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De la NASA a Colombia, el regreso de un cerebro fugado

Ximena Restrepo – Carlos Urrego*
15 de junio de 2016 - 04:33 p. m.
Cesar Ocampo, decano de la Escuela de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad Sergio Arboleda, ingeniero aeroespacial de la Universidad de Kansas. / David Campuzano
Cesar Ocampo, decano de la Escuela de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad Sergio Arboleda, ingeniero aeroespacial de la Universidad de Kansas. / David Campuzano

Para muchos científicos el más grande anhelo de sus vidas es trabajar en la NASA o alguna agencia espacial y hacer parte de los descubrimientos del cosmos, ampliar el conocimiento del universo y hacer parte de los proyectos más grandes de la raza humana. César Ocampo lo logró, por cerca de 20 años ha hecho parte de la Agencia Espacial Estadounidense, construyó a “Copérnico”, en honor al astrónomo renacentista que puso al sol en el centro de la Vía Láctea, un software que calcula las rutas espaciales de naves, asteroides y demás, fue partícipe de importantes misiones y dejó una generación de nuevos científicos ávidos de nuevos saberes.

Pero tomó una compleja decisión, dar un paso al costado y regresar a su natal Colombia para aplicar su experiencia a la resolución de los problemas que aquejan a los más vulnerables, “regresé al país con un sentido de conciencia social, tal vez para hacer proselitismo científico y hacerle frente a quienes ofrecen proselitismo de otras formas, porque veo un nivel de analfabetismo científico en nuestro país muy grande,” explicó el científico.

¿Quién no quisiera trabajar de tiempo completo en misiones tripuladas o robóticas en el sistema solar?, eso lo tiene claro el doctor Ocampo pero le parece “imperdonable que por razones científicas y políticas mueran de 22 mil a 30 mil personas diarias, debido a problemas de desnutrición y agua, o que la contaminación esté afectando notoriamente el sector urbano. Hay problemas en los que la ciencia puede ayudar, no es la única herramienta, pero sí puede aportar”, aseguró vehemente y seguro.

Este quindiano, hoy decano de la Escuela de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad Sergio Arboleda, ingeniero aeroespacial de la Universidad de Kansas, magíster y doctor en Astrodinámica, eso solo cuando apenas se acercaba a los 30 años, está centrado en 3 temas fundamentales: energía renovable, potabilización de agua y manejo de los desechos. “Debe haber una unión como científicos y específicamente en las líneas de desarrollo que nos ayuden a crear un país sostenible”

Basura igual a energía al cuadrado

El Informe Nacional Elaborado de la Disposición Final de Residuos Sólidos del 2015, indicó que diariamente en Colombia se depositan en los rellenos sanitarios cerca de 25.532 toneladas de residuos, mientras que en el 2011 la cifra rondaba las 16 mil toneladas, además los 365 días del año unas 212 toneladas diarias terminan en botaderos a cielo abierto.

En lo que algunos ven basura, César Ocampo y un grupo de científicos expertos ven una posibilidad “puede haber un aprovechamiento de estos residuos para convertirlos en energía y generar incluso, valor agregado”. Teniendo en cuenta que en el país no se recicla ni siquiera el 15% de estos desechos.
A través de la gasificación y con el apoyo de la empresa WARM Global, desarrollaron un prototipo que convierte desechos, llantas y biomasa en gas sintético (90%) y ceniza rica en carbón (10% restante), con lo que se puede producir electricidad gracias a un motor de combustión interna.

Y aunque la tecnología y la ciencia ya están listas, encontraron un problema, no hay voluntad política para aplicarlo, “hay que resolver el problema de la corrupción que es lo que nos tiene perjudicados en Colombia. Con alcaldes y gobiernos verdes, podemos comenzar a generar un cambio.”

Según el Informe de Indicadores de Ciencia y Tecnología en Colombia del 2015, la Inversión nacional en I+D (Investigación y desarrollo) de entidades gubernamentales ha descendido considerablemente, pues, en el año 2013 fue del 6,86%, en el 2014 descendió a 3,76%, y para el 2015 se redujo a un 3,05%.

Para Ocampo hay una gran brecha entre ciencia y política, sumado a la falta de voluntad de diferentes entidades. “Los científicos están tan apasionados por su visión del mundo, y los políticos están tan cerrados a nuevas perspectivas que no quieren tomar iniciativas para hacer cambios”.

Aunque asegura que hay casos excepcionales, políticos con doctorados en matemáticas, en administración o en física, “necesitamos más de ellos, y además, un país sostenible existe si hay unión de fuerzas, divulgación y democratización de la ciencia y de ideas que contribuyan al bienestar de los seres humanos”.

Agua para la vida, ciencia para el Chocó

Uno de los temas que más le preocupa a Ocampo es la potabilización del agua, por tal motivo, se articuló con la Alcaldía de Quibdó para aplicar tecnologías que logren disminuir las enfermedades como disentería, gastroenteritis entre otras, con unas plantas que funcionan con energía solar.

“Se necesita una fuente de agua dulce (como el Río Atrato) y se puede producir de 100 mil a 200 mil litros de agua diarios. Esto es una solución muy factible para el problema del agua potable”, asegura mientras reitera la necesidad imperante de hacer ciencia que ayude a las comunidades más vulnerables.

El papel de los científicos en la política es un deber ser. Como dijo el compositor astrohúngaro Franz List “la política es la ciencia y el arte del compromiso”.

César Ocampo tiene claro que no es un héroe ni viene a salvar a Colombia pero está convencido que alfabetizar sobre ciencia y alejarse de los dogmas del pasado para abrazar las nuevas posibilidades tecnológicas, entregará grandes oportunidades a las futuras generaciones y por qué no, a esta.

*Unidad de Comunicaciones BIOS
 

Por Ximena Restrepo – Carlos Urrego*

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