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El British Antarctic Survey (BAS), una institución científica del Reino Unido especializada en la investigación polar, reportó este miércoles 18 de junio en un nuevo estudio que las condiciones ambientales están provocando un grave declive en las poblaciones de focas antárticas en las Islas Orcadas del Sur, un archipiélago situado al noreste de la Península Antártica.
Los investigadores del BAS han monitoreado las poblaciones de focas en la isla Signy, ubicada en las Islas Orcadas del Sur, desde la década de 1970. Gracias a esas casi cinco décadas de seguimiento continuo y al uso de imágenes satelitales para analizar la cobertura de hielo marino, han logrado validar predicciones sobre cómo las condiciones del hielo influyen en el hábitat y la supervivencia de estas especies, claves para el equilibrio del ecosistema.
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El nuevo estudio analizó entonces tres especies de mamíferos marinos en esta área: las focas de Weddell (Leptonychotes weddellii), los lobos marinos antárticos (Arctocephalus gazella) y los elefantes marinos del sur (Mirounga leonina). Los hallazgos revelan que las focas de Weddell, altamente dependientes del hielo marino para reproducirse y alimentarse, han disminuido en un importante 54 % durante las últimas cinco décadas. Por su parte, los lobos marinos antárticos, que se reproducen en tierra firme pero están profundamente afectados por los cambios en la cadena alimentaria marina, han sufrido una caída del 47 % en el mismo periodo. En cuanto a los elefantes marinos del sur, aunque han mostrado fluctuaciones poblacionales similares, el estudio no detectó un declive general significativo a largo plazo.
En las tres especies, los cambios poblacionales están estrechamente relacionados con las alteraciones en la cobertura de hielo marino: su formación, deshielo y duración anual.
Los recuentos de focas a lo largo del tiempo mostraron patrones similares entre especies, es decir, cuando una especie aumentaba o disminuía, las otras tendían a hacer lo mismo. Este fenómeno se llama sincronía. Aunque hubo ciertas diferencias en la forma de medir esta sincronía, todas apuntaron a que hay factores comunes (como el hielo marino) que afectan a las tres especies a la vez. Para los lobos marinos antárticos y elefantes marinos del sur, el componente PC2 (relacionado con fechas y extensión del hielo) tuvo un efecto negativo. Es decir, más hielo durante más tiempo se asoció con menores poblaciones.
En cambio, para las focas de Weddell, otro componente (PC6) tuvo un efecto positivo, sugiriendo que estas focas dependen más del hielo para su supervivencia.
Para estudiar cómo el hielo marino ha cambiado con el tiempo en las Islas Orcadas del Sur, los investigadores usaron datos satelitales disponibles desde 1982. En específico, utilizaron una base de datos conocida por los científicos como DOISST v2.1, que entrega información diaria sobre la temperatura del mar y la concentración de hielo. A través de estas mediciones, pudieron analizar cuánto hielo cubría una zona específica cercana a las islas, con un área total de casi 38.000 kilómetros cuadrados. Si una parte del mar tiene al menos un 15 % de hielo, se considera que ahí “hay hielo”; si no llega a ese umbral, se considera descubierta. Con estas mediciones, se puede determinar cómo cambia el hielo de una temporada a otra.
Cada año, los científicos comenzaron su análisis después del momento en que el hielo alcanza su punto más bajo, que suele ser en febrero. A partir de ahí, siguieron todo el ciclo anual del hielo. Con esa información calcularon varios aspectos clave: por ejemplo, cuándo empieza a volver el hielo, cuándo desaparece completamente, cuántos días se mantiene, y qué tan persistente es (es decir, si estuvo de manera continua o intermitente). También observaron cuándo se alcanza la mayor y menor cobertura de hielo y qué superficie ocupa en esos momentos. Además, prestaron atención a cambios bruscos, como cuando el hielo avanza y retrocede varias veces durante el otoño o la primavera, o cuando se rompe debido a vientos o corrientes. Todos estos detalles ayudaron a comprender cómo el comportamiento del hielo ha ido cambiando con el tiempo, y cómo esto puede afectar a los animales que dependen de él.
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“Hemos visto cómo las poblaciones de lobos marinos se recuperan en la región subantártica tras la prohibición de la caza en la década de 1960. Pero este estudio ofrece una visión excepcional de los cambios que se están produciendo en una pequeña parte de la Antártida. Por primera vez, no solo predecimos cómo podría responder la fauna silvestre a la reducción del hielo marino y a los cambios ambientales, sino que hemos tenido la excepcional oportunidad de confirmarlo mediante datos sólidos a largo plazo. El panorama actual es profundamente preocupante”, resumió Michael Dunn, autor principal del estudio de la BAS.
Se sabe que el número de focas puede variar naturalmente con las estaciones debido a los cambios de temperatura y luz, que afectan el hielo marino. Sin embargo, la investigación se enfocó en entender cómo esas poblaciones responden cuando el ambiente cambia más allá de lo esperado, por ejemplo, debido al cambio climático. Se explica que durante el periodo de estudio (1977 - 2024), la región vivió dos fases climáticas: primero un calentamiento prolongado desde los años 50, seguido por un enfriamiento entre 1998 y 2014. Esto permitió a los científicos saber cómo reaccionaban las especies ante estos cambios en el hielo marino.
Las focas de Weddell, por ejemplo, que dependen directamente del hielo marino, están particularmente amenazadas por el calentamiento global en la región antártica. La pérdida del hielo reduce sus sitios de descanso y reproducción. En cambio, las especies más tolerantes al hielo, como el lobo fino y el elefante marino, podrían inicialmente beneficiarse del retroceso del hielo y de los glaciares, ya que se abren más playas y sitios para reproducirse o mudar.
Sin embargo, este aparente beneficio puede verse contrarrestado por un problema mayor: la disminución del kril antártico. El kril es la base alimenticia de muchas especies, incluidas estas focas. Estudios muestran que el calentamiento del océano ha reducido la biomasa de kril, lo que afecta el éxito reproductivo de los lobos finos en Georgia del Sur, ya que tienen menos alimento disponible. Esta situación también podría afectar a las focas de las islas Orcadas del Sur.
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