Delfines y ballenas tienen vidas sociales similares a las de los humanos
Una nueva investigación señala que el gran tamaño de los cerebros de estos cetáceos, los pone en un nivel de interacción social similar al de los seres humanos. Chismes y amistades serían parte de su vida diaria.
Redacción ciencia
Encefalización. La palabra, aunque suene compleja, describe un fenómeno simple: el cerebro de los animales tiende a hacerse más grande entre más compleja se vuelvan sus comunidades, y entre más elementos ‘culturales’ tenga, como la caza en equipo, el aprendizaje por observación y la aparición de dialectos regionales.
Los primates, grupo del cual hacen parte los seres humanos, son el grupo de animales en el que este proceso de encefalización es más evidente. Pero los grandes simios no son los únicos. Al sumergirse en el océano y en los ríos, es posible ver como ballenas y delfines de distintas especies también han tenido este tipo de cambios evolutivos en mayor o menor medida.
Un nuevo estudio publicado en el journal Nature Ecology and Evolution asegura que la encefalización, ese fenómeno excepcional que permite a los humanos sus sofisticadas habilidades de cognición social como el lenguaje, las metas colectivas, la toma de de decisiones colectivas y la empatía, estaría presente en los cetáceos.
Esta sería la razón por la cual buena parte de las especies de delfines marinos y de río pasan la mayor parte de su tiempo jugando, una actividad cultural sumamente compleja. Además sería la causa de que los delfines cuello de botellas usen pequeñas herramientas, e inclusive, que algunos delfines reproduzcan el sonido que caracteriza a alguno de sus compañeros aunque esté ausente. Es decir, que hablen de él en su ausencia.
“Tras la evaluación del tamaño de los cerebros de estos animales, de sus grupos, la estructura social en ellos y sus comportamientos culturales, nos preguntamos si los cerebros cetáceos podrían asociarse a un “nicho” marino cultural”, se lee en el documento. La respuesta, según el grupo de investigadores estadounidenses e ingleses, es un sí.
De acuerdo con el paper, el tamaño de los cerebros de las especies analizadas –cerca de 90–, “predice la variedad de comportamientos culturales y sociales, así como los factores ecológicos” en los que se desarrolló esa determinada especie. Mejor dicho: entre más grande fuera el cerebro analizado, más social era la especie del animal al cual le pertenecía.
“Aquellos animales que pertenecen a especies solitaria so que se mueven en grupos pequeños tenían los cerebros más pequeños”, escribieron los investigadores, quienes fueron liderados por la profesora de la Universidad de Manchester, Susanne Shultz.
Cerebros grandes para hacer más amigos
El hallazgo refuerza la hipótesis del “cerebro social”, que ya había sido puesta a prueba para especies de primates y aves, pero jamás para cetáceos, a pesar de la abundante evidencia sobre la complejidad de estos animales.
La hipótesis del “cerebro social” dice que los cerebros más grandes son una respuesta evolutiva ante ambientes sociales ricos y complejos. Una especie de disco duro necesario para guardar más información pero que, al mismo, permite hacer nuevas conexiones y volver aun más complejas las interacciones sociales.
“Nuestro estudio sugiere que la cognición social de los cetáceos –delfines, ballenas y marsopas– puede haberse desarrollado, como en los humanos, para proveer la capacidad de aprender y usar un conjunto diverso de estrategias de comportamiento para responder a los retos de la vida social”. Esto explicaría que haya una coevolución en los miembros de la misma especie.
Encefalización. La palabra, aunque suene compleja, describe un fenómeno simple: el cerebro de los animales tiende a hacerse más grande entre más compleja se vuelvan sus comunidades, y entre más elementos ‘culturales’ tenga, como la caza en equipo, el aprendizaje por observación y la aparición de dialectos regionales.
Los primates, grupo del cual hacen parte los seres humanos, son el grupo de animales en el que este proceso de encefalización es más evidente. Pero los grandes simios no son los únicos. Al sumergirse en el océano y en los ríos, es posible ver como ballenas y delfines de distintas especies también han tenido este tipo de cambios evolutivos en mayor o menor medida.
Un nuevo estudio publicado en el journal Nature Ecology and Evolution asegura que la encefalización, ese fenómeno excepcional que permite a los humanos sus sofisticadas habilidades de cognición social como el lenguaje, las metas colectivas, la toma de de decisiones colectivas y la empatía, estaría presente en los cetáceos.
Esta sería la razón por la cual buena parte de las especies de delfines marinos y de río pasan la mayor parte de su tiempo jugando, una actividad cultural sumamente compleja. Además sería la causa de que los delfines cuello de botellas usen pequeñas herramientas, e inclusive, que algunos delfines reproduzcan el sonido que caracteriza a alguno de sus compañeros aunque esté ausente. Es decir, que hablen de él en su ausencia.
“Tras la evaluación del tamaño de los cerebros de estos animales, de sus grupos, la estructura social en ellos y sus comportamientos culturales, nos preguntamos si los cerebros cetáceos podrían asociarse a un “nicho” marino cultural”, se lee en el documento. La respuesta, según el grupo de investigadores estadounidenses e ingleses, es un sí.
De acuerdo con el paper, el tamaño de los cerebros de las especies analizadas –cerca de 90–, “predice la variedad de comportamientos culturales y sociales, así como los factores ecológicos” en los que se desarrolló esa determinada especie. Mejor dicho: entre más grande fuera el cerebro analizado, más social era la especie del animal al cual le pertenecía.
“Aquellos animales que pertenecen a especies solitaria so que se mueven en grupos pequeños tenían los cerebros más pequeños”, escribieron los investigadores, quienes fueron liderados por la profesora de la Universidad de Manchester, Susanne Shultz.
Cerebros grandes para hacer más amigos
El hallazgo refuerza la hipótesis del “cerebro social”, que ya había sido puesta a prueba para especies de primates y aves, pero jamás para cetáceos, a pesar de la abundante evidencia sobre la complejidad de estos animales.
La hipótesis del “cerebro social” dice que los cerebros más grandes son una respuesta evolutiva ante ambientes sociales ricos y complejos. Una especie de disco duro necesario para guardar más información pero que, al mismo, permite hacer nuevas conexiones y volver aun más complejas las interacciones sociales.
“Nuestro estudio sugiere que la cognición social de los cetáceos –delfines, ballenas y marsopas– puede haberse desarrollado, como en los humanos, para proveer la capacidad de aprender y usar un conjunto diverso de estrategias de comportamiento para responder a los retos de la vida social”. Esto explicaría que haya una coevolución en los miembros de la misma especie.