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Hace aproximadamente un siglo, al Museo de Antropología y Etnografía de la Universidad de Turín, en Italia, llegó una momia de una mujer adulta que, aunque se sabe que tiene alrededor de 800 años de antigüedad y proviene de Sudamérica, no se conoce con exactitud su origen. Un reciente estudio, publicado en Journal of Cultural Heritage, detalla que la momia tiene tejidos blandos, probablemente preservados de manera natural, y cabello negro liso bien conservado por deshidratación. La piel se ve oscura por posibles cambios post-mortem.
El cuerpo, además, “está fuertemente flexionado (una forma de entierro típica de la región andina) en posición sedente sin envolturas funerarias, adornos o ajuares funerarios que lo acompañen”, se lee en el artículo. “Unos pocos fragmentos textiles, tal vez de envolturas o fardos de fibras animales perdidos hace mucho tiempo, aún están adheridos a la superficie de la piel”.
Después de décadas de permanecer en el museo, la momia llamó la atención de un grupo de investigadores, los autores del estudio, debido a los “inusuales” tatuajes en su rostro. Los científicos realizaron, a través de distintas técnicas, un registro fotográfico multiespectral con una cámara digital, desde cuatro perspectivas diferentes. Luego, las imágenes que obtuvieron, guardadas en formato JPG y con una resolución de 11 Megapíxeles, fueron analizadas y comparadas individualmente.
Las líneas rectas oscuras, ubicadas en el lado derecho del rostro de la momia, están espaciadas entre sí, miden aproximadamente seis centímetros, están bien definidas, y recorren la mejilla, desde la boca hasta la oreja. El resultado más importante del estudio, de acuerdo con los investigadores, es que a través de la técnica empleada se lograron revelar nuevos tatuajes, imperceptibles a simple vista debido a la oscuridad de la piel. Uno de ellos, de alrededor de dos centímetros de longitud, se encuentra en la mejilla izquierda.
Esta mejilla “ha sido dañada por la acción mecánica y ambiental: es imposible comprender la extensión real del tatuaje e incluso si estaba compuesto por tres líneas, como en el lado opuesto”, explica el estudio. “El segundo tatuaje recién detectado es una marca en forma de S de aproximadamente 2,5 cm de largo , ubicada en la muñeca derecha”.
El equipo, en suma, descubrió que los tatuajes están compuestos por una tinta inusual. Mientras que para la mayoría de momias sudamericanas se ha reportado el uso de carbón como único pigmento, en este caso se evidencio la presencia de magnetita, un mineral de óxido de hierro. Este hallazgo, dicen los científicos, es una novedad en el estudio de culturas pasadas, pues hasta ahora no se había registrado tatuajes hechos con un pigmento negro de ese material.
El grupo concluye que su trabajo multidisciplinario “amplía la visión de la práctica del tatuaje antiguo, no solo en Sudamérica, y destaca la importancia de realizar análisis compositivos de los pigmentos de los tatuajes”.
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