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La gran mayoría de las orugas de lepidópteros son herbívoras, pero aquellas que rompen esta regla suelen hacerlo de maneras inesperadas. Un grupo de científicos descubrió una oruga en Hawái que vive en telarañas para comer y se camufla con restos de sus presas. La han apodado por ello la ‘coleccionista de huesos’.
“No conocemos a ninguna otra en el mundo que exhiba este comportamiento macabro. Creemos que esta forma de actuar evolucionó debido a que es carnívora y se alimenta de carroña en y alrededor de las telarañas”, le contó a SINC Michael San Jose, coautor del estudio en la Universidad de Hawái en Mānoa.
Esta especie endémica de la ladera de la montaña en la isla de Oahu se encuentra en un entorno de aislamiento geográfico propio de las islas de Hawái, lo que ha dado lugar también a otros invertebrados de forma única, como la especie de oruga carnívora hawaiana Eupithecia spp. y las ya conocidas E. orichloris, E. staurophragma y E. scoriodes.
Sin embargo, la forma de actuar de esta nueva especie es bastante rara, sobre todo porque las orugas depredadoras representan tan solo el 0,1 % de las especies de polilla y mariposas conocidas en la actualidad.
Un camuflaje de muerte
El equipo de tres científicos de la universidad hawaiana que describe en la revista Science a la nueva especie de oruga depredadora, la han descubierto en telarañas de los huecos de árboles y grietas de roca.
“Nuestra teoría es que estas partes de cuerpos muertos adheridos como envoltura los utilizan para esconderse de las arañas. Las orugas y las arañas viven dentro de troncos en descomposición y debajo de rocas, lugares con muy poca luz. Estas arañas utilizan otros sentidos, como las vibraciones y los olores para detectar a sus presas. Creemos que, al colocarse estas partes encima, las orugas engañan a las arañas, haciéndoles creer que las recolectoras de huesos son solo restos de presas anteriores, y las ignoran”, explica el investigador.
El camuflaje no es casual. Decoran meticulosamente esta cobertura portátil con partes del cuerpo de insectos, seleccionando, dimensionando y encajando con cuidado todas las partes para evitar ser detectadas.
Pertenecen al género Hyposmocoma, un grupo antiguo y diverso de polillas que solo se encuentran en Hawái. Son carroñeras y depredadoras oportunistas de telarañas cerradas, donde consumen insectos debilitados o muertos. También ocasionalmente se canibalizan entre sí.
Extrema rareza y peligro de extinción
El hallazgo de esta oruga, como ocurre con muchas otras especies, podría significar también el anuncio de su extinción temprana debido a que solo se han observado 62 individuos en más de 20 años de trabajo de campo.
Esta escurridiza especie es probablemente cinco millones de años mayor que la isla más antigua de Hawái y sobrevive en un pequeño terreno de apenas 15 kilómetros cuadrados de bosque montañoso en Oahu.
“Secuenciamos los genomas de estas orugas y de otras especies estrechamente relacionadas, e inferimos una filogenia datada. Para ello, utilizamos datos de un estudio previo sobre la evolución de todos los lepidópteros. A través de esta filogenia inferimos que el origen de las recolectoras de huesos es anterior a la formación de la isla de Kauai”, señala San Jose.
Capital de las especies invasoras
Hawái es considerada la capital mundial de las especies invasoras, lo que lleva a muchas especies autóctonas hacia la extinción. “Existen plantas no nativas como la guayaba fresa, la albizia y el jengibre del Himalaya, así como ungulados asilvestrados como las cabras y los cerdos, que son altamente destructivos para los bosques autóctonos”, apunta el experto.
Esta oruga se ha adaptado para usar huéspedes de araña no nativas, pero su extrema rareza y la pequeña zona que habita la hacen susceptible a muchas amenazas de depredadores invasores y pérdida de hábitat.
“Hay dos pasos principales que podrían ayudar a prevenir la extinción no solo de esta especie, sino de muchas otras nativas. Uno sería limitar los efectos del cambio climático. Esta coleccionista de huesos se localiza en un punto muy concreto y un aumento de temperatura probablemente reducirá su hábitat aún más. El segundo sería mitigar el daño causado por especies invasoras”, indica el científico.
Los autores concluyen que, sin esfuerzos de conservación específicos, este último representante vivo de un antiguo linaje de orugas carnívoras puede desaparecer. “Los insectos nativos, incluida esta oruga, se perderán a medida que desaparezcan los bosques nativos. Prevenir la propagación de plantas invasoras y reducir la población de ungulados asilvestrados puede ayudar a proteger a muchas especies de la extinción”, manifestó San Jose.
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