos publicados en los últimos 18 años. En ellos se observa que, hace miles de años, nuestra especie era una población unificada que, con el tiempo, comenzó a dispersarse. Así, se fueron acumulando diferencias genéticas que hoy en día son la base de distintas poblaciones. Esa separación, según Miyagawa, comenzó hace 135.000 años, lo que indicaría que ya existía una capacidad lingüística mucho antes que permitió esa dispersión en primer lugar.
En palabras del investigador principal, la evidencia científica sobre este proceso se ha vuelto más sólida a lo largo de los años. Aunque en 2017 se realizó un estudio pionero sobre el tema, en ese momento se disponía de menos datos genéticos. Ahora, con una mayor cantidad de estudios publicados y análisis más precisos, los investigadores pueden hacer determinaciones con mucha más confianza.
“El lenguaje humano es cualitativamente diferente porque dos elementos, las palabras y la sintaxis, trabajan juntos para crear este sistema tan complejo. Ningún otro animal tiene una estructura similar en su sistema de comunicación. Y eso nos da la capacidad de generar pensamientos muy sofisticados y comunicarlos a otros”, afirma Miyagawa.
Como lo señala el MIT en un comunicado, estudios previos señalaban que, hace 100.000 años, hubo un desarrollo más gradual de nuestra civilización que involucró materiales, herramientas y coordinación social. Allí, aunque el lenguaje jugó un papel, no fue el eje central. Al respecto, Miyagawa comenta que todavía hay mucho por seguir descubriendo en esta área de investigación, y que estudios como el suyo contribuyen a tener un cuadro más detallado del surgimiento de nuestra capacidad de habla.
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